Capítulo 23

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Maldita sea, Maldita sea, Maldita sea. Todo salió mal, de nuevo. Yo dije que no era buena niñera, pero aun así me pusieron a cuidar a todos esos niños imbéciles que los jinetes fantasmas se terminaron llevando igualmente. Estúpido Nathan, me dan muchas ganas de golpearlo en este minuto, pero lamentablemente no puedo. Ahora tengo que preocuparme por Argent que salió herido en la pelea contra los jinetes. La verdad, espero que se recupere pronto.

Lydia descubrió que Claudia Stilinski nunca tuvo hijos, lo que daba a entender que no existía un "Stiles". Las pruebas lo mostraban. No había nada que había dejado atrás. Nada. Pero yo seguía sintiendo que algo faltaba. Algo nos faltaba a todos. Quizás solo eran imaginaciones mías. Solo quizás.

Stiles.

Estúpidos caballos, estúpidos jinetes fantasmas, estúpido Peter que está en este lugar tan extraño conmigo. Con todos los que me podía encontrar, tuvo que ser él. El padre de mi ex novia, el hombre que odié por tanto tiempo.

No había salida de este lugar, si salías por una puerta, entrabas por la otra. Era algo infinito. Algo imposible de superar. Pero sirvió para darnos cuenta de que no éramos los únicos en este lugar que no estaban catatónicos o comatosos. Había un chico observándonos. Y milagrosamente tenía un plan que podría servir.

Logramos encontrar la entrada por donde los jinetes llegaban a la estación, así que, si es la entrada, también debería de ser la salida. El chico raro llevó a cabo su plan al saltar detrás de un jinete cuando estos se estaban yendo, pero lamentablemente terminó calcinado como carbón.

―Stiles, está muerto.― Me dijo Peter cuando me acerqué a los rieles del tren.― ¿Viste su cara? Confía en mí, se ha ido.

―Sabías que moriría.― Le recriminé.

―No lo sabía. Pero lo supuse.

―Sí, pero pudiste advertirle.― Le dije enojado. Por su culpa había muerto un inocente.

―Lo iba a hacer de todos modos. Ahora ya lo sabemos.

― ¿Qué sabemos?

―Que estamos atrapados.―Bajó a los rieles conmigo.― Se acabó. Estamos atrapados aquí. Esa era nuestra única salida.

―No, eso es lo que quieren que creamos.

― ¿Qué pasa con los adolescentes? Se creen tan especiales que las reglas no se aplican a ustedes. ¿No lo entiendes? Los dos estamos muertos.― La furia de Peter no me afectaba. Él agarró mi cartera y empezó a lanzar mis documentos.― Nada sirve.―

―Devuélveme mi cartera.― Intenté agarrarla, pero él me quitó mis llaves.

― ¿Y esto?

―Mis llaves. Dámelas.― Exigí. Pero las tiró lejos.

―Pensabas salir sobre ruedas.― Se burló.― ¿Eso creías? ¿No lo entiendes? No existimos.― Me negaba a creerle.― Ya fuimos olvidados.

―Alguien va a recordarme. Ya sea Lydia, Scott, Malia, cualquiera. Me van a encontrar, ¿Si? Vendrán por mí, pero ¿Quién podría venir por ti?― Era cruel, pero quería hacerle daño.

―Llámame cuando tus amores de preparatoria tengan un plan para sacarte de aquí.―Se giró y empezó a devolverse hacia la estación.

Mis amigos me iban a sacar de este lugar, estaba seguro. Algo deberían de sentir si no estoy ahí. Scott era mi mejor amigo, Lydia era una muy buena amiga aunque, a veces, me odiara por involucrarla en estupideces y Malia... ella debe de sentir por lo menos algo por mí. Fui su primera vez, su primer amor, su primer beso. Gracias a mi logró conocer a Scott y permanecer en la manada. Todos los momentos que vivimos no pueden ser tan fácilmente olvidados. Mis amigos no pueden olvidarme. Y si no son ellos, por lo menos mi padre. Él puede que me recuerde. Soy su hijo, la única persona que ha tenido estos últimos años después de la muerte de mi madre.

Stalia: Mi mundo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora