Capítulo XI

111 49 17
                                    

Me levanté asustada, corriendo hasta los barrotes. El metal frío hizo que la piel se me pusiera de gallina.

Ese grito era de Jimin.

-¿Jimin?-Grité, asomando mi cabeza entre los barrotes. No veía nada, la única celda con barrotes era la mía y la de Luhan.

-Está en la puerta de al lado, por eso se oye tanto. Esta habitación está preparada especialmente para oír todo lo que ocurre en la T.D, es otro tipo de tortura. Yo llevo en esta habitación bastante... te acabas acostumbrando.

-¿Por qué estás aquí?-Apreté los barrotes, viendo como su expresión cambiaba ligeramente-He preguntado demasiado rápido, ¿verdad?

-No pasa nada-Movió ligeramente la cabeza-No me gusta hablar mucho de ello, me cuesta sacarlo de mi mente. Es un momento oscuro de mi vida.

-Comprendo...-Intenté cambiar de tema-¿Se escucha mucho?

-Bastante... Lo peor de todo es... Nunca sabes de quien son los gritos, se oyen a la vez la mayoría. Tampoco llevo mucho, un par de semanas.

Se hizo un silencio incómodo en la habitación, todavía seguía mirando la pared gris que tenía delante, notando a Luhan a mí lado. Su aroma era bastante especial, olía al típico café que siempre solía tomar Kaîto con mucha canela. Café recién molido con unas galletas... Me rugió la tripa.

-Traerán la comida dentro de poco, necesitas reponer energía.-Apoyó su mano en mi hombro, siempre delicadamente. Mis mejillas se tiñeron de un color rojizo al darme cuenta de que Luhan hizo el comentario de la comida por mi tripa.

Me dirigí a la cama, pero me paré cuando vi a Luhan tumbado en el suelo. Una imagen vino a mi cabeza: en el suelo estaba Apolo, rodeado por belleza, perfección y armonía. El suelo eran nubes, podía oír la lluvia jugueteando en la nada. Apolo era el dios de la muerte súbita, pero también era el dios de la curación, y de la tranquilidad.

-¿Vienes?-Sonreía.

¿Cómo un desconocido me podía relajar tanto?

Era como un imán, me tumbé a su lado, el calor de su cuerpo pasando al mío en unos instantes.

La pared estaba llena de rasguños, formando infinitas constelaciones. ¿Podía estar mirando las estrellas?

-¿Lo ves?-Me dijo Luhan.

-¿Qué se supone que tengo que ver?

-No estás concentrada, relájate y une puntos, saldrá solo.

Miré el techo otra vez, entrecerrando los ojos para fijar mejor mi mirada. Escaneé todo, intentando juntar puntos coherentes. Poco a poco los rasguños empezaban a tomar forma, en vez de ser algo sencillo en algo complejo, tan complejo como un ángel perdiendo plumas, en posición fetal.

-¿Lo has hecho tú? Es precioso.

-Me costó, pero lo acabé.-Sonrió, otra vez silencio.- Tenía que vigilar que ningún soldado me mirara, y por aquí suelen pasar bastantes.

Y nos quedamos en el suelo, ahora la belleza, perfección y tranquilidad rodeándome a mí también.

**

-He dicho que me sueltes-Gruñó Johnny.

Los soldados habían llevado a todos menos a Claudia y a Jimin a una celda, pequeña y oscura. Los tiraron al suelo y cerraron la puerta, aumentando la incomodidad de tal pequeña habitación.

Los primeros en moverse fueron Johnny y Jinki, moviéndose al pequeño fondo de la habitación para aumentar el nulo espacio de la habitación. Todos estaban sentados con la espalda en la pared, piernas recogidas. Yujin se levantó, empujando las paredes como si estuviera loca.

TryumphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora