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– Chicos, ya es demasiado tarde. Son las cinco de la mañana. – ¡Las cinco de la mañana! Dios, el tiempo se pasa súper rápido. Todos nos metimos dentro de casa. Yo me encargue de apagar la hoguera mientras todos se metían dentro de su cuarto. Esta noche yo dormiría con Thalía.

Al apagar el fuego, me fui escaleras arriba y al subir, escuché a Danny y Scott hablando... ¿De que estarán hablando? Me quedé en la puerta, para escuchar lo que decían.

– Danny, no es tan fácil. Ella es especial y no quiero que se sienta incómoda si le digo...

– Scott, arriésgate. Yo lo haré también. Sabes que me gusta desde el primer día que la vi, necesito estar más de lo que estoy con ella. ¡La quiero! ¡Quiero a Jennifer Turner!

¡¿Qué quiere a quien?! ¡Hay mi Dios! ¿Cómo voy a actuar delante de el? ¡Se me va a notar! Decidí irme a la cocina para beber un vaso de agua. Intentaba masticar la información que acabo de escuchar, pero es difícil si la persona que quieres evitar durante un tiempo, está ahora justo a tu lado.

– ¿Mirando a la nada pensado en todo? – dijo a mi lado. Intenté separarme de el un poco pero no me dejó separarme, ya que detrás de mi estaba el frigorífico y a él lo tenía delante.

– Si, se podría decir que si. ¿Qué haces aquí? Es muy tarde para ti eh. – dije terminándome el vaso de agua y soltándolo en el fregadero.

– ¿Vaya indirecta no? Pero te recuerdo que tú y yo tenemos la misma edad. – Si de verdad supieras la edad que tengo Danny...

– Si bueno, se puede decir que si tenemos la misma edad. – dije sonriendole. Podía notar como su pulso se aceleraba con cada gesto de mi cuerpo. Me acerqué a él y, le cogí la mano. – Habéis sido fuerte tú y tu hermano al enfrentaros a vuestros padres. – dije mientras comprobaba que realmente era yo quien ocasionaba que su pulso se descontrolaba.

– Tu nos diste la confianza. – dijo acariciando mi mano entre las suyas.

Mi corazón latía rápido al igual que el suyo. Hacía más de 5 siglos que mi corazón no latía así por nadie, no desde que estuve con Hugo.

Hubo millones de chicos de por medio, pero ninguno pudo hacerme sentir como el, no hasta ahora.

– Yo solo os ayude a sacar vuestros sentimientos. – dije mientras volvía a sonreírle. – Mañana iremos a montaros las camas y los muebles que hemos comprado mientras ustedes vais a trabajar. Los días de instituto, acordaros de llevaros algo de dinero o comida, porque a las cuatro, tenéis que estar en la cafetería. Yo os llevaré todos los días allí, para que no lleguéis tarde, ya que mi amigo odia que la gente llegue tarde.

– Gracias por todo Jennifer, de verdad. Eres de lo mejor. – dijo acercándose a mí y dándome un beso en la mejilla.

Después se fue escaleras arriba, y me dejo allí, anonadada por el beso. Me llevé la mano a la mejilla durante un rato, intentado asimilar lo sucedido. ¿Me ha dado un beso?

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora