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No podía creer todavía donde estaba. Esto tiene que ser un sueño, o más bien una pesadilla.

Las cuerdas de verbena estaban bien apretadas a mis articulaciones y era imposible soltarse. Estaba atrapada.

Estaba cansada, dolorida y una de mis heridas del cuello seguía sangrando, apenas podía... Escuché unos pasos de fondo y me quedé totalmente quieta y me hice la dormida.

– ¿Seguro que la chica está bien sedada? No queremos que ocurra nada de lo que nos puedan condenar a muerte. – Su voz me era conocida. Era dulce y armónica, creo que trabaje con ella cuando trabajaba aquí.

– ¿Quieres que le inyecte más verbena? – dijo alguien justo a mi lado. Poco a poco fueron desenredando los nudos de las cuerdas y cada vez que lo hacían, me entraban ganas de arrancarles el cuello, pero tenía que ser paciente.

Cuando ya estuve trácticamente desatada, los aparte de un empujón de mi lado para después arracancarles el corazón.

«Ah, ya se de que me sonaba la voz. Era Nataly la chica chivata del equipo. La que le chupaba el culo a Nick (porque estaba muy enamorada) Bueno, se lo merecía, no me siento mal...
¡Esto me está afectando, tengo que salir de aquí!

Salí de la habitación con las ropas de la chica tapándome el gran agujero que le he dejado en el pecho y la capucha sobre la cabeza para que no me reconocieran. Estas paredes eran todas muy parecidas, ya que los colores, los adornos y la humedad están repartidas por todo este asqueroso y mugriento castillo.

Evitaba el contando con la gente e incluso los pasillos que estaban muy transitados, hasta que en uno de los pasillos próximo escuché que ya habían encontrado los cadáveres y que me estaban buscando. ¡Coño, que rápido hacen hoy día las cosas aquí!

Aligere el paso y nada más salir, mi cuerpo empezó a quemarse. Tuve que volver a entrar, ¿Por qué me quemo con el sol? Si tengo mi.... No, no lo tengo. Me lo han quitado.

Joder, ¿Cómo salgo yo de aquí ahora? Veía como muchos de los hombres, salían y entraban en el castillo y a todos les tenía que poner mi mejor sonrisa. Quería buscar un objetivo fácil, alguien que pueda manejar fácilmente, como un niño...

Y para mi suerte, dos jóvenes de unos 20 o 25 años, estaban dispuestos a entrar en el castillo. Mi gran oportunidad.

Pero para mí mala suerte, salir de este castillo no es para nada fácil. Al querer acercarme a los chicos, dos manos grandes me cogieron por la espalda y al girarme, vi que era el gigante de Nick. Intenté soltarme, patalear como pude, ya que todavía la verbena estaba en mi cuerpo y con un golpe seco, deje de moverme y mi visión se volvió de negro.

No sé cuánto tiempo pasó de aquello, tampoco sabía dónde estaba, pero por como olía, no era una de esas habitaciones bonitas del castillo.

Alguien empezó a menear mi cuerpo como si de una piñata se tratase cuando abrí los ojos, vi que volvía a estar atada (ahora en una pared de piedra)

– Nick, ya está despierta. – dijo el gigante a mi lado. Se apartó para que se acercase el hombre más asqueroso y odiado de todo el puto mundo. Odiaba a ese hombre por todo lo que me hizo hacer ante mi voluntad. Destrocé la vida de millones de personas, perseguí, maté y si caza a gente que era inocente.

– Me das asco. – pude decir entre tanto cansancio. Estaba sedienta, dolorida y apenas podía respirar.

– No lo dices enserio, cariño. Antes decías que era el mejor hombre que habías conocido. – dijo el victorioso. Me atreví a abrir los ojos y lo vi, ahí parado, delante mía, con su sonrisa radiante y a la vez espeduzlante, con la que me miraba siempre.

– Eso era porque no conocía el monstruo que realmente eras. – dije escupiendo sangre. Mis ojos querían cerrarse, ni los podía mantener abiertos.

– Pronto me verás como antes. – dijo acercándose a mi. Esta vez no vino a mi con las manos vacías. Venía con un objeto afilado y de metal. ¡Mierda!

– No creo. Estoy bien tal y como estoy, quiero seguir creyendo lo que creo. Ya nunca más te veré cómo antes. – y después de yo decir estas palabras, clavo el cuchillo en mi vientre, provocándome que mi cuerpo se retorciera de dolor y que me quemará la piel. Gritaba sin poder parar, pero cuando sacó el cuchillo, mi piel dejó de doler y mi herida se fue curando lentamente.

– Haré esto y más hasta que estés de acuerdo en volver a trabajar con nosotros. Lo harás por las buenas o acabarás de la misma forma que acabaron los que mataste esta mañana.

– Pues aquí me tienes, ¡matame! Me niego a volver a participar en tus juegos. Me destrozaste la vida, que quitaste mi inocencia, no supe que era divertirme con amigos o mi propia familia, me separaste de todos ellos, hiciste que me revelará contra ellos. No pienses que voy a ceder tan rápido, antes tendrás que hacer mucho más que clavarme un simple cuchillo. – dije mientras le escupía mi sangre en su cara.

Se quedó parado, sin hacer nada y sin quitarse mi saliva. Eso realmente me asustó. No sabía que podía hacerme ahora, pero estaba preparada para todo lo que se me viniera encima. Si iba a morir, mi último pensamiento sería recordar estas últimas semanas; dónde han estado todas las personas a las cuales más he querido: Jessica, Scarlett, Laura, Thalía, Mama, Papá, Jack, Scott y por supuesto Danny.

Danny a vuelto a encender algo en mi, algo distinto a lo que despertó Hugo en mi, es algo diferente y por culpa de estar aquí, nunca averiguaré lo que es. Espero que me perdone por no volver, ya que se lo había prometido...

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora