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Entré en la habitación donde mis invitados dormían, y todavía seguían dormidos.

Habíamos intentado despertarlos, pero ellos al parecer, cuando duermen, duermen.

Me acerqué a la ventana y despacio subí la ventana, para que así las luz los fuera despertando poco a poco.

Al girarme me veo a Danny delante de mi desperezándose. Estaba sin camiseta... ¡Estaba sin camiseta!

- Buenos días Jennifer. - dijo mientras bostezaba. Cada vez que se movía, sus músculos se definían y hacia que mi boca se secara.

- Buenos días Danny. Haz que tu hermano se despierte, tenemos cosas que hacer. - dije mientras cogía ropa de mi armario.
Al salir de allí, me fui directa al baño y allí, comencé mi ritual de la ducha por la mañana temprano.

Al bajar a la cocina, vi que ya todos estaban esperando a que yo bajara.

Nos montamos en los coche y nos dirigimos al nuevo apartamento de mis amigos. Era un tercero y sin escaleras, así que entre todos empezamos a subir las cosas para ir dejándolas en el gran salón del piso.

Lo primero que subimos, fueron los muebles de la cocina. Quitamos los azulejos negros y lo que hicimos fue ponerle cemento para poner los nuevos azulejos. Unos blancos color hueso para que pegaran con los muebles en color manzano. E de admitir, que los muebles de la cocina los escogí yo.

Danny y yo, nos metimos dentro del piso para empezar a pintar las paredes en color azul, (que antes estaban en rosa)

– ¿Seguro que no quieres dejar el rosa? Te favorece mucho. Hace juego con tu tono de piel. – dije rompiendo a reír, mientras el me miraba serio y desafiante.

– No es gracioso. – dijo mientras se cruzaba de brazos y se le notaban los bíceps con la camisa blanca y estrecha que llevaba. Yo intenté parar de reír pero seguía, era como un no parar, hasta que sentí mi cuerpo totalmente presionado contra la pared.

Mi risa paro y lo único que llegue ha hacer era mirar el rostro de mi amigo que estaba completamente pegado al mío.

– ¿Donde quedó tu risa Jenny? – dijo Danny pegando más y más su cuerpo al mío. Estaba intentado controlar mis impulsos de empujarlo o de no ponerme nerviosa pero... ¡Es que no podía! ¡ESTE NIÑO ME PONE NERVIOSA! – ¿Qué te pasa Jenny?

– ¿A mí? ¡Nada! – dije intentando calmar mi respiración. Si lo que quería era ponerme nerviosa... Lo ha conseguido.
Espera... ¡Eso es, eso es lo que quiere! Pensé algo rápido y en lo único que pude llegar a pensar es en colocar sus manos sobre mis caderas. El tensó los brazos consiguiendo el efecto que quería. ¡No sabe lo que voy ha hacer! Yo rápidamente coloqué mis brazos sobre sus hombros y acaricié su nuca entregando mis dedos por su pelo. Pegué mi cuerpo al suyo, notando cada parte de su cuerpo, a lo que él respondió con una respiración entre cortada. Cambiamos de posición y ahora, era él, el que estaba contra la pared. Me acerqué a su cuello y deposite varios besos. – ¿Qué te pasa a ti ahora, Danny?

Ahora llegó la hora de hacer lo que más me gusta, meter mano (oye, sin que suene mal eh! Empecé a meter mi mano lentamente por debajo de su camisa, mientras me mojaba los labios, gesto que llamó la atención de Danny.
Mi mano al parecer estaba algo fría que cuando llegué a su pecho, este tembló y miró hacia abajo. Volví a pegar mis labios a su cuello y fui subiendo hasta su oreja. Escuché varios pasos por detras nuestras pero, todavía no quería separarme. Notaba que Danny estaba demasiado contento... ¡Pobrecito, lo estaba dejando caliente aquí mismo!

¿Pasa algo aquí? – dijo mi hermana Thalía desde la puerta. Estaba mirándome algo sería, pero en su interior sabía que estaba loca de contenta. Ella quería encontrarme novio.

– No, nada. – dije apartándome de el. – Estábamos hablando de como quedaría el cuarto de Danny, solo quería que lo ayudará a decorar. ¿No es así, Danny?

Él sólo se limitó a asentir mientras Thalía y yo abandonábamos la habitación. ¡Pobre Danny!

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora