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– Voy a salir, vendré a las 9. – cogí las llaves del coche y me dirigí hacia la puerta pero 4 personas muy muy pesadas y muy muy controladoras se interpusieron entre la puerta y yo. – ¿Y ahora qué os pasa, queridísimas hermanas?

– ¿A dónde vas? – dijo mi hermana Thalía. Todas mis hermanas esperaban mi respuesta, todos menos Laura que ya sabía dónde iba.

– Voy a ayudar a tu amiguito en matemáticas. – dije mientras intentaba hacerme paso entre ellas. – Deberías venirte Thalia, así aprendes algo en tu vida. Y aparte estás con tu “novio”

– No necesito ir contigo. Además, te he dicho que te hicieras amigo de él para que tuvieras algún que otro amigo. ¡Y NO ES MI NOOOVIOOOO – dijo a la defensiva. Su mente decía otra cosa, pero... Soy la hermana mayor, ¿a quien pretende engañar?

– Pues haz lo que quieras. – fui rápido al coche, me monté, arranqué y me fui en dirección a la casa de Danny y Scott.

Sabía que tarde o temprano mi hermana parecería y como siempre llevo razón, algo golpeó el techo del coche y me la vi a ella en cunclillas pidiéndome que abriera la puerta del copiloto.

– Siempre tengo razón hermanita, siempre.

(...)

– Vale, me rindo. – dijo mi hermana por tercera vez. Mi paciencia se estaba agotando con ella. Siempre me sacaba de quicio y como no me desahogara...

– Vuelve a repetir esa frase y, te tragas el libro. – dijimos Danny y yo a la vez, cosa que ocasionó que nuestra risa se escucharán por toda la biblioteca. La bibliotecaria se acercó y nos dijo que nos callaramos.

– Los dos tan violentos. – dijeron Thalía y Scott a la vez, haciendo que los dos se ruborizaran. ¿Por qué tan adorables?

– Bueno ya se está haciendo tarde, deberíamos volver a casa Thalía. Mañana os ayudaré más y, la próxima vez. – dije mirando a mi hermana, que en ese momento me miraba con confusión. – No me traeré a mi irritante hermana.

– ¿Por qué no cenáis con nosotros? Conocemos un sitio muy bueno. – dijo Scott sin mirarnos.

– Lo siento Scott, nos esperan en casa para cenar. – dijo Thalía mientras se ponía la mochila en sus hombros. En verdad deseaba quedarse pero sabía que yo necesitaba una ración de lo mío, (osea, sangre) pero... ¿Quien sería yo, para interponerme entre los amoríos de mi hermana?

– Pero... No os negaremos un helado. – dije para que Thalía se llevará una sorpresa. Su reacción fue sonreír como una tonta y de sus labios salió un gracias inaudible para el oído humano. Nuestros acompañantes sonrieron satisfechos y juntos salimos de la biblioteca.

Nos dirigimos a mi coche y deje que Danny se sentará a mi lado (que sinceramente lo prefería), mientras que Thalía y Scott se sentaban detrás.

– Menudo coche, es la polla. – dijo Danny inspeccionando el vehículo.

– ¡Joder! Qué directo. Me lo regalaron mis padres cuando cumplí 17, osea, el año pasado.

– Ojalá y mis padres comprándome un coche. – al decir eso, su cara se entristeció ¿Qué le ha hecho pornerse así? Intenté pasar del tema para no preguntarle y mientras arrancaba, veía como mi hermana miraba de reojo al chico que tanto le gustaba. ¡Mi hermana y sus ataques de nervios! 

Mientras conducía puse una canción, titulada Habibi y todos nos pusimos a cantar, sin vergüenza alguna en el coche, lo que ocasionó que por lo menos mi hermana y el otro se mirarán a la cara y se riéran juntos. De nada hermanita.

Llegamos a la tienda que normalmente veníamos a tomar helado mi familia, ya que venden los  mejores helados y, un amigo de la familia, (muy muy viejo) nos recibía siempre con los brazos abiertos. Danny vino conmigo a pedirlos mientras los otros dos, se quedaron el en coche porque tenían frío.

Charlie, (que así era como se llamaba el vendedor de helados) se alegró mucho al verme, pero su cara cambió totalmente cuando vio a Danny.

– Hola Charlie, ¡Cuánto tiempo! ¿Porque no has abierto durante estas dos semanas anteriores? – dije mientras lo miraba. Pero él sólo se dignaba a mirar a mi acompañante.

– He tenido problemas con la familia. – ¡¿Problemas con la familia?! ¡Ah claro! Su hija....

– Bueno, espero que todo haya salido bien. – dije intentado disculparme. ¿Cómo se me había  podido olvidar? – Charlie, me  gustaría que me pudieses  dos helados de oreo con caramelo y nata y otros dos de galleta, nata y chocolate. – dije mientras le dejaba el dinero en el mostrador y miraba a mi acompañante, el cual había desaparecido de mi lado. Lo busque y no lo encontraba, hasta que me dio por mirar hacia la entrada y lo vi, apoyado en la puerta mirando hacia la calle. ¡Capullo, vaya susto!

Al terminar de prepararlos, me di cuenta de que ahora, estaba a mi lado. El me ayudó a cogerlos, y cuando iba a salir por la puerta, Charlie llamó mi atención haciendo que vuelva a entrar dentro del local.
Le dije a Danny que le entregara a Thalía y Scott sus helados y que me esperara en el coche.

– Charlie, ¿Qué ocurre?

– No deberías de rodearte con humanos, no quiero recordarte...

– No tienes que recordarme nada, me acuerdo perfectamente. Sólo son amigos de instituto. No pasará como la última vez. – dije alejándome de el. Soy una adolescente, no gilipollas. Tengo más años que él y muchísima mejor memoria. Sali del local y me lo encontré fuera, esperándome. En esa posición, Danny se veía ¡muy sexy!

– ¿Todo bien?

– Perfectamente. – dije entregándole su helado. Hacía muchos años que no comía comida de humano. Nosotras nos regimos más que nada a la sangre. Abandonamos totalmente la comida, por una experiencia traumática, que sinceramnete, no me gustaría ni recordar.

Olvidé, completamente, lo  que era llevarse un helado a la boca, sentir  el frío que propaga, el azúcar intenso que expande por toda la lengua... Es cómo volver a nacer, de una manera exagerada. 

Nos montamos, (Danny y yo) en el coche y notamos que la parte de atrás estaba muerta, sin sonido alguno. Los dos chicos estaban callados sin mediar palabra mientras se comían su helado. ¡Pero, serán aburridos!

¿Cómo coño hago para que estos dos se hablen? Venga Jenny, piensa algo.
Y de repente, se me vino una gran idea. Ya que tenía el número de Danny, decidí enviarle un WhatsApp.
Su móvil sonó y al ver de quién era, me miró extrañado. Le dije que abriera el mensaje y, así lo hizo. En su pantalla de móvil aparecía lo siguiente:

Sinceramente, no debería de meterme en esto, pero lo hago. Mi hermana se ha «enchochadi» con tu hermano y por lo que veo, el también de ella. ¿Qué te parece si hacemos algo digno de hermanos mayores y le damos la posibilidad de que hablen, porque vamos, la parte de atrás de mi coche está muerta.”

Al leer eso, Danny sonreía tontamente a su móvil, y nada más que terminó de leer, comenzó a escribir la respuesta:

“Cuenta conmigo.
Pero.... ¿Qué hacemos?”

Una muy buena pregunta que por ahora, no tiene respuesta.

“¿Qué crees que podemos hacer? ¿Le damos un tema de conversación?

Danny mira mi mensaje, y se queda pensativo mirando a la nada. ¿Qué se le estará pasando por la cabeza? Pero cuando lo intento.... ¡¿Qué pasa?! ¿Por qué no puedo? ¿Qué coño...? En ese momento, recibo un mensaje de mi amigo.

“ Contacto: Scott
¿Qué te parece si los ponemos ha hablar? ”

Me miró, y acto seguido le contesté con una sonrisa. Le pasé a mi hermana. Ella rápidamente por evitar mirar a Scott (que la había pillado) cogió su móvil y al ver lo que tenía delante, sus ojos se abrieron y me miraron con un tonto de timidez.
Y antes de pudiese decir algo, un «de nada» salió de mis labios.

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora