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– ¿Qué yo que? ¡Dios! Qué vergüenza. – le dije a Thalía que le enseñara a Scott a cocinar. Le había contado a mis hermanas lo que pasó con sus padres y ellas se lo tomaron al igual que yo.

Se ofrecieron voluntarias a ayudarme, y, Danny y Scott, nos dijeron treinta mil veces gracias por ayudarlos. Apenas nos conocíamos de nada, pero había algo que me hacía sentirme unidos a ellos.
También les conseguí un trabajo, para que tuvieran más de lo que sus padres les daban.

Estábamos en una tienda a las afueras de nuestro pueblo, comprando todo lo que ellos querían para su nueva vivienda. Cuando ya estábamos apunto de pagar, mi móvil comenzó a sonar y tuve que alejarme de mis hermanas y de mis amigos un momento.

– Hola mamá. – dije mientras salía de la tienda.

– Jenny querida, no sabes lo preocupada que estaba por ti, pensé que habías...

– ¿Desaparecido? No madre. Solo estoy en la tienda de Edu, comprando un par de cosas. Unos amigos de instituto se van a mudar y todas les estamos ayudando.

– ¿Amigos de instituto? No nos habías dicho nada.

– Porque siempre os ponéis pesados cuando nos hacemos nuevos amigos.

– Pues ahora voy a ser más pesada, está noche vendrán a casa a comer y, como no los traigas, iremos a buscaros. – colgó el teléfono y me dejó hablando sola. ¡Qué cabezota! ¡Bueno, yo no me puedo quejar, soy igual!

Me dirigí a los coche y vi que todo estaba ya metido en ellos. Mis hermanas y mis acompañantes, me esperaban pacientemente mientras hablaban sobre algo.

– Cambio de planes. Mamá nos quiere ver a la hora de comer en casa, a todos. – dije mientras miraba a Scott y a Danny. – Ustedes también entráis en la palabra todos.

– Pero, las cosas...

– Hoy es viernes, tenemos todo el fin de semana para montar las cosas. Además, ¿Creíais que está noche dormiríais en el piso? Somos humanos, no máquinas de construcción. – dije mirando a mis hermanas. Técnicamente nosotras si podíamos montar todas esas cosas.

(...)

– Espero que os guste. – dijo mi madre a Danny y a Scott mientras contemplaban los platos. Mi madre nos había echo la famosa comida de los Turner, salmón al curri. Esperamos a que ellos probaran la comida, ya que son los invitados y, cuando masticaron la comida, una sonrisa apareció en el rostro de cada uno haciendo que mi madre se pusiese contenta.

– Está riquísimo señora Turner. Perdón, Johana. – mi madre les había prohibido llamarla señora, ella decía que le hacía sentirse vieja.

Todos en la mesa empezamos a reír. Podía leer la mente de Scott y veía que estaba encantado de estar con nosotros, envidiaba la relación que teníamos con nuestros padres, y como se comportaban con nosotras.

Terminamos de cenar y acompañé a mis invitados a mi habitación. Ellos se quedaron confusos y esperaron a que hablase.

– Está será vuestra habitación, hasta que montemos la vuestra. Esa puerta conduce al cuarto de baño, podéis coger todo lo que necesitéis.
Las toallas están en el armario de la derecha y bueno la ropa, intentar hacer hueco en mi armario. Cuando fui a cerrar la puerta para que tuvieran intimidad, Danny me cogió la mano y me hizo retroceder hasta estar cerca de el, más de lo normal.

– Gracias por ayudarnos, lo digo enserio. No sé cómo te lo vamos a agradecer. – dijo con ojos sinceros. Sus ojos brillaban y su respiración era algo agitada. Al parecer mi presencia le hacía ponerse nervioso. No puedo negar que el sentimiento no sea mutuo.

– Solo quiero que estéis bien, y si yo puedo ayudar en eso, seré una chica feliz. – dije mientras los dejaba en mi habitación y bajaba para ayudar a mi madre a recoger la cocina.

No tardaron más de media hora en bajar, y cuando lo hicieron, nosotras en nuestro, patio habíamos echo una hoguera.

Siempre que teníamos invitados habíamos algo especial, y como no era verano y no son vampiros, pensamos en hacer una hoguera para quemar nubes de azúcar y estar al aire libre. Las noches ya eran algo frescas así que les dije a los dos que se bajar unas sudaderas.

Nos sentamos en amacas cerca del fuego y empezamos a hablar sobre temas de que hacer mañana, y las cosas.

– ¿Qué os parece nuestra casa? – dijo Scarlett mientras comíamos nubes y patatas. Bueno después de un siglo sin comer comida de humanos, ahora estábamos aprovechando todo los que podíamos.

– Gigante. – dijeron los dos mientras nosotras nos reíamos. Después de ese instante nos quedamos viendo la hoguera un rato y, pude percibir como Danny y Scott hablaban por lo bajini, hasta que por fin habló.

– ¿Que os parece si nos tomamos una foto? – dijo Danny mientras sacaba su teléfono. Todos saltamos de nuestro asientos y nos pusimos a su lado. – Es la primera vez que estoy rodeado de tantas mujeres, ¿No debería de acostumbrarme, no?

– No. – dijimos todos incluido su hermano. Nos tomamos varias fotos haciendo el tonto, rodeando la hoguera, unos encimas de otros haciendo el famoso “sandwich”

Esa noche fue una de las mejores, fue una de las noches que tanto añoraba. Añoraba ser una humana, ser frágil.
Ahora tenía una misión, no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño a mis amigos.

Podía ver cómo mis amigos se divertían y se olvidaban de los malos momentos, ahora Scott solo pensaba en nosotras, lo feliz que lo hacíamos, los momentos que compartíamos...
Pero, ¿Qué pensará Danny? Espero que lo mismo

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora