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– ¿Qué os apetece de comer? – dije mientras terminaba de curar a Scott. Bueno... Mis hermanas habían desaparecido porqué, ellas no podían estar en contacto con la sangre humana mucho tiempo y, el porqué de yo si, es otra larga historia.

– Jenny... Yo...

– ¿Se puede saber cómo coño habéis acabado en manos de esos tres gilipollas? Este pueblo es una mierda, ya podéis ver el comportamiento de vuestros padres.... Este pueblo saca lo peor de la gente. – dije apoyándome en la isla de la encimera.

– Estábamos hablando de... Del piso. De como lo íbamos a decorar con vuestra ayuda y al mencionaros... pues paso todo aquello. – dijo Scott cabizbajo. Se sentía mal porque, en el fondo tenía miedo de volver a enfrentarse con ellos. Scott no es de esos que les plante cara a la gente así. Él es más reservado.

Danny sin embargo es más echado hacia delante, lo que le lleva muchas veces a las peleas.

– Espero que los dos hayáis aprendido que... Si no sabéis técnicas de defensa, jamás os enfrenteis a alguien. – dije con una sonrisa mientras los dos me miraban.

– Tú... ¿Tú sabes....? – dijo Danny incorporándose y posándose sobre sus dos pies. Estaba completamente sorprendido.

– ¿Tú porqué crees que las Turner estamos como estamos? – dije mientras ayudaba a mis dos amigos y los llevaba al patio donde estaban mis hermanas aguardando a que estuvieran sanos y sin ningún resto de sangre.

(...)

– Laura, ¡levanta más las manos! Scarlett, ¡más fuerte! – ya que nuestros invitados estaban un poco «fuera de servicio tras la pelea» decidí que vieran más o menos de que se trataba nuestros mecanismos de defensa, pero que conste, era muy difícil luchar sin nuestros dote vampíricos.

– ¿Cómo ha echo eso? ¡Nunca había visto algo parecido! ¡Ni es las películas! – dijeron los dos a la vez la mar de contentos. Todos nos reíamos, hasta que escuché la puerta de nuestra casa y fui a abrir.

– ¿Hola? ¿Qué haces...? – pero antes de que pudiera terminar la frase, ya se había colado en mi casa y sentado en mi sofá.

– Gracias Jenny, por todo. – dijo el mientras se quitaba su mochila y palmeaba su lado derecho para que me sentase, pero opté por sentarme en frente, con una mesa de hierro de por medio. – Bueno... Cómo quieras. He venido a traerte... – pero en ese momento entró Danny, haciendo que fuese lo que fuese que tuviese Hugo en su bolsa, lo guardara inmediatamente.

– Jenny, tus hermanas... Perdón, ¿Interrumpo algo? – dijo Danny desde la puerta del patio, introduciéndose al salón. Se quedó parado viendo a mi invitado, bueno más bien infiltrado. ¿Alguien se ha puesto celoso?

– Danny, este es Hugo. Un viejo amigo de la familia. – dije mientras le decía a Danny que se sentará a mi lado. Hugo se tensó ante la cercanía de Danny y mía. ¡Bingo!

– Encantado de conocerte Danny. Por lo que veo, tienes varias heridas. ¿Te has portado mal con las Turner? – dijo mientras se reía. Ya tiene que empezar con sus tonterías....

– No, que va. Tengo otras formas de acabar con las Turner y creo que a Jenny le encantaría. – dijo mientras me acariciaba la barbilla y se iba a la cocina. ¡Danny te como todo tu ser!

– ¡Qué directo es tu amigo! – dijo Hugo algo enfadado. – Solo vengo a traerte lo que necesitas de mi. He oído que no quieres tener mucho roce conmigo.

– Y así es, ten por seguro de que si hubiera sabido otra forma de cambiar lo que pasó aquella noche, créeme, hubiera echo lo imposible. – dije llevándolo a la puerta y sin darle lugar a decir nada, le cerré la puerta. Todos los recuerdos seguían flotando por mi memoria cada vez que hablaba, olía, o sentía a ese chico y quiero que cambie.

– ¿Problemas en el paraíso? – dijo Danny con un vaso de agua en la mano.

– ¿Quieres acabar peor de lo que ya estás? – dije cruzándome de brazos y aguantándome la risa. Él se quedó serio y al ver que era broma, comenzó a reír casi atragantándose. Los dos comenzamos a reír mientras le daba golpecitos en la espalda para que se le fuese la tos.

– Tengo que llevar esta bolsa arriba, ¿Me acompañas? – dije desde la escalera. Este me acompañó y subimos juntos.

– ¿Quién era ese? ¡Me cae mal!

– ¿Y eso? ¿Celoso de que tenga algo de roce conmigo? – dije mirándole desde la escalera. Él se quedó mirandome fijamente, de tal manera que sentía como se metía dentro de mi...

– Podría ser... – dijo mientras subía la escalera y dejándome atrás. ¡¿Porque me encanta tanto este niño?! Me voy enamorando ohhhhohhhhh 🎶

Cuando guardé la bolsa en el armario de Thalía, salí del cuarto con Danny con la desgracia de que el resbalara y al intentar cogerle, terminado cayendo los dos. Acabe abajo y sentí como mi pierna se había salido de su sitio .
Mi cabeza daba vueltas, y no sentía las respiraciones de Danny sobre mi, hasta que lo vi sentado a mi lado.

– ¡Jenny!¡Jenny! – dijo el, colocándome las manos sobre mis mejillas. Estaban tan asustado, que sus manos temblaban. – Jenny, ¿Puedes escucharme? – seguía gritando y eso hacia que cada vez me doliera más la cabeza.

– No grites. – dije intentando levantarme. Al intentar incorporarme noté como los huesos de mi pierna se movían como si de un puzzle se tratase. – Danny, llama a alguna de mis hermanas. – dije aguantándome las ganas de gritar, mientras el salía corriendo en busca de mis hermanas.

Necesitaba alejarlo de mi para poder colocar bien la pierna. Al hacerlo, no pude aguantar las ganas de gritar, soltando un gran alarido asustadizo.

Dos minutos más tarde, apareció Laura con Scarlett y al verme, sabían que tarde o temprano mi pierna estaría como nueva, pero algo de paripé había que hacer.

– Jennifer... ¿Qué coño?

– Laura, la pierna... – dije aguantándome mientras se me saltaban algunas lágrimas, todas finjisteis la verdad.

– Pero, ¿Cómo os habéis caído? – dijo Scarlett mientras me cogía en brazos junto a Laura.

– Danny vio un billete y me lo hizo saber. – dije mientras me reía. – Dile a las demás que vayan haciendo algo de comer, que los chicos tendrán hambre.

– La comida puede esperar. – dijo Danny mientras abría la puerta de mi habitación (donde ahora ellos dormían) y me posaban en la cama.

Mi hermana cogió una inyección de esas anti-inflamatorias y otras de morfina para que no doliese más. Me pusieron una venda y ¡Lista!

– ¡Tú! Mírame. No te quites la venda bajo ningún concepto, como te pase lo mismo que la anterior vez, te mato. – dijo Scarlett abandonado el cuarto junto a Laura.

– ¿Qué pasó la anterior vez? – dijo Danny confundido.

– Ya te lo contaré. – dije sonriendo.

– Siento lo de...

– ¡Una mala tarde la tiene cualquiera! No todos los días me caigo con un amigo por las escaleras.

– No te olvides del billete. – dijo mientras nos reíamos los dos.

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora