1. Los presos no salen de sus celdas

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Hoy será un mal día.

Como si ya no sufriera el calvario de soportar el hecho de que mi minúscula existencia no va a trascender ni producir ningún efecto en generaciones futuras, Patrick hoy me dijo que debo salir de la casa.

Hubiera sido más placentero que me transmitiera aquello a las 12:30 del mediodía, cuando mi mal humor de la mañana ya casi no me afecta.

Pero no. No puedo disfrutar de uno de los simples placeres terrenales, como descansar, porque Patrick se ha asegurado de que mi existencia sea una miseria.

De todas formas, le tengo un alta estima Patrick. Es mi mayordomo desde que tengo memoria. Claro que en cualquier otro caso, este hombre hubiera recibido el título de niñero, pero yo nunca he necesitado un niñero. Por lo tanto es mi mayordomo desde que tengo memoria.

Me incorporo y me tomo seis minutos exactos para estirar y relajar mi cuerpo. Necesito hacer esto a diario porque si no, siento el cuerpo tenso todo el resto del día y aquello puede desencadenar en un ataque de pánico. Al parecer este es uno de los síntomas del Asperger más comunes (tener ciertas rutinas). He leído todo sobre el Asperger, que es un trastorno en mi desarrollo cerebral.

Si, soy un trastornado.

Patrick dejó una muda de ropa sobre mi cama porque sabe que no llego al armario donde guardo la ropa. Tengo tantas cosas en mi habitación que mis padres se vieron obligados a construir un armario en el aire. Mi metro cuarenta tampoco ayuda.

Patrick me ha dejado un pantalón de algodón gris, una remera verde, unas medias blancas y unas zapatillas de abrojo grises.

Otra cosa: nunca he podido atarme los cordones de las zapatillas ni abrocharme un pantalón, ni una campera.

¡Pero Sher, si eres tan inteligente! ¿Cómo es posible que nunca hayas aprendido a hacer esas cosas tan simples? Pensarán.

Bienvenidos al hermoso mundo del síndrome de Asperger.

Hay cosas que simplemente no puedo hacer aunque lo intente, es como si mi cerebro de pronto decidiera drenarse y si le preguntaras algo simple como dónde se encuentra la península de Kamchatka, no sabría responderlo. Así que en consecuencia, todos mis pantalones son de algodón, sin tiras que anudar o botones que abrochar, solo tengo buzos que me quedan grandes (si me cuesta mucho sacar la cabeza por el hueco, podría darme un ataque de ansiedad) y mis calzados están compuestos por chanclas, pantuflas o zapatillas de abrojo.

Me vestí rápidamente (punto para Sher) y bajé las escaleras.

Cuando llegué al comedor principal mis criadas y mayordomos se encontraban preparando la mesa con rapidez. En cuanto llegué, aceleraron la velocidad y pude oír a Charles, el jefe de nuestros empleados, gritarles por la tardanza.

No es que yo fuera un amo atroz y malvado que azota a sus sirvientes si no ponen la mesa antes de que llegue. Es otro de los efectos colaterales de mi síndrome.

Estoy acostumbrado al orden y en mi mente imagino el desayuno perfectamente preparado en cuando aparezco y, si cuando llego no se encuentra así, también puede desencadenar en un ataque de pánico.

Mi vida es un "puede desencadenar en un ataque de pánico" constante. Mi madre dice usualmente que si no fuera por mi intelecto, no podría llevar el estilo de vida que llevo.

SherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora