18. El criminal cae en su propia trampa

1.4K 245 5
                                    

A pesar de que el traje de Gustavo seguramente estaba hecho para resistir todo tipo de ataques, estaba seguro de que las garras estaban hechos de un material especial, diseñado para atravesar todo tipo de cosas. Es por ello que no decidí resistirme: podía atravesarme el brazo sin esfuerzo alguno y, si tocaba alguna vena importante, probablemente matarme. Además, tampoco es que tuviera posibilidad de escapar si lo intentaba.

Héctor me llevó por la habitación hasta una silla y me sentó en ella con agresividad.

-Ahora, confiesa- me dijo, poniendo las garras peligrosamente cerca de mi garganta.

-No lo sé- contesté- Sebastian y yo perdimos su rastro poco antes de capturarlo.

Héctor no parecía creer una sola palabra.

-¿Me vas a decir que tú, que sabes lo que gente va a hacer antes de que siquiera lo piense y Sebastian, que puede controlar a la gente con solo pensarlo perdieron a mi hermano? Mi hermano, que solo tiene el poder de ser increíblemente insoportable...

Levanté una ceja.

-Creía que tu hermano era El Vidente- comenté- ¿No tiene poderes Videntes?

Héctor resopló, sabía que comenzaba a dudar sobre si había arruinado todo al atacarme y amenazarme. Comenzaba a creer que de veras no lo habíamos descubierto.

-Bueno, y eso- comentó despegando las garras de mi lado. Me froté el cuello, tenía unos cortes apenas superficiales pero no debía bajar la guardia.

-¿Dónde está Patrick?- Volví a preguntar, esta vez con más confianza ahora que no tenía esas garras mortales contra mi cuello.

-Patrick ha sal...

De pronto un estrépito en el baño lo interrumpió.

-¿Qué es eso?- pregunté e intenté correr al baño. Héctor me tomó del hombro, de nuevo sentía las garras contra él.

-Déjame a mí- me detuvo, pero antes de que pudiera dar si quiera un paso en dirección a la puerta, ésta se abrió de golpe y Patrick cayó al suelo. La había abierto con el peso de su propio cuerpo y ahora la puerta colgaba, completamente destrozada.

Patrick se levantó con rapidez y Héctor volvió a retenerme, las garras contra mi cuello.

-Un paso y lo mato- lo amenazó. Mi mayordomo miró en dirección a Héctor y luego a mi, sus ojos bañados en furia.

-Si le haces daño te juro que te mato- declaró Patrick.

-No tengo ni la más mínima intención de herir al niño- dijo Héctor- a menos que no colaboren con mis preguntas.

-Si no sueltas a Patrick, no pienso decir nada- contesté. Ahora que sabía mi Mayordomo estaba bien, me encontraba más tranquilo y podía pensar con mayor claridad. Héctor, sin soltarme, se acercó a Patrick y con la otra garra cortó las sogas en un golpe limpio.

-Siéntense en esas sillas- nos ordenó y lo obedecimos. Patrick me apretó el hombro, era su manera de decir que todo iba a estar bien.

-Usted sospechó que encontraríamos a su hermano desde el principio- le dije.

-Cállate, yo haré las preguntas.

-No estoy preguntando- contesté- la posibilidad de que Sebastian y yo volviéramos con información sobre el paradero de su hermano era casi inexistente. Usted estaba casi seguro de que en cuanto tuviera la oportunidad, su hermano nos diría la verdad y que yo no tardaría en deducir que él era el verdadero Golden Claw.

-Sabía que con solo verlo sabrías la verdad- contestó Héctor- lo supe en cuanto ustedes dos salieron, tardé mucho en darme cuenta y ya era tarde para hacer algo al respecto. Inmovilizar a tu mayordomo fue fácil, no se lo esperaba para nada- Héctor rió con malicia.

-Y ahora, solo hay que esperar a que mi hermano venga a rescatarlos. Entonces acabaré con él.

SherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora