Espere un momento el inminente golpe de un cuerpo golpeándose contra el suelo, los gritos de horror, los llantos. Pero no llegaron.
Miré a Patrick, el pobre hombre estaba más blanco que White. Tome y un papel con indicaciones turísticas de la ciudad que estaba sobre la mesita de luz y se lo di para que se abanicara.
Corrí hacia la ventana y me asomé: nada, como si se hubiera desvanecido en el aire, ¿Tal vez sabía volar?
Cinco minutos más tarde Sebastian y Gustavo estaban de nuevo en la habitación. Les expliqué lo que había ocurrido.
-¿No intentó herirte?- preguntó Sebastian arrodillándose delante mío. Me inspeccionó con preocupación. Negué.
-No, simplemente se soltó y se fue. No preguntó nada, no se llevó nada tampoco.
-Esto fue una pérdida de tiempo- suspiró Gustavo dejándose caer sobre un sofá de la esquina- nos tendieron una trampa.
-No es una misión del todo fallida- dijo Sebastian- escondí un micrófono en su chaleco.
Lo observé, sorprendido, ¿Cuándo había hecho eso?
-Bien hecho- Lo felicitó White. Sebastian comenzó a hacer tontas reverencias.
-Gracias, gracias, muchas gracias- agradeció el chico niebla.
-Enciende la computadora- le indiqué- necesitamos saber si se escucha algo.
Mientras Sebastian conectaba los equipos, Patrick, que había ido al baño a mojarse el rostro con agua fría, propuso ir a comprar el almuerzo. Gustavo le dio fajo de billetes y mi mayordomo se retiró. Se lo veía mucho mejor que unos minutos antes. Nos sentamos alrededor de la pantalla, Gustavo sacó unos lentes y se los puso.
-No sabía que usabas anteojos- comentó Sebastian acomodándose en la silla. El chico niebla conectó unos parlantes y subió el volumen a tope.
-Con la vejez vienen muchas cosas- agregó Gustavo- la mayoría no son buenas.
Pasaron veinticinco minutos hasta que Patrick volvió con la comida y durante todo ese momento no escuchamos ni una voz.
-No tuve tiempo de colocar el micrófono en un lugar más seguro- interrumpió Sebastian- y se lanzó por un edificio, lo más probable es que se le haya caído.
-No- dije comiendo la ensalada que me alcanzó Patrick- si el micrófono hubiera caído desde semejante altura se hubiera roto. No escuchamos voces pero, eso que suena constantemente es el viento.
-¿El viento?- preguntó Gustavo.
-Claro- dije, era lo más evidente del mundo- Hay una gran posibilidad de que se hayan alejado volando. Estoy un 98% seguro de que eso fue lo qué pasó.
-¿Hayan? ¿Son más de uno?- preguntó Sebastian. Pinché una arbeja y la saqué del plato, no me gustaban las arbejas.
-Probablemente. No creo que ella pueda volar- dije.
-¿Cómo lo sabes?
-Una corazonada. De todas formas eso no importa, lo que te debemos hacer a partir de ahora es enfocarnos en todos los sonidos que podamos, ya sea la bocina de un auto, la voz de un taxista, el sonido de una oveja, el chirrido de una puerta oxidada. Patrick- dije dirigiéndome hacia mi mayordomo- necesito que tomes papel y una lapicera, anota todo lo que escuchemos. Cualquier sonido que provenga de este micrófono es escencial, tenemos que aprovecharlo mientras La Muda lo tiene encima.
Patrick obedeció al instante.
-¿Qué planea hacer con toda esta información, señor?- me preguntó. Lo mire, Patrick no era tonto, estaba seguro de que entendía perfectamente lo que planeaba pero seguramente consideraba que debía aclararlo. Él solía decirme que a veces me dejaba llevar por mi mente y me olvidaba de los demás, que todavía estaban intentando entenderme.
Inhale y exhale lentamente.
-Necesitamos todo esto para rastrear su ubicación exacta.
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Sher
Action¿Quién diría que la mente más brillante le pertenece al flacucho niño autista de 13 años que tiene un dragón mascota? ¿Quién diría que es un superhéroe? Sher, desde ya, te diría que eso es imposible. Primer libro Saga Genetics