Cuando nos sentamos en la mesa del comedor, el resto del grupo ya se había marchado.
Golden Claw suspiró. Llevaba puesto una camisa blanca y una corbata negra, junto con unos pantalones negros y unos zapatos del mismo color.
-No hace mucho tiempo que mi esposa e hija fueron asesinadas por El Vidente- dijo, mirando el suelo- le había pedido a mi hija, Francisca, que construyera la garra para mi hermano. Él era el mejor. Siempre dispuesto, siempre atento. O eso creía. Hasta que las asesinó- Gustavo abrió y cerró la mano de oro- El envidiaba lo que había logrado con los Genéticos. Quería estar en mis zapatos, quería tenerlo todo. Pero logré mantenerlo lejos de este lugar. Al menos por un tiempo.
-Usted está un paso por delante- dije. White se removió en mi hombro, nervioso, ¿Qué le sucedía?- Pero no por mucho tiempo. Teme que su hermano esté planeando algo, algo que usted desconoce.
Gustavo asintió. Él intentó agregar algo más, pero lo interrumpí.
-Tiene la garra- me dijo White.
-Usted tiene la garra- comenté y Gustavo me miró, confundido- dijo que Francisca la había hecho para su hermano.
-Oh- dijo él, recordando- logré quitársela- respondió. Pensé que con ello mi hermano no tendría ventajas pero estaba equivocado, él tenía poderes ocultos. Poderes secretos. No se llama el Vidente solo porque sí- Gustavo sonrió- él posee la capacidad de ver el futuro. Tiene visiones.
-Y no, no es el Oráculo- aclaró Sebastian, que hasta el momento había permanecido callado. Se encontraba recostado en su silla, con ambos pies sobre la mesa. Su cabello blanco mezclándose con la pared- Yo mismo lo investigue, los griegos no tienen nada que ver con sus poderes.
-Imagino que usted sabe por donde empezar a buscarlo- le dije sacando una barra de chocolate. Gustavo asintió.
-Está aquí mismo, en Argentina. En estas tierras, precisamente. Ha venido a buscar algo que le pertenece.
-El guante- adiviné mordiendo el chocolate.
-Claro, el guante- repitió- Lo cual nos da una ventaja. Él se encuentra en nuestras tierras, en nuestro territorio.
-Este lugar debe ser del tamaño de una provincia pequeña- deduje- casi del tamaño de Tucumán.
-O quizás un poco más grande- agregó Sebastian, con los ojos entrecerrados- vivo aquí desde hace tiempo y nunca lo he recorrido por completo.
-La mayor parte del territorio no se encuentra ocupado- explicó Gustavo- Solo lo compramos para seguir expandiéndonos a medida que crece el número de Genetics en las instalaciones.
-Cómo DisneyWorld- aclaró Sebastian. Nunca había ido a DisneyWorld. Como dije antes, nunca fui un gran fan de salir de mi casa y la idea de tantos ruidos y colores y multitudes de gente me estresaba. No era un buen lugar para tener un ataque de pánico.
Inhalé y exhalé lentamente. No debo pensar en eso.
Noté que Sebastian y Gustavo me observaban.
-¿Estas bien?- preguntó el chico niebla. Asentí.
-No es nada- dije- entonces, pistas, imagino que tiene pistas- retome la conversación.
-Sabemos que se esconde en las montañas- dijo Gustavo- Estamos rodeados de ellas, son demasiados kilómetros para recorrerlas y a pesar de que los poderes de mis Geneticos son muchos y muy variados, no logramos acercarnos.
-Ahí entras tú, Sherlock- me dijo Sebastian, sonriendo. Las sonrisas se veían algo macabras en su perfecto rostro.
-Necesitan que recorra todas las montañas a pie- dije, recurriendo al sarcasmo.
-Sabes que no es eso- me dijo White. Rodé los ojos, el tampoco era muy bueno reconociendo los comentarios sarcásticos (o las preguntas retóricas, para variar).
-Claro, eso- me dijo Gustavo. El si entendía el sarcasmo (espero o moriría recorriendo la Cordillera de Los Andes) - y además, necesito que disminuyas el territorio de búsqueda. Es simple matemática.
Sonreí. Era bueno en matemática.
Mucho más bueno si era simple.
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Sher
Action¿Quién diría que la mente más brillante le pertenece al flacucho niño autista de 13 años que tiene un dragón mascota? ¿Quién diría que es un superhéroe? Sher, desde ya, te diría que eso es imposible. Primer libro Saga Genetics