13. La mente maestra

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La caminata duró unas cuadras más y durante todo el camino me invadió una mala sensación. A lo largo de los años había aprendido a confiar en mis instintos. Cuando nos detuvimos, todo mi optimismo se fue por la borda y fue reemplazado por miedo.

-Por favor, no tengas un ataque de pánico ahora- me dijo White. Oh, excelente.

Intente disimular mi terror y, en cambio, decidí comentárselo a Sebastian.

-Algo anda mal- dije. Sebastian se irgió a mi lado al instante.

-¿Qué sucede?- me preguntó mirando a nuestro alrededor con disimulo. Podía notar sus puños apretados a ambos lados de su cuerpo.

-Es sospechoso. El hermano de Golden Claw es astuto y alguien astuto no se acercaría aquí por cualquier motivo, más aún sabiendo la cantidad de Genetics que están del lado de Gustavo.

No podía sacarme la sonrisa de aquella chica de la cabeza. No podía estar sonriendo de aquella manera a menos que su plan estuviera funcionando tal y como ella quería.

-Tenemos que irnos- decreté. Miré en dirección a Sebastian, pero él no me observaba, si no que miraba un punto detrás mío.

Antes de que pudiera voltearme Sebastian me empujó a un lado y recibió el golpe por mi, cayendo de lado.

Me volteé rápidamente, por primera vez mis emociones avanzaban más rápido que mis pensamientos, inundándome de terror.

Sebastian aún se encontraba en el suelo, pero a nuestro alrededor una niebla comenzó a surgir del suelo.

Nuestro atacante vestía un sobretodo negro y una máscara de tigre. Antes de que Sebastian pudiera controlarlo, el hombre sacó una jeringa y se la clavó en el cuello.

-¡Corre!- me gritó White pero estaba paralizado. A medida que Sebastián comenzaba a perder la conciencia, la niebla comenzó a desvanecerse a su alrededor.

-Vendrás conmigo- dijo la voz masculina y no intenté contentarme: no podría escapar de todas maneras. Además, seguramente tenía otra jeringa escondida en aquel abrigo y quería estar consciente, se cual sea el lugar al que le llevaran.

La gente a nuestro alrededor parecía completamente ajena a la discusión, pasaban caminando por nuestro lado y nos rodeaban como si no existiéramos.

La chica muda apareció de la nada (literalmente se materializó frente a mis ojos) y tomó del brazo.

Aquello confirmaba mis sospechas: si ella se encontraba atada cuando la capturamos, era sólo porque quería.

El hombre enmascarado levantó al inconsciente Sebastian en brazos y en cuanto la Chica Muda tocó su hombro, los cuatro desaparecimos.

Fue tan solo un parpadeo, pero de pronto nos encontrábamos en una especie de galpón. No había nada allí a excepción de unas sillas, una mesa con restos de comida y un auto cargado de cosas.

La Chica Muda me hizo señas "No te muevas si sabes lo que te conviene" y claramente le hice caso.

Arrastró dos sillas hasta nosotros y entre los dos nos sujetaron a las sillas.

El hombre enmascarado se quitó la corbata y la puso alrededor de los ojos de Sebastian.

-Sus poderes solo funcionan si está observando a la gente a los ojos- supuse. El hombre enmascarado rió y se quitó la máscara.

Lo que vi me quitó la respiración.

Se encontraba allí mismo.

El Vidente.

Y Gustavo había olvidado comentarme un pequeño detalle.

Un detalle que lo cambiaría todo.

Ambos eran gemelos.

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