12. Mi complice

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Gustavo tomó un bolígrafo y un papel y comenzó a hacer un plan.

-Creía que usted era zurdo, señor- comenté observando cómo escribía con su mano derecha. Gustavo me observo, confundido y luego observó su mano.

-¿Cómo dices?- me preguntó.

-En su despacho, los lapiceros, su taza de té, su mouse, todo estaba colocado del lado izquierdo- comenté, recordando.

-También usaba lentes- dijo White. Lo observé, mi dragón tenía razón, pero si observaba con claridad, tenía puestos unos lentes de contacto azules.

-Soy ambidiestro- comentó con una sonrisa de satisfacción- otro superpoder.

Asentí, todo tenía más sentido ahora.

Gustavo nos explicó el plan, el cual, honestamente, me parecía tremendamente malo. Estaba lleno de fallas y los resultados podrían ser catastróficos si salían mal pero por primera vez me calle. Golden Claw no era yo, pero era un hombre astuto. Había construido un hogar y reclutado a miles de Genétics por si solo, después de todo.

Al día siguiente todos los preparativos estaban hechos: el plan era que Sebastian y yo nos escabulléramos y los espiáramos, para luego volver con la información.

No sabíamos los poderes de los Genetics que había llevado consigo: solo que uno de ellos podía volar y la otra era muda y tenía una flexibilidad increíble. Faltaba averiguar los poderes del tercero.

Me vestí con mi ropa de siempre, Sebastian dijo que seria mejor pasar desapercibidos y como adición se puso un buzo que decía "I ❤️ Villa La Angostura" junto con un gorro verde horrible.

-Tengo otro gorro horrible para ti también- me dijo. Sonreí, repitió lo mismo que pensaba, normalmente ese era White.

-Buena idea, así pensarán que somos unos simples turistas- comenté comiendo un chocolate. Nos mire de reojo en el espejo: el mismo cabello blanco (el mío más amarillento) y los mismos ojos verdes. Cualquiera pensaría que éramos dos hermanos que salían por una caminata matutina.

A Patrick no le gustaba la idea pero de todas maneras nos dejó salir solos.

Comenzamos a caminar por las calles desoladas, tan solo se veía a alguna pareja de ancianos que salía del supermercado o algún adulto abriendo sus tiendas. Era muy temprano y hacia mucho frío.

-¿Porqué Sher,eh?- me preguntó Sebastian de pronto. Tenía ambas manos en los bolsillos y faltaban bastantes cuadras para llegar al lugar en el que, en teoría, se encontraba El Vidente- entiendo que proviene de Sherlock Holmes pero, ¿No te resulta raro que nadie sepa quien sos en verdad?

Suspire.

-Cuando sos yo no hay mucha gente que te conozca como para que ello llegue a molestarte- me sinceré- hasta hace un tiempo solo hablaba con mis padres, Patrick, quizás algún empleado de la mansión y de vez en cuando algún médico o psicólogo. Nunca tuve ningún amigo a quien confiarle mi nombre, creo que con todas mis rarezas, el ser Sher es algo más. No conozco al que tiene mi verdadero nombre. El que tiene mi nombre real es un chico que tenía que nacer libre de problemas, destinado a ir al colegio en Londres o quizás en Argentina, a tener amigos, a no saber resolver cálculos, a no tener un dragón mascota. Ese no soy yo.

Sebastian lucia confundido, tal vez no entendía de lo que hablaba.

-Pero eres una persona normal, solo tienes un toque especial, como yo, como el resto del Escuadrón...en fin, solo quiero que sepas que puedes confiar en mi. No me importa si eres Sher u otra persona, estoy feliz de ser tu Veterano.

Sonreí, ¿Era posible confiar en este hombre? Tal vez el era mi Patrick amigo, en vez de mi Patrick mayordomo.

Todavía faltaban unas cuadras, pero a cada paso que daba, me sentía más cómodo a su lado. Me había terminado mi chocolate y estaba pensando en qué tal vez algún día le diría mi nombre.

Además, White no había dicho nada en toda la mañana.

SherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora