Aparecimos dentro del baño de la recepción del hotel. No hacía falta aclarar lo minúsculo que era. La claustrofobia no tardó en llegar.
-¡Salgan!- intente hablar con la voz sofocada.
-Un Segundo- pidió Sebastian y abrió rápidamente la puerta para luego cerrarla detrás es de él.
Justo cuando sentía que estaba por empezar a llorar, Sebastian nos avisó que podíamos salir. Casi al instante, Gustavo se dirigió al pomo de la puerta y la abrió, permitiendo que hubiera más espacio. Todos salimos y, por suerte, no había moros en la costa.
Bueno, no por suerte, gracias a Sebastian. El Capitán del Escuadrón había usado la niebla para convencer a los invitados de que fueran a sus respectivas habitaciones y dejaran la recepción despejada. Incluso la recepcionista y el portero se habían retirado de la escena.
-Deberías sacarlos a todos del hotel, Sebastian- le dije, una vez que me calmé- No sabemos qué clase de peligro pueden correr una vez que nos enfrentemos a Héctor.
Mi amigo asintió y al instante comenzaron a escucharse pasos y el sonido de puertas abrirse y cerrarse. En unos minutos el edificio estuvo vacío.
-Bueno, ahora Héctor sabrá que estamos aquí- comentó Sebastian. Némesis se dirigió al mostrador y tomó una llave que se encontraba colgada en un lugar apartado de las llaves de las habitaciones. La llave de la puerta de entrada, claramente. La chica la cerró y volvió a reunirse con nosotros.
Némesis chistó para atraer nuestra atención.
¿Cómo saben que sigue aquí si quiera?
-Él cree que estamos siguiendo su plan. Según lo que habíamos acordado, a ésta hora aproximadamente intentaríamos estar de vuelta.
-Era parte de nuestro plan original usar la niebla así que, de todas maneras, no encontrará sospechoso que los clientes abandonen el hotel.
Gustavo no preguntó nada, era obvio que Sebastian ya le había contado cuál había sido el plan original.
-Si tenemos suerte, lo tomaremos desapercibido. Si no, no importa, seguiremos con el plan tal y como lo planeamos. De ambas formas Héctor se encuentra completamente rodeado y sin salida.
-Bien, comencemos con el plan- ordenó Gustavo.
👦🏼
-No me gusta nada la idea de que entres allí solo- se quejó Sebastian a medida que caminábamos por los pasillos hacia la habitación en la que nos habíamos hospedado.
-Sebastian, no nos queda otra alternativa. Héctor no encontraría creíble que tú buscaras a mi mayordomo, debo ser yo.
-Que seas un niño no le importa, lo sabes, ¿Verdad? No dudó en herir a su propia sobrina.
-Claro que lo sé- contesté, metiendo tomando el último chocolate que me quedaba y me lo termine justo antes de llegar a la puerta.
Sebastian colocó su mano, pidiéndome que me quede quieto un momento y apoyó su oído en la puerta.
-No escucho nada- se lamentó y a continuación se agachó frente a mí. Tenía que ponerse en cuclillas para que nuestros rostros estuvieran medianamente a la misma altura- Prométeme que tendrás cuidado- me pidió. Asentí.
Sebastian se inclinó para darme un abrazo pero lo pensó mejor y probablemente imaginó que no era lo que yo más quería así que simplemente me sacudió el cabello y luego lo volvió a acomodar en su sitio.
-Suerte- susurró y se alejó trotando por el pasillo de manera tan silenciosa que cualquiera hubiera pensado que volaba.
Suspiré profundamente y estrujé el papel de chocolate. No tenía a Patrick, no tenía a White, ni tenía a Sebastian, estaba solo en esto.
Me adentré en la habitación intentando parecer tranquilo.
-Hola, Sher- me recibió Héctor.
-Hola Gustavo- contesté mirando en todas direcciones. No veía a Patrick por ningún lado.
-¿Dónde está Sebastian?- me preguntó. Me encogí de hombros.
-Creo que iba a pasar por el área de desayuno para comer algo.
Héctor rió, aunque ahora que prestaba más atención, su risa parecía seca y carente de diversión.
-Hay más probabilidades de que yo vuele antes de que Sebastian se desvíe de una misión.
Tragué con intensidad y, sin querer se me escapó una mirada hacia el cuarto de baño. Patrick debía estar ahí.
-¿Dónde está Patrick?- pregunté. Héctor se encogió de hombros, imitándome. Evasiva. Me estaba mintiendo tal y como yo lo hice. Su actitud infantil hizo que se le cayera la careta definitivamente, pero él no lo sabía.
-Bueno, iré al baño- le dije y me volteé.
Habían pasado sólo unos segundos pero no tardé en sentir algo filoso contra mi espalda.
-No lo creas- me dijo.
Me volteé despacio y allí estaba Héctor, que ya no se ocultaba. En su mano derecha llevaba la garra dorada y sonreía con malicia.
-Ahora dime- dijo hundiendo las garras en mi brazo, contuve el impulso de gritar- ¿Dónde está el estúpido de mi hermano?
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Sher
Action¿Quién diría que la mente más brillante le pertenece al flacucho niño autista de 13 años que tiene un dragón mascota? ¿Quién diría que es un superhéroe? Sher, desde ya, te diría que eso es imposible. Primer libro Saga Genetics