Capítulo 39

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"Papi, realmente no sé como dirigirme a ti, no sé que decir. Hay tantas cosas que quisiera contarte, y no sé como comenzar.
Quizás deba empezar por el hecho de que no estuviste conmigo cuando me rompieron el corazón, no estuviste cuando tuve mi primer novio, no estás ahora que al fin pude conocer el mar.
Y nada de esto es tu culpa, ni la mía, la vida puede llegar a ser muy cruel a veces, nos arrebata de golpe las cosas más importantes, nos deja tirados por mucho tiempo, o de por vida, como yo.
Gracias a Andrés siento que puedo sonreír, pero tú sabes que nunca voy a poder vivir sin ti, el primer hombre en mi vida, el verdadero y único amor de mi vida.
Te necesito papá, te necesito tanto, necesito tus consejos, tu olor, el sonido de tus botas al llegar a casa, los regaños, las sonrisas, los juegos, todo.
Si pudiera volver el tiempo atrás realmente lo haría, he construido una vida hermosa ahora, pero créeme cuando te digo que la cambiaría por un abrazo tuyo.
Cada vez que veo la luna, recuerdo esa historia que me contabas del conejo que se enamoró de la luna y como tuvo que morir para estar cerca de ella.
Hoy entiendo al conejo, por amor haríamos lo que fuera, y papá, yo no sé de donde he sacado fuerzas para sobrevivir sin ti.
Varias veces estaba pensando una manera para estar a tu lado, y me mantuve fuerte, y aquí estoy, extrañando te obvio, pero mírame, soy feliz, y una vez me dijiste que cada que me vieras sonreír tú ibas a hacerlo conmigo, pues sonríe papá, porque la niña de tus ojos hoy está al lado de una personita que la ama.
¿Recuerdas aquel fatídico día? Cuando te ibas a ir al trabajo, me cargaste en tus brazos, me dijiste "adiós" dijiste que me amabas y cuidara de mi, Santi y mamá mientras tú no estabas.
En ese momento no pensé que fuera a suceder aquello, simplemente iba a cuidar a mi mamá y mi hermanito por algunas horas, solo cuando saliera del colegio.
Pero no volviste, te despediste como si supieras que era tu final.
Y ese abrazo y esas palabras no fueron suficientes, si hubiera sabido que era el último, aún seguiría abrazándote.
Pero papá, debes estar feliz ahora ¿no?, ahora que yo soy feliz.
Y sé que voy a verte de nuevo, correré a tus brazos, vas a cargarme y vamos a sonreír de nuevo juntos.
Mientras ese momento llega, seguiré extrañando te a cada segundo, voy a seguir soñando contigo.
Eres el primero y único amor de mi vida, eso nunca lo olvides.
¡TE AMO PAPÁ!
Atte: La niña de tus ojos, que hoy al fin sonríe".

Salí de la habitación y allí estaba Andrés, con los chicos, todos me observaron el silencio hasta que Andrés se levantó del sofá y avanzó hasta mi.

-¿Estás lista?

Afirmo lentamente con la cabeza, y salimos de la casa.
Caminamos a la playa, nos detenemos cuando sentimos el agua golpeando nuestros pies descalzos.

Andrés saca un mechero de su short.

-¿Traes tu carta?

Le muestro la hoja doblada y él asiente.

-Dicen que cuando quieres decirle algo a una persona especial que ya no puedes ver, hagas una carta, le escribas todo lo que le quieras decir, le prendas fuego y la dejes ir con el viento.

Lo observo en silencio, unos minutos después, desdoblo la hoja y le quito el mechero de la mano a Andrés.

Volteo al cielo, siento el típico nudo en la garganta, comienzo a ver borrosas las estrellas por las lágrimas que amenazan con salir.
Suspiro, le doy un beso a la hoja, y le prendo fuego de una esquina.
La sostengo en mi mano mientras el fuego la consume, y lloro, siento como si esto de alguna manera hiciera que me despidiera de mi papá para siempre, pero en el fondo sé que no va a suceder, nunca lo voy a superar, pero tengo que aprender a vivir sin él.

El fuego comienza a subir más allá de la mitad de la hoja, y la suelto, observo llorando como se la lleva el viento.
Andrés pasa una mano por mis hombros, volteo a verlo y él también está llorando, se limpia un poco las lágrimas y saca una hoja doblada de su bolsillo, la desdobla y me quita el mechero de las manos.

Antes de que le prenda fuego le sostengo la mano deteniéndolo.

-¿Qué es?
-Mi carta
-¿Para quién?
-Tu papá.

Me quedo en silencio viéndolo unos segundos, aleja el mechero de la hoja y me pone la carta en las manos para que la pueda leer.

Bajo la mirada hasta la carta ya situada en mis manos, y leo un pequeño párrafo.

"Hola suegro.
No lo conozco lamentablemente, pero le prometo, por mi propia vida, que voy a cuidar de su hija, la haré la mujer más feliz del mundo, y siempre le hablaremos de usted a sus nietos.
Amo a ________ y nunca va a llorar si no es por felicidad".

Volteo a verlo con lágrimas en los ojos y él también las tiene, le paso la hoja, le prende fuego y observamos como se la lleva el viento.

-¿Crees que las lea?
Le pregunto a Andrés mientras ambos observamos el horizonte.
-Sí, va a leerlas.

Lo abrazo de la cintura y él me rodea en un abrazo.

-Nunca voy a dejar de extrañarlo
-Lo sé.

Me da un beso en la cabeza y lloro aún más, Andrés me aprieta entre sus brazos, puedo sentir su cuerpo temblando cuando solloza.

Siento que es un ángel que mandaron a mi vida por haberse llevado a mi papá.
Andrés sí es mi ángel caído.

Rompe Las Distancias  (Parcerito y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora