El miedo es solo una emoción. El miedo no debe dominarnos. El miedo es la parte que nos hace humanos.Miedo es lo que sentía al relatar las palabras de su padre, el miedo ocasionaba que temblaran sus manos. Tenía tanto y deseaba desaparecerlo como diera lugar, ¿Cómo? Era la pregunta. La clase continuaba, sus compañeros disfrutaban enfrentando aquella cosa. Ella no, ella deseaba huir y escapar lo más lejos que sus piernas le permitieran.
— ¡Parvati! ¡Adelante!
Las palabras de su profesor transmitían calma y gozo. Parecía disfrutar de la enseñanza, del estar con ellos, de presenciar todo. Pero, a pesar de las risas, de la diversión. Seguía teniendo miedo. ¿Debería fingir enfermedad? ¿Un dolor de barriga? ¿Cabeza? No lo sabía, lo único presente era seguir con la clase.
Escucho de nuevo la voz, Remus Lupin era su maestro de Defensa Contra las Artes Oscura. Un hombre humilde en la extensión de la palabra. Siempre descuidado, ropas sucias, calzado viejo, e incluso su maletín parecía tener años. Aun así, el seguía manteniendo esa sonrisa tan tranquila, como si el mundo se llegara a detener con solo amabilidad.
La cosa tomo otra forma, asustando a su oponente y con un simple Riddikulo borraba el miedo que generaba. Causando la risa deseada, una risa que no parecía escapar de sus labios. Su miedo creció conforme la fila pasaba, sus manos temblaron y por un segundo su varita escapaba de entres sus dedos. Tenía miedo, miedo a morir.
Una risa se escuchó, contagiando a los demás, confundiendo a esa bestia. Estaban ganando, la clase entera lograba distraer a la criatura. Y cuando llego su turno, sabía con certeza que fracasaría.
El miedo domina a la mente, se repetía, el miedo causa malestar, el miedo nos hace humanos.
Las risas cesaron. El ambiente cambio, la diversión parecía lejana y el boggart ganaba una batalla decidida. ¿La causa? Ella, quien dejaba escapar sus lágrimas, una por una. Sabia de sobra que era una ilusión, que era falso, pero su corazón le dictaba otra cosa.
Siempre temió a la muerte, pero verla en los seres que más ha amado en la vida, era muy distinto al presenciar la muerte propia.
Esa cosa se convirtió en su madre. Una mujer de encantadora sonrisa y brillantes ojos. Sus ojos no tenían brillo se encontraba en el suelo gritando desesperada por auxilio. Su padre apareció, jadeando, implorando por ayuda. Su hermano, su fiel confidente, bañado en sangre reía. Su pequeño, su preciado hermanito se encontraba muerto ante sus pies con la mirada vacía, el rostro hundido y cubierto de heridas.
¿Cómo...? ¿Cómo enfrentar eso? ¿Como pedir que se detuviera? Tomo su varita y susurro.
— Riddikulo...
Su aliento se perdía. La voz entrecortada gritaba que acabara, que se detuviera todo. Que su familia dejara de aparecer de una forma distinta cada vez, suplicando, pidiendo piedad. Deseando su final, deseando dejar de sufrir.
Su peor miedo, era verlos morir.
— ¡Ri-riddikulo!
Nada pasaba. El boggart seguía cambiando, disfrutando, alimentando su creciente poder. La varita resbalo de sus dedos, un sollozo se escapó de sus labios. Deseaba detenerlo, deseaba salvarlos. Y por un segundo, su mundo se quebró. El profesor se interpuso, la cosa se convirtió en una esfera grande y luminosa.
— Riddikulo
Se escucho en la sala y aquella criatura repugnante salió disparada en un globo desinflado. Remus contemplo a la joven que yacía en el suelo, cubierta por lágrimas y pesar. Como profesor de defensa, su obligación era enseñar hechizos eficientes para lograr combatir criaturas como ellas. El mundo mágico estaba tan acostumbrado a saber de ellas, de escucharlas, verlas. Los tiempos cambiaron, él cambio, la generación de ese entonces no estaba acostumbrada a ese tipo de pruebas.
— ...Es todo...deberán leer sobre los boggart y realizar un resumen. Lo espero el lunes a primera hora.
¿Qué hacer? Solo despedir a la clase. Los alumnos confundidos, inseguros, se detuvieron un momento escuchando los sollozos amargos. Remus repitió sus palabras, retirando a la clase, dejando a la joven en el suelo. Sus lamentos, pequeños sonidos de súplica se escuchaban en el pasillo. Preocupado pidió a uno de los alumnos pedir apoyo a madame Pomfrey.
Tal vez, solo tal vez se excedió un poco. No era regular que los alumnos practicaran hechizos de defensa siendo tan jóvenes, recordaba siempre enfrentar amenazas aún mayores en sus años de juventud como si fuera el pan de cada día. Un boggart, no le pareció amenazante, e incluso menciono que era inofensivo al proponer dicha actividad al director. No espero que terminara de esa manera.
La joven presenció no solo una, varias muertes consecutivas.
Remus se removió inquieto, la enfermera tardaba y la joven seguía en el suelo sollozando. ¿Qué hacer? Era la cuestión, suspiro apenado ante la obvia respuesta. Era el profesor, debía hacer algo. Con una idea en mente se acercó buscando algo en su túnica.
— Toma
Dijo. No era exactamente un buen inicio, pero la joven parecía reaccionar. Con una sonrisa el profesor la recibió. Un chocolatín se encontraba entre sus dedos, el chocolate siempre alegraba a la gente ¿Porque sería diferente en esa ocasión?
— Se...fue.
No era una pregunta, la joven afirmaba al ver su entorno. Contemplar que el boggart no se encontraba, se sentía tan mal. Limpio las lágrimas con apoyo de su túnica y reparo que el profesor se encontraba a su lado, de rodillas y con un trozo de chocolate en la mano.
— Lamento arruinar su clase.
Fueron sus sinceras palabras. Se sentía fatal, no solo por lo que vio, si no que arruino la clase práctica para el resto de sus compañeros.
— No fue su culpa señorita Goodwin, el boggart no solo toma la apariencia de aquello a lo que más tememos, juega con nuestras emociones...
— ...lo siento — repitió
— Es mejor dejarlo así — sonrió con calma.
— Pero ...
— Tome, esto le ayudara.
Observo extrañada el chocolate, lo tomo y mordió. Los dulces siempre parecían alegrarle cuando estaba triste, un bombón, una golosina, pasteles, en general todo lo que tuviera azúcar. Pero aquello, ese sabor, la amargura expandiéndose por su paladar ocasiono que una mueca se instalara en su rostro.
— ¿Tan malo esta? — Remus parecía confundido.
— No es eso, solo...bueno, realmente esta amargo.
— En ese caso, no es necesario comerlo, en breve llegara ma...
Remus contemplo como de nuevo, volvía a morder la golosina. Una mueca, un gesto, una clara actuación se reflejaban en el rostro de Goodwin. Sin poder evitar, volteo el rostro para no reír. No pensó volver a ver aquello. Solo, en sus años de juventud sus fieles amigos realizaban muecas al probar sus chocolates. Seguramente la chocolatina estaba vencida o su sabor amargo era realmente fuerte.
Una risa. Una radiante se escuchó en la sala, Goodwin veía con los ojos abiertos a su profesor. Parecía feliz, y no una felicidad falsa que lograba ver en ocasiones. Grabo en su mente esa brisa fresca y calidad permitiendo que sonriera, olvidando su desgracia.
— Gracias, profesor Lupin.
Contemplo su pena. Deseando, por un momento, que siempre fuera su profesor.
⎨...⎬
⇒ Remus Lupin es mi inspiración, en base a esta pequeña historia nació no solo mi afición para escribir sobre el maravilloso mundo de Hogwarts, si no es el principio de todo.
Historia que inspiró "Los Goodwin" posteriormente "Una bruja despreciable"
Gracias por su lectura.
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Siempre su profesor. [HP]
Fanfiction❝ El miedo es solo una emoción. El miedo no debe dominarnos. El miedo es la parte que nos hace humanos" - Arthur Goodwin. Poppy nunca sintió tanto miedo, el sudor baja por su nuca humedeciendo sus cabellos. Un escalofrío se situó en su estómago ant...