Siempre su profesor. [HP]

Antiguo y nuevo deseo.

Dicen que los amigos surgen en las peores circunstancias, nunca espero creer en esas palabras, ahora dudaba que fueran ciertas. Poppy miraba con horror cada parte del gran comedor, las paredes eran decoradas con fotografías suyas y de su profesor de Defensa mostrando claramente una muestra de afecto. Las fotografías fueron manipuladas, pero eso poco importaba, los estudiantes cotilleaban entre ellos mirando unos divertidos, otros con asco ante lo que su desayuno era. Solo un pelirrojo miraba la escena preocupado, nervioso y asustando por el estado de Goodwin.

La Slytherin no sabía qué hacer. Si ir y quitar las fotografías, huir o pegar un grito cuando el resto de los profesores entró al gran comedor. Las burlas se detuvieron, Albus Dumbledore, director de la prestigiosa escuela de magia y hechicería observaba con sus ojos criticó a los estudiantes. Buscando, un culpable.

— Todos, por favor, regresen a su sala común. Prefectos solicito su apoyo para retirar las fotografías y profesores...es momento de tomar medidas drásticas.

El alumnado nunca escucho la severa voz del profesor. Preocupados, salieron del comedor. Poppy aguardo, viendo como los prefectos de cada casa quitaban, incendiaban o desaparecían la evidencia. Era un asunto serio, su madre, Gretel Goodwin la arrojaría de su hogar una vez se enterará. Con el alma en el suelo, Poppy busco a su hermano, necesitaba apoyo moral pero no lo vio. Resignada decidió volver a la sala común, esperaba que sus compañeros de casa no le molestaran con lo ocurrido.

— Poppy, espera.

Abrió sus ojos con sorpresa. De entre todas los estudiantes, incluso profesores no espero contemplar a esa persona, quien le miraba de manera nerviosa. George Weasley estaba delante suyo, con su cabello desordenado, una singular sonrisa traviesa.

— ¿Qué quieres Weasley? — dijo con desprecio

Dos años atrás, el pelirrojo y ella entablaron una singular amistad. Debian mantenerla en secreto, pues, Goodwin desconocía lo que era estar en la casa de las serpientes. La presión, el posible rechazo de los suyos, la orillo a romper toda relación con George quien era su mayor apoyo en el colegio y único amigo. Lloro, lloro la pérdida del chico, nunca olvidaría las tardes llenas de risas, las escapadas al lago negro esperando ver al calamar gigante, e incluso la pequeña travesura que jugaron a su jefe de casa, Severus Snape. George siempre estuvo para ella, y ella para él.

Aun le dolía, cuando antes de navidad le hizo escoger. Era él o su linaje.

— Vaya humor, solo intentaba... 

— ¿Qué? ¿Burlarte? — le interrumpió — No estoy para tus bromas, ahora si me disculpas debo ir a la sala común, deberías hacer lo mismo o te meterás en problemas.

Solo dio unos cuantos pasos para alejarse y el fino tacto de George basto para detenerla. El pelirrojo le retenía por la túnica, Poppy se mordió el labio, si volteaba todo se vendría abajo. Le era difícil para ella ver a George y no sonreirle, verlo y no poder hablar, sentirlo tan cerca y tan lejos. El chico fue importante en su primer año, y ahora por su terquedad, su orgullo, ya no eran nada.

— Suéltame Weasley — tembló, no necesitaba su lastima.

— Vamos Poppy, deja de ser tan obstinada.

— ¿Yo? Eres tú el que decidió esto — se volteo con lágrimas contenidas — Fuiste TÚ él que me hizo escoger, TÚ George, no yo...ahora por favor, suéltame. No tengo nada que hablar con un...un traidor a la sangre.

Listo. Lo dijo, y con arrepentimiento se alejó del perplejo pelirrojo.

Su sala estaba a rebosar, los alumnos hablaban entre burlas y risas. El tema principal era el amorío entre la traidora y el idiota. Poppy no sabía dónde esconderse, los alumnos de quinto la mantenían presa. Los de séptimo canturreaban contentos sobre el secretito que mantenía oculto. Riley observaba de lejos angustiado, apretaba con rabia los puños viendo la humillación a su propia hermana, su sangre, su niña. Contenía la rabia de mandar todo al carajo, y lanzar una maldición imperdonable a cada idiota que se atrevía a decir que su hermana era una fácil.