Los hermanos se apoyan.

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Sintió el corazón ser comprimido, su respiración se agito y por fin logro despertar. Abrió los ojos agitada, aun recordaba el sueño con cada fibra de su ser. Había tenido un sueño, con su maestro de Defensa. Inquieta se envolvió en las sábanas, no era la primera vez que soñaba con un hombre ajeno a su familia, pero era la primera que sentía su corazón inquieto. Algo iba mal, lo presentía.

Una sensación de fatiga se extendió por su pecho, escapando en pequeños suspiros por sus labios. Estaba preocupada, pronto llegaría navidad y ella estaría sola. El recuerdo de la voz de su madre le erizo la piel, nunca le grito, le llamó la atención, era y sería la hija perfecta para los Goodwin ¿Qué había cambiado? No lo sabía, y dudaba responder a la pregunta. Desanimada Poppy aguardo, fingiendo seguir dormida, esperando sus compañeras de cuarto se fueran a desayunar.

No tenía ánimos de nada, faltaban dos semanas antes de las vacaciones y su hermano seguía sin hablarle. Desesperada y sin lograr dormir, se levantó cuando la última de las serpientes desapareció por la puerta. Se vistió, y bajó a la sala común.

Su hermano mayor era amable, servicial y protector. Desde pequeña Goodwin acudía a él en busca de apoyo, consuelo o consejos; era su confidente, su mejor amigo, su camarada ¿Qué pasó? ¿Dónde estaba ese niño? ¿A dónde fue su hermano? Poppy contempló a lo lejos al desconocido. No sabía quién era ese adolescente de dieciséis años.

— Riley ¿Podemos hablar? 

— ¿Qué quieres Goodwin? ¿No fue suficiente con la humillación de ayer?

— ¡Si! Deja en paz al pobre de Riley, ya es suficiente con que seas su hermana.

No conocía a esas dos chicas, la verdad, Poppy desconocía a la mayoría de los amigos de Riley, Goodwin no se desanimó, volvió a preguntar.

— ¡Que no escuchaste! ¡Vete! Riley no quiere hablar contigo.

— Riley...por favor — suplico.

— Bien, vayan al comedor ustedes chicas, en un momento las alcanzo.

La sala se vacío. Riley Goodwin era de los pocos nobles que tenían poder en la casa, incluyendo a Draco Malfoy. Conmocionada, Poppy observo a su hermano, su cambio, su actitud, cada gesto o palabra, todo era diferente al dulce niño que cuidaba de ella en casa. Bajo la mirada ¿Por qué deseaba hablar con él? ella lo sabía, se sentía sola. Abrió los labios para disculparse por su comportamiento, por lo que fuera que hizo para humillar a su hermano y que este no le volviera a dirigir la palabra, pero no fue necesario. Riley la estrecho con fuerza entre sus brazos, la apretó dispuesto a calmar su ansiedad.

— Perdóname Poppy, por favor, perdóname.

Confundida, Goodwin espero ¿Qué hacer? Era la cuestión ¿Corresponder el abrazo? ¿Hablar? ¿Reír de la emoción? Emociones comenzaron a formar en su pecho, su corazón estaba por estallar.

— No quería dejarte sola, yo, soy el peor el hermano...se supone que debo cuidarte, protegerte de esos idiotas y lo único que hice, fue alejarme — Riley hablaba entre murmullos, cerca del oído de su hermana — Poppy, lo siento, pero mientras este en Hogwarts no puedo hacer nada...estoy atado.

Riley Goodwin cargaba un enorme peso en sus hombros. Como todo primogénito de una familia adinerada, de nobleza de sangre tenía un deber con su familia, su apellido y buen nombre. Riley fue criado para repudiar, despreciar a la sangre sucia, a la mestiza, odiar a los muggle y la traición a la sangre. Su lealtad siempre seria con los suyos, y eso incluía a su propia familia. En el fondo, él chico odiaba todo, el único consuelo eran sus dos hermanos, ajenos a la situación. Por eso, le dolía en el alma no poder ayudar a su hermana, estaba contra la espada y la pared.

Si ayudaba a Poppy, si la defendía, hechizaba a todos incluyendo a Malfoy, su padre lo desheredaría y arrojaría a la calle, dejando desprotegidos a su hermano menor Tomas y en el peor de los casos a Poppy.

Rogo, Riley suplico a su progenitor que no echara a la calle a su hermana por sus actos. Ella no era culpable, Draco Malfoy sabia manipular la información a su antojo. Y Arthur Goodwin creía fielmente en la palabra de un Malfoy. Odiaba a ese maldito, porque no podía hacer nada y ese desalmado lo sabía.

— Te prometo protegerte, yo, hablare con nuestro padre para que vuelvas a casa.

— Gracias Riley, gracias — sonrió

— No te preocupes, ya no me importa si me deshereda...buscaré trabajo veras que todo saldrá bien.

— No Riley — se separó

Goodwin agradecía todo, sentido un gran alivio al ver esos ojos color miel sonreír con verdadero cariño. Él siempre sería su hermano, su protector, confidente, pero Poppy empezaba a sentir que abusaba de ello. No era justo para su hermano.

— Estaré bien, no quiero que pase algo así — negó — La abuela no es tan mala, pediré pasar la navidad en el castillo y el verano, puedes ir a visitarme, no deseo meterte en problemas.

— Pero Poppy, tu no hiciste nada mala, fue ese Lupin que abuso de tu buen juicio.

— Él no hizo tal cosa, el profesor Lupin es buena persona, no abusaría de nadie, ni siquiera de un elfo domestico — frunció el ceño — Te pido que respetes al profesor

— ¿Por qué lo defiendes? — alzo la voz — ¡Solo te causa problemas! ¡Ese desgraciado no entiende la gravedad de sus...

— ¡BASTA! 

Riley contemplo a su hermana, a la niña que corría tras suyo pidiendo consejos sobre cómo hablar con su madre, dar un simple abrazo a su padre, esconder un pastelillo para Tomas...esa niña siempre estaría ante sus ojos. No esa jovencita que defendía a una persona ajena.

— Poppy...dime ¿Te gusta? — abrió los ojos horrorizado

— ¿Qué? Por Merlín Riley ¡Puede ser mi padre! — retrocedió un paso — ¡Tengo solo trece años! ¿Crees que ando pensando esas cosas? Yo solo le tengo mucho respeto al profesor Lupin, me apoyo cuando más necesitaba de alguien... — se arrepintió de decirlo, pero era la verdad. Su hermano no vivió con ella en esos momentos tan duros.

— ...Perdóname, solo, estoy sensible con todo — bajo la mirada confundido.

— No eres el único — suspiro — ¿Hermanos?

— Por supuesto, ¿Quién si no te molestaría? — rio — Pero...Poppy yo, debo mantener una apariencia...

— Lo sé, tranquilo, la apariencia es todo para un Goodwin — recito con tristeza las palabras de su madre.

Draco Malfoy sonrió con malicia, esa asquerosa de Goodwin lo metió en muchos problemas. Desconocía quien fue el soplón, la rata, que acuso a los hermanos Baldwin sobre las pequeñas "travesuras" que hacían a Poppy Goodwin, por su culpa, Severus Snape no lo dejaba solo, presentía que también él era causante de las humillaciones de la señorita. Esa rata de Goodwin las pagaría caro, y sabia como hacerlo.

Malfoy desapareció en la oscuridad de la mazmorra con una sola idea en mente.

Siempre su profesor. [HP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora