Capítulo 5

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Un mes después...

Álex

- ¡Rodríguez y Castro! - grita nuestro profesor de Historia, mientras da un golpe en la pizarra con el borrador.- Si no os interesa, os podéis ir de mi clase.- dice ahora en un tono más delicado, pero enfadado.

Un chirrido insoportable hace que me lleve las manos a los oídos; por el rabillo del ojo veo cómo Raúl se levanta de la silla y se pone en pie, clavándome la mirada.

-Me voy, pero no porque no me interese la Guerra de la Independencia ni sus consecuencias, sino para perderle de vista.- le fulmino con la mirada tras decir eso, y giro la cabeza hacia el profesor, para apartar la vista del tío que no para de darme problemas durante todo un largo mes.

Cuando finaliza la clase, mientras estoy recogiendo mis libros y apuntes, un avión de papel aterriza en mi pupitre; cuando me giro, no hay nadie en la zona trasera de la clase.

Lo abro y leo el mensaje que lleva escrito en permanente: esta tarde a las cuatro, en el jardín trasero.

Alzo la ceja dubitativa, ¿quién quiere que vaya esta tarde a la parte de atrás del internado, al jardín? Y encima, en horario de clase. Sacudo la cabeza, introduzco todo en mi mochila y salgo de la clase.

Es la hora de comer, y me muero de hambre. Y más cuando estás en plena clase y comienza a entrar por las ventanas abiertas y la puerta, el olor a espaguetis con carne, ya que es lo que toca hoy.

Cuando subo a mi cuarto a dejar las cosas, me encuentro con Laura haciendo exactamente lo mismo.

- ¡Hey!-me saluda cuando entro.- ¿Tienes hambre? Yo me estoy muriendo por probar los espaguetis, ¡huelen estupendamente!- exclama y se muerde el labio.

- Ya somos dos.- coloco mi mochila sobre la silla que hay a a los pies de mi cama.- ¿Vamos?- le ofrezco mi brazo, como si se tratase de una mujer mayor que necesita agarrarse a él para caminar más fácilmente.

De camino al comedor, Raúl y miles de preguntas acerca de él y su cambio repentino de actitud conmigo, me comen la cabeza.

- Oye Laura.-decido parar con las respuestas que me hago en mi cabeza para responder a las estúpidas preguntas relacionadas con un gran estúpido como Raúl.

- Ajá, dígamelo.- dice en tono chistoso.

- ¿Cuántos años tiene Raúl?- comienzo a preguntar.

-20, ¿por?-me mira con el ceño fruncido.

- Lo sé.-asiento, y me imagino un tick de color verde en mi cabeza, dando por correcta mi respuesta.

- ¿Y por qué me preguntas algo que ya sabes?- cuestiona, mirándose las uñas.

- Si tiene 20 años, ¿qué hace en la misma clase que yo, si tengo 18?-esa es una de las principales cuestiones que me rondan por mi pequeña cabeza. Me he supuesto que quizás haya repetido o algo, pero es algo que me extraña en un internado.

- Resulta que al ser su madre la directora, ella quiere que él siga aquí en el internado.- comienza a decirme.-No quiere que él se vaya y pues ahí lo tienes.- dice alzando los hombros.

- Pensaba que había repetido o algo.- contesto.

- Que va- se guarda la lima de las uñas en su bolsillo.

Justo llegamos al comedor, y ambas nos miramos sonrientes y deseosas por comer ya. Nos dirigimos a nuestra mesa junto a nuestro grupo: Maia, Lucas y Pablo. Somos un grupito de cinco personas pero nunca ha importado la cantidad, sino la calidad.

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora