Capítulo 14

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Aitor deja de reírse para comenzar a fulminar con la mirada a Raúl. En este momento siento la necesidad de gritar cuánto los odio a los dos: a uno por haberme jodido la vida, y a otro por haber conseguido volverme loca desde el primer momento. 

Observo cómo poco a poco van acercándose más y más, y siento un miedo terrible de que esto termine en sangre. 

— ¡Parad! — grito, colándome entre ellos dos y poniéndome justo en frente de Aitor. Mis ojos escrutan los suyos y noto en mi nuca el cálido aliento de Raúl. 

— ¿Qué quieres, Aitor? — siento la necesidad de saber de una vez por todas cuál es su objetivo internándose aquí. Obviamente sé que es por mí, pero no entiendo por qué no puede dejarme tranquila con mis nuevos problemas. 

— Ahora mismo quiero que se vaya Raúl y nos deje aclarar asuntos pendientes. — me sonríe y le lanza una mirada al chico que tengo justo detrás.

— Una mierda. — suelta tranquilo Raúl.

Me giro y le cojo con mis dos manos su cara, para asegurarme de que sus ojos se encuentran a la misma altura que los míos. Pronto estos se desvían a mis labios y siento un cosquilleo. 

— Raúl, estaré bien. Te lo prometo. — le digo, dándole un beso en la mejilla. 

Raúl no me dirige ninguna palabra a modo de respuesta, simplemente permanece con su mirada clavada en mis labios, como si estuviera analizándolos. 

No tiene ninguna intención de irse, lo sé. 

— Me estoy aburriendo. — bosteza Aitor, a lo que gruño y le doy un beso en los labios a Raúl. 

Esta acción crea en Raúl una acción receptora; me sujeta con sus manos y me sigue el beso apasionadamente. Me separo de él y apoyo mi frente en la suya. 

— Raúl, sabes que no puede hacerme daño. Eso implicaría  que tú lo contaras y lo detendrían. — pauso — Aitor puede ser gilipollas y un acosador de mierda. — me giro para mirarle, y él me sonríe irónicamente. Me vuelvo para Raúl. — Pero no es tonto. 

— Esta bien, pero cualquier cosa...— consigo convencerle y me hace sonreír. 

— Vete anda. — le digo con una pequeña sonrisa.

Él me planta un beso de película delante de Aitor para restregárselo, y se va de la azotea. Cuando sale por la puerta, y escuchamos cómo sus pasos se han alejado, Aitor avanza varios pasos hacia a mí; los suficientes para quedarse a escasos centímetros de mí.

De no ser por la pared, hubiese seguido retrocediendo.

— Ay, Alexandrita, Alexandrita. — se muerde el labio — Estás tremenda. — trago saliva y pongo cara de asco cuando noto sus dedos rozándome el cuello. 

— Por favor, dime a qué has venido. — apenas me sale la voz debido a su cercanía. 

— Me han comentado que a ese tal Raúl le gustas de verdad. — me dice. Por dentro siento una alegría al pensar que Raúl siente por mí, pero enseguida se me pasa ya que sigo sin creerme mucho eso. — Hoy lo he podido observar, no solo le atraes, sino que haría cualquier cosa por ti. — esa última frase me deja pensando. —¿Sabes? Te dije que podías dejarme, pero que eso significaría no estar con nadie más. O yo o...yo. -ríe.

Quiero llorar de la rabia, del asco y de la impotencia, pero son más fuertes mis ganas por parecer fuerte. Valiente. 

— No te andes con rodeos, ¿qué quieres? — intento sonar dura.

— Hay una persona en el internado que vigila las 24 horas a tu chico. — comienza a decir y mis ojos se abren como platos. — Si vuelvo a ver entre vosotros dos lo que he visto hace poco, a tomar por culo el princesito .—  me suelta, enseñándome un frasco de pastillas tóxicas. 

— ¡Cómo puedes ser tan repugnante! — exclamo. 

— Sh, no sólo yo tengo este frasco, mi compañero o compañera también. Déjame decirte que lo que he visto hace cinco minutos tiene castigo. — frunzo el ceño y justo me pone una cinta en la boca y me coloca los brazos detrás. 

Me quedo inmovilizada. 

De repente, me coge del brazo y me tira a un colchón viejo que hay justo en la esquina. Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. 

Sé lo que viene ahora. Lo sé. 

Se tira encima mía y comienza a besuquearme el cuello hasta bajar al ombligo. Me mira y se arma de valor para seguir al ver mi cara de sufrimiento. 

— Por los viejos tiempos, cariño.—  e introduce sus dedos dentro de mí. 

La sensación de retroceder en el tiempo se apodera de mí, y revivo aquellos momentos donde era presa de torturas y violaciones por mi propio novio. Por eso me costaba confiar en los chicos. 

Cuando noto que para, aprovecho para meterle un rodillazo en los huevos y retorcerme en el colchón. Desafortunadamente, la patada ha sido floja, y eso solo hace que se enfurezca más. Se baja los pantalones y, con ellos, los calzoncillos. 

Observo cómo su miembro está elevado y se vuelva a echar encima de mí. Al cabo de unos segundos, noto cómo bruscamente comienza a penetrarme. Yo sólo puedo chillar y llorar, aunque con eso solo consiguiera ahogarme.

Cierro los ojos para no ver la tortura a la que me someto. 

Raúl...No lo tenía que haber dejado ir.



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Hola!!

Este capítulo es diferente a los demás, no sé si eso es bueno o malo, y si os gusta o no. ¡Acepto críticas constructivas! El próximo lo subiré pronto.

Espero que lo disfrutéis.

Un besitoooo,

-P.

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora