Capítulo 11

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Raúl

Cuando abro los ojos no puedo evitar sonreír al encontrarme con el rostro de Álex. Me limito a observarla un buen rato, y cuando me dispongo a acariciarle sus perfectas facciones con las yemas de mis dedos, veo que una luz parpadeante aparece en mi móvil.

Me levanto con cuidado de no despertarla y me dirijo hacia la mesa donde lo había dejado previamente.

Nuevo mensaje: número privado.

Te lo advertí.

Hacía tiempo que no recibía un mensaje o llamada de este número privado. Sigo sin entender a qué se refiere. Y sin saber cómo puedo contactar para preguntarle al menos a qué se debe tanto misterio y amenaza.

Miro a Álex, que parece despertarse con el sonido de mi móvil cuando me llaman.

- ¿Sí? - descuelgo, y me asomo a la ventana para desviar la atención de Álex.

- Esta noche a las doce clavadas en la parte de fuera del internado. - me dice una voz masculina, la misma que me llamó hace tiempo - Que no se entere nadie. Ni siquiera ella. Ven solo.

Y cuelga, sin dejarme segundos para responder con un simple monosílabo. Miro a Álex, quién se pregunta quién es el que me ha llamado.

- No te importa.- me arrepiento sonar así de brusco, pero siempre es buena excusa para desviar las conversaciones.

- Será mejor que me vaya. - dice levantándose de la cama y dirigiéndose al espejo para rehacerse el moño.

Yo me limito a acercarme a ella y le acaricio el hombro descubierto, mientras ella clava la mirada desde el espejo en mí.

Ambos nos preguntamos por qué esa acción mía hacia a ella, pero ni yo mismo lo sé.

- Gracias por haberte quedado esta noche. - le agradezco, y me aparto de ella.- No sabía que accederías.

Por cómo me mira, intuyo que no se esperaba mis agradecimientos. Se vuelve a girar para mirarse una última vez en mi espejo, para ver que el moño está bien hecho, y se dirige a la puerta.

Justo antes de salir, se detiene y me dice unas palabras que, sorprendentemente, me dañan.

- Nunca me diste la oportunidad de portarme bien contigo.- pausa - Nunca me dejaste que te quisiera. Y menos mal que no fue así. - vuelve a callarse - Y ¿sabes? Las personas que te rodean, no todas ellas tienen maldad, sino corazón. Pero está claro que tú siempre prefieres ver el lado malo de todo. - suspira - Supongo que por eso yo de ti nunca espero nada bueno. Ni lo haré.

Aprieto los ojos con fuerza. Eso me ha escocido. No dolido. Sino escocido, y para mí eso es peor.

Me giro para detenerla pero ya se ha marchado.

Tiene razón.

En mi mundo solo reina el caos, la maldad. La oscuridad. Y la luz es el enemigo. Porque es la que me puede cegar.

La luz es el enemigo. Y ella la irradia con fuerza.


Álex

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora