Capítulo 12

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— ¿La misma persona? Raúl, te juro que como me estés gastando una broma, no te lo perdonaré en la vida. — le digo alzando la voz inconscientemente.

— Dios, ¿qué más pruebas quieras que te muestre? — me pregunta desesperado —. Para una vez que no tengo nada que ver.

Ese comentario me hace gracia, pero debido a la situación en la que nos encontramos, evito reírme.

De repente, se acerca Laura a nosotros, interrumpiendo el silencio y la tensión que se ha formado.

— ¡Hola! — le muestra una sonrisa de las suyas a Raúl, este se la devuelve acompañada de un guiño de ojos.

— Ya iba para allá. — le digo a Laura.

— No te preocupes, es porque me han dado esto para ti.— me tiende un barquito de papel.

Ay Dios.

— ¿Quién te lo ha dado? — se adelanta a preguntarle Raúl.

— Tu madre. — le responde — Quiero decir, la directora.

— No entiendo nada. — se me escapa decir.

— Jo, tía, tampoco es difícil de entender. Simplemente la directora siempre le da los correos y papeles que recibe de alguien, a su destinatario. Fin. — me explica, y veo como Raúl pone los ojos en blanco. — Bueno, me voy a terminar de zampar, que sigo con hambre aún.

Cuando Laura nos deja solos, Raúl me incita a leer lo que pone en la nota hecha de forma de barco de papel.

Mis dedos tiemblan mientras lo voy desarmando, y justo cuando lo voy a leer, se me cae el papel de las manos. Es Raúl quién se agacha y le echa una ojeada antes de devolvérmelo.

— ¿Me crees ahora? — me lo tiende, y comienza a mirar a su alrededor, y a dar zancadas.

Desvío la mirada de sus ojos a la carta, la cual cojo y veo qué pone.

Esto se pone divertido, ¿no crees? Da diez pasos al frente, y dos a la derecha.

— ¿Qué? — digo después tras leerlo en mi mente. Miro al frente y veo a cierta distancia a Raúl mirando algo entre sus manos. — ¿Qué es eso? — le pregunto sin ser capaz de acercarme.

No le digas nada a nadie, ni siquiera a ellos. — lee en voz alta.

— ¿A quiénes? — frunzo el entrecejo.

Él no responde, simplemente se limita a mostrarme la fotografía.

— Jordan y Laura. — me quedo petrificada. Es el mejor amigo de Raúl, y ella la mía.

— Y lo peor es que la foto es tomada ahora mismo, en el desayuno. — me dice, tendiéndome la foto.

— ¿Y cómo lo sabes? — le pregunto insegura.

— La mancha de la camiseta que lleva Laura, me he fijado antes. — tiene razón. Dios. No me lo puedo creer. — ¿Me crees ya? — dice enfadado, pero no me deja tiempo para responder ya que se gira y desaparece del pasillo.

Estoy aterrada.

Durante toda la mañana, mi cabeza daba vueltas y me estaba siendo imposible atender en clase. En matemáticas, mi profesora me ha hecho salir a resolver un problema de geometría; que asco le tengo, en serio.

— ¿Seguro que el resultado da eso? — me pregunta ella, a la vez que se dirigía a toda la clase con la mirada y una sonrisa agria.

— Pues no sé, si tanto dudas resuélvelo tú. — le vacilo, sin darme cuenta de lo que te si conlleva. Mientras que ella me regala una mirada asesina, mis compañeros me sueltan cumplidos por plantarle cara a la profesora más cruel del mundo.

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora