Capítulo 19

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Alex

— ¡Alexandra! —

Abro los ojos y me encuentro a la que se ha convertido en mi mejor amiga, Laura, zarandeándome con fuerza. 

— Cinco minutos más.—Le suplico, mientras vuelvo a intentar cubrirme la cara con la sábana. Pero parece importarle todo un bledo a mi queridísima amiga, ya que tira de la sábana para destaparme completamente.

— ¡Arriba, coño! ¡Qué es viernes y el cuerpo lo sabe! —Le lanzo una mirada fulminante y me incorporo en la cama lentamente. La veo cantando la canción de "Tusa" mientras termina de hacer su cama. Se detiene en seco cuando se le olvida cómo sigue una parte de la canción, y se gira.

— ¿Qué pasa? —Le pregunto, frotándome los dedos. 

— Nos vamos a tintar el pelo.— Mis cejas se enarcan automáticamente y comienzo a reír—.¿De qué te ríes?— me pregunta mientras se acerca dando saltos de alegría.

— Porque no me pienso tintar el pelo.—Le advierto. 

Me pongo de pie y me dirijo al armario. Busco con la mirada mi uniforme y extiendo los brazos para cogerlo cuando lo encuentro. Lo dejo caer en mi cama y busco mi neceser de baño, para hacer lo mismo con este.

— Tía venga, hoy es la fiesta y esta vez no será en la cabaña.—Me insiste. Claro que no era en la cabaña porque resultaba tener dueño—. ¿Y dónde va a ser? ¿En el Club Náutico con los profesores y la directora? —pregunto irónica, aunque con miedo de que asienta. 

Ella me tira un cojín que a dudas penas logro esquivar. 

— ¿Tan amiga de Raúl y no te ha contado nada? —un escalofrío me recorre el cuerpo al oír su nombre, y me acuerdo de la noche anterior. Claro, ella no sabe nada. No me puedo enfadar con ella.

— No somos amigos. —Me cruzo de brazos, simulando enfado—. Y nunca lo seremos. No congeniamos. 

— Bueno, da igual. —le resta importancia a mis palabras y, por primera vez, me alegro de que así sea—.La fiesta es en la laguna, y todo buen cambio...—Antes de acabar la frase, me coge del brazo y me arrastra hasta el espejo pegado en la pared. Nos miramos ambas ahí, ella detrás mía—.Debe ser compensado con otro buen cambio.

Quizás no es mala idea. Cambiar de look . Ser otra Alex diferente. Una más fuerte, más valiente. ¿De verdad debo de quedarme con los brazos cruzados mientras un puto pervertido se aprovecha de mí, otra vez? ¿O debería luchar por Raúl? Por mi libertad. En el amor y en la vida.

De repente, me doy cuenta de mis pensamientos. Todos ellos siempre dirigidos hacia Raúl. Por el momento pensaba que solo sentía atracción y que me gustaba, pero quizás...Quizás esté equivocada. Quizás puedo llegar a sentir algo más por ese gilipollas. 

— ¿Y bien? —Me pregunta Laura, tan sonriente como siempre. Debería ser como ella, feliz. Debo disfrutar de las decisiones que yo misma decida, no de las otras personas. 

— Está bien.—Sonrío—. Pero elijo yo cómo quiero mi pelo, eh. Que te conozco.

Ella comienza a saltar de alegría y yo, contagiada, le sigo.


Lo que odio de las mañanas es exactamente lo que tengo en frente: el vestuario repleto de gente. Todas las chicas mayores de 18 años aseándonos para ir a clase. 

Durante este tiempo internada, no me he terminado de adaptar a esta situación, pero por lo menos me ha servido para diferenciar dos tipos de personas: las que se duchan cinco minutos antes del desayuno, pero logran llegar a tiempo tanto al desayuno como a clase; y las que se tiran horas y horas echándose kilos de maquillaje en la cara. 

Estas, sí llegan tarde a clase, y muchas de ellas, antes muertas de hambre, que sencillas. Es decir, que incluso pasan de entrar al desayuno, para ponerse monas. 

— Alex.—una voz muy familiar hace que me gire nada más salir del vestuario.

— ¡Buenos días, Mike! —le saludo muy sonriente.

— Genial.— suspira aliviado y yo frunzo el ceño al no entender nada, pero solo me lleva unos pocos segundos para comprenderlo todo.

— Pensabas que te iba a pegar un rodillazo en tus pelotas, ¿verdad? —ladeo la cabeza y él alza los hombros a modo de respuesta.

— No sabía cómo ibas a reaccionar.—me confiesa—. En esta vida hay que estar siempre preparado.

Nos comenzamos a reír y me doy cuenta de que no veo nada malo en él. No creo que sea el perrito faldero de Aitor, pero como acaba de decir él, en esta vida hay que estar siempre preparado. Así, que seguiré llevándome bien con él, pero no repartiendo rodillazos cada vez que me lo encuentre inesperadamente. 

— Bueno, nos vemos en el comedor, que yo voy a ver si pillo ya algo para desayunar. —Se despide con un breve abrazo.

Cuando abro los ojos tras el abrazo, me encuentro con Raúl saliendo del vestuario seguido de Jordan, quien parece ser su mejor amigo. Siempre había pensado que entre él y Laura habían miradas cómplices, pero me alegro de que haya acabado con Trevor, porque es un amor de persona. 

Y encima es educado.

Comienzo a andar dirección el comedor, pero cojo aire nerviosa ya que tengo que pasar por el lado de Raúl. Cuando lo hago, cierro los ojos apenada porque de un modo u otro pensaba que iba a decirme algo. 

Alex, basta ya. Si tanto le odias, mantenlo lejos. 

No es que le odie, sino que me atrae, y necesito creerme que es un gilipollas y nada más, para evitar sentir algo más por él. 

— Alex.—trago saliva y me doy cuenta de que no puedo porque tengo un gran nudo en la garganta que no me permite ni hablar. No me giro, pero permanezco quieta, no tengo ganas de encontrarme con esos ojos tan únicos y especiales—. Te quiero y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que tú sientas más que odio hacia mí. 

De repente, siento que el corazón comienza a latirme rápidamente. Mis pies, sin yo ordenarlo, se giran, y me encuentro a Raúl a unos dos metros aproximadamente. 

— Raúl...—intento hablar pero no me sale ninguna palabra decente, porque no sé si me alegro de haber escuchado eso, o si simplemente quiere joderme a mí para vengarse. Él se cree que le usé, pero está claro que no tenía otra explicación para que no sospechara de que estoy sometida a las órdenes de Aitor. 

Porque, ¿por qué me dejo manipular por Aitor? Por miedo. Por puto miedo, cuando no debería ser así porque simplemente es una persona, igual que yo. Aunque no, él es un maldito monstruo. 

— Estuvo fatal lo que hiciste conmigo. —sigue tras ver que no puedo hablar.— Pero, dentro de mí, hay algo que me dice que quizás algo sentiste.—se acerca para estar a menos distancia.— Y aferrándome a esa mínima esperanza, pienso luchar. 

— No...— cierro los ojos para evitar parecer vulnerable e insegura ante él. Desde que lo conozco, me he dado cuenta que es una persona capaz de leer a otra por la mirada.— Te equivocas, Raúl.

Y antes de que siga, salgo corriendo.



___

¡Buenas tardes! o buenas noches.

Depende de cuando leas este capítulo.

Estoy muy contenta por el cariño que está recibiendo esta novela, y nunca he tenido tantas ganas de seguir escribiendo. De verdad, gracias, gracias y miles de gracias.

Aquí tenéis este capítulo. 

El siguiente lo subiré mañana o el viernes.

Pero no os preocupéis, porque será un capítulo largo.

:)

Besos.

-P.

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora