Capítulo 20

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Raúl

Después de la comida, Jordan y yo quedamos en mi cuarto para terminar de organizar el plan de esta noche. Días atrás lo comentamos con algunos para que fueran comunicando poco a poco al resto. Hoy tenemos que repasar los pasos que seguiremos para no meter la pata en ningún momento.

— A ver, tenemos que concluir el plan que se llevará a cabo.— dice Jordan, dirigiéndose a mi ventana para ver el exterior. 

— Sí.—Tiene razón, y por eso está en mi cuarto a las cuatro de la tarde—. La directora Castro...— comienzo a decir pero me veo obligado a parar porque Jordan empieza a reírse—. ¿Qué pasa? ¿He contado un chiste y no me he enterado?

— Nada, tío.— sigue riéndose y le escruto con la mirada—. Podrías decir "mi madre", en lugar de la señora Castro, no sé. Es lo normal, ¿no?

— Lo normal es que cierres la puta boca, guapo, y me dejes hablar. Son las cuatro y cinco. El tiempo corre.—a pesar de la brusquedad con la que suelto cada palabra, Jordan me conoce y sabe que simplemente estoy nervioso por si sale algo mal—. Vale, todos los trabajadores se irán a las diez de la noche, porque van a celebrar el cumpleaños de Nora en el Club Náutico.— comienzo a explicando—. Iban a ir a otro lado, pero optaron por cenar ahí ya que por una oferta, se pueden quedar hasta las cinco de la mañana con barra libre de copas a partir de las doce. 

— Tío, nos conviene ir, eh.— dice asombrado ante el plan de los profesores—. Ahí donde los ves, en clase, con sus caras de rancios y su poca sangre, resultan ser más fiesteros que nosotros.

A Jordan no le falta razón. Es cierto que aunque solo salían los viernes y los sábados, las fiestas que se montaban eran bastante buenas. 

— Bueno.— digo ciñéndome al plan—. Nuestra cabaña ya resulta tener dueños, así que iremos a la Laguna Blanca, que me he dado cuenta de que no está tan lejos, solo a diez minutos en coche. 

— Entonces, ¿la gente se irá andando? —me pregunta Jordan. 

En el internado, somos pocos los que tenemos coches. Jordan y yo sí contamos con los nuestros. En el coche de mi mejor amigo caben, aproximadamente,  ocho personas, ya que cuenta con tres asientos extra. Eso es lo que me gusta de su coche, aunque lo malo es que su maletero es pequeño.

— Se me ha ocurrido ver cuántos van a apuntarse.— propone—. Y podemos dar varias vueltas para recogerlos y llevarlos.

— Lo veo mucho lío.— si estamos a diez minutos y nos ponemos a dar viajes, fácilmente se nos puede ir una hora—. Lo que vamos a hacer es ir todos andando, si vamos a paso ligero se nos quedará en veinte minutos.

—¡Veinte minutos! —se lleva las manos a la cabeza.— Eso es mucho tío, que luego a la vuelta si voy borracho se me va a hacer más largo.

— No me seas Miranda.— sacudo la cabeza.

— Eh, sin insultar.

Ambos nos miramos y comenzamos a reírnos.

Alex

— Tía.— Laura sale de la ducha con una toalla cubriéndole el cuerpo y otra la cabeza—. ¿Y si no me queda bien?

Después de comer, nos habíamos subido para comenzar a elegir el color del tinte. Al principio, me asusté al ver que no teníamos ninguno, pero de repente, Laura sacó una maleta pequeña, la abrió y observé todo su maquillaje y tintes que tenía. También llevaba dos planchas del pelo, una de repuesto por si se le rompía. Y lo mismo pasaba con los secadores. 

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora