Capítulo 8

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Álex

Sus labios encajan a la perfección con los míos, provocando en mí una sensación realmente satisfactoria.

Le ansio tanto que llevo mis manos a su cuello, atrayéndolo más aún. No puedo separarme de él, aún pensando en todo el odio que tengo acumulado hacia él.

¿Cómo es capaz de mencionar a mi padre? Es cierto que él no tiene ni la más remota idea acerca  de mí, pero aún así, no puede dejar de dolerme cada vez que salta con lo mismo.

Y de repente, siento como sus labios carnosos se separan de los míos, y me mira irritado.

Se pasa la mano por su pelo para echárselo hacia atrás, es su manera de demostrar que está nervioso.

Pero si hay algo que no me espero, sin duda es lo que me dice antes de salir enfurecido del cuarto donde nos hallamos.

— No te vuelvas a acercar a mí si no quieres problemas conmigo.

— Estúpido.— escupo cuando desaparece de mi campo de visión.

¿Quién se cree que es él para amenazarme o hablarme de la forma en la que siempre lo hace?

Sinceramente, si hay algo que no voy a hacer es caso. No puede ir de guay por la vida, creyéndose mierda cuando ni a medio pedo llega.

Llego a mi cuarto a hurtadillas y logro no ser vista por unos de los profesores que se encuentran doblando la esquina de mi pasillo. Cuando entro, lo primero que hago es suspirar aliviada y dejarme caer en mi cama, no tengo fuerzas para cambiarme el uniforme y ponerme el pijama; aun así, hago un grandísimo esfuerzo por ponérmelo.

Una vez lista, me vuelvo a echar en la cama y me tapo debido al frescor que hace en la habitación. Mientras no pillo el sueño, me pongo a insultar y maldecir a Raúl, por todo, sobre todo por besarme.

Eso ha sido la gota que ha colmado el vaso.

En apenas un minuto he llegado a pensar y sentir miles de cosas por dentro. ¿Cómo puede besar tan bien? Es alucinante este chico, y bipolar también. Por mucho que me amenace y me diga que no me acerque a él, lo haré y más para que me diga qué coño es lo que le pasa de una vez. Después ya decido yo si alejarme o no.

Raúl

Un sonido extremadamente desagradable retumba en mi tímpano provocando una explosión dentro, o al menos esa es la sensación que he sentido. Me llevo la sábana a la cabeza y viendo que no hay manera de deshacerme del ruidito, me coloco la almohada.

Podría perfectamente estirar el brazo y apagar el despertador, pero para ello requiere el uso de movimiento, y yo no tengo fuerzas salvo para cerrar los ojos y seguir durmiendo.

No tengo ganas de despertarme, ver a la tía que provoca una ira y deseo en mí. Tampoco tengo ni idea del porqué la he besado, ¿tan poca fuerza de voluntad tengo? Sí que he estado deseando hacerlo desde que la vi, y debería sentirme orgulloso, pero joder, ¿por qué no me pasa como con las demás tías, que una vez que beso a una, paso página de esa y beso a otra? Con Álex me pasa algo tan raro que hasta me molesta.

No eres tú. Olvídate. La odias, es ridícula.

Recuerdo que hoy es la excursión y me pongo en pie rápido para prepararme y asearme. Cojo la ropa que me he preparado y una toalla para bajar a los vestuarios y ducharme. También coloco mi mochila con todo el equipaje sobre la cama para nada más volver del vestuario, cogerla y salir.
Soy un todo organizado, la verdad.

No tardo ni diez minutos en darme una ducha y vestirme. Le dedico más tiempo a mi pelo, con el cual soy muy maniático.

— Buenos días tío.— me encuentro con Jordan, el cual me choca la mano y hacemos nuestro saludo.

Maldita apuesta. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora