24. Home

6 1 0
                                    

La enfermera entró en mi habitación para traerme la cena, nada más oler las coliflores mi cara de desagrado se hizo presente.

-Debes tomarlas, Mia- Argumentó mi madre.

-Nunca dije que no lo fuera a hacer- Respondí mirándola de reojo mientras ponía morros.

Empecé a comerlas y, a cada cucharada que probaba, más me decía mi estómago que era suficiente. Pero yo seguía empeñandome en comerlas, lo sé, parecía una masoca conmigo misma.

-No puedo más- Dije dejándome caer en la camilla.

-Pero Mia, ¡Si sólo te has tomado 4 cucharadas!- Exclamó mi madre.

-Mamá, sabes que justamente las coliflores no son mi fuerte- Expliqué mientras hacía pucheros.

-Venga, ¿Por ser la última cena en el hospital?- Soltó con la esperanza de que no pusiera más pegas.

-Por ser la última cena en el hospital- Dije mientras la volvía a mirar de reojo y la señalaba con la cuchara.

Seguí comiendo esa cosa que llenaba el plato sin saber con qué fuerza. Prefería hasta comer una zanahoria cruda a mordiscos que ésto.

-¿Se puede?- Sonó la voz de Jimin en la puerta.

Justamente acababa de llenarme la boca a coliflores para terminar lo antes posible, tenía las mejillas hinchadas, casi podrían confundirme con una ardilla. Miré hacia la puerta sin moverme y Jimin soltó una pequeña risa al verme así.

Mi madre cómo no también se rió de mí pero a ella le lancé una mirada desafiante.

-Bueno, voy abajo a llenar mi estómago también- Dijo mi madre mientras recogía sus cosas- ¡Ya estoy pensando en la hamburguesa que me voy a tomar!

-Serás...- La seguí con la mirada.

-¡Ahora vuelvo!- Y mi madre salió por la puerta.

Jimin seguía cerca de la entrada.

-¿Se puede denunciar a alguien por comer hamburguesas?- Le pregunté y Jimin rió.

-No sé, pero te prometo que comeremos una cuando salgas de aquí- Me contestó mientras acercaba a mí la silla donde antes se encontraba mi madre y se sentaba.

-No te preocupes, no necesito las hamburguesas- reí, seguidamente lo miré- menos si tu estás aquí...si estás no hay motivo para estar mal- Sonreí.

Jimin miró hacia el suelo sonriendo tímidamente y eso me producía más ternura.

Se levantó del asiento y depositó un beso lento y suave en la frente, no paraba de repetirme en mi mente si era posible que un gesto tan pequeño pudiera llenarme de tanta felicidad por dentro. 

Él se alejó unos centímetros de mí pero los suficientes como para seguir notando su respiración. Apartó un mechón de mi rostro, y sin quitar su mano de mi mejilla se acercó lentamente hasta notar el roce de sus labios con los míos. Sus besos eran tan delicados que me hacía sentir protegida, me hacía sentir como si las cosas malas en el mundo no existieran... como si el mundo sólo lo habitáramos él y yo.

Se separó de nuevo para acariciar mi mejilla y mirarme con su inocente sonrisa. Miré a sus ojos y le devolví la sonrisa.

Jimin se volvió a sentar en la silla sin soltarme la mano.

-¿Cómo te fue hoy?- Pregunté.

-Hoy acabamos de grabar, así que ya lo que queda es que el equipo haga el vídeo y los arreglos musicales.

BreathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora