5. Something new

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Haría más o menos 1 semana que me llegó esa notificación que abrió las puertas de mi futuro hacia algo mejor. 

-¿Estás lista para tu primer día de clases?- Me preguntó mi madre recogiendo las cosas para su inmediata marcha hacia el trabajo.

-¡Claro que sí!- Asentí con mucha ilusión mientras desayunaba una rebanada de pan con mantequilla y mermelada- ¿Papá me va a llevar?

-Sí cielo, yo hoy voy a lo justo, tu padre se ha pedido el día libre para acompañarte. Pero la universidad está cerca, tardaréis 5 o 7 minutos en llegar no más.- Me dió un beso en la mejilla y corriendo salió por la puerta.

Me decanté por la carrera de Economía, me gustaba, de hecho era mi segunda opción aunque siempre he sentido una extraña curiosidad por el medio ambiente, la naturaleza y los seres vivos. Tengo conocimientos bases de ello gracias a mis abuelos de cuando, de pequeña, me llevaban a su huerto y no paraban de decirme que tipo de planta era cada una, cómo se cuidaban y qué beneficios tenían. Supongo que gracias a esos días que pasaba con ellos sin darme cuenta fui sembrando en mí el interés hacia esta ciencia. Pero mirando a mi futuro prefería dedicarme a mi otra opción, y dejar que mi curiosidad por la naturaleza fuera más algo a nivel personal.

Terminé de desayunar, me vestí, cogí la maleta con un cuaderno para apuntar la información que dieran hoy y me dirigí hacia la puerta donde mi padre me esperaba para acompañarme.

-Vámonos que se nos hará tarde cariño- Dijo mi padre.

-Vamos- respondí. Mi padre abrió la puerta y pasé. 

Me monté en el ascensor mientras mi padre echaba las llaves. Bajamos y comenzamos el camino hasta mi facultad. El trayecto no era difícil de aprender: todo recto, al final girabas a la derecha y ahí veías sin problemas la universidad. Llegamos como mi madre dijo en poco minutos.

-Bueno, mucha suerte pequeña, ¡fighting!- Dijo mientras levanta la mano al nivel de su hombro. Yo le respondí con la misma seña y seguidamente, me decidí a entrar.

Por dentro era muy amplia y relucía el blanco por todas partes. Muchas personas paseaban por allí con maletas y apuntes mientras sonreían al encontrarse con sus compañeros. Era tan grande que me sentí dubitativa hacia donde tenía que ir. Miré por todos lados buscando las aulas o alguna indicación.

-¿Necesita ayuda?- Me dijo una mujer alta la cual no paraba de sonreír forzadamente. La verdad es que esa sonrisa me dió malas vibraciones, parecía la típica mala de las películas que se desarrollaban en los colegios con gafas, el pelo estirado con una coleta, derecha como un palo y muy poco natural. -Soy la directora.- Esa respuesta explicó todo lo que había percibido de ella.

-Mmm... sí, la verdad es que un poco- Le respondí con una risa nerviosa mientras apartaba la mirada de su sonrisa y de ella misma.

-¿A qué aula estas citada?- Preguntó la mujer sin parar de mirarme ni de sonreír.

-A la...- eché un vistazo en el mensaje del móvil cuando me comunicaron que había entrado en la carrera. Ahí estaba toda la información- A la 127.

-Está bien. Sígame.- La mujer se giró y empezó a andar por un pasillo que había a la izquierda de nosotras. Si no estaba en el pasillo más largo, estaba en un laberinto. Llegamos al fin a mi clase, me invitó a pasar y yo entré.

-Espera- Dijo la señora antes de irse, entrando en el aula y dirigiéndose hasta la última mesa de la fila. Retiró la silla de este pupitre y dijo: -Este sitio es el mejor para ti, así tendrás más espacio para moverte.- Terminó  la frase, como no, con una sonrisa.

-Gracias- le respondí y me dirigí hasta donde ella se situaba. Acto seguido la mujer se fue y yo me quedé en aquel pupitre con el jaleo de algunas personas que ya habían entrado antes que yo esperando a que fuera la hora de empezar. 

BreathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora