Capítulo 9

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De camino en el taxi hacia la oficina, para una reunión en la que voy tardísimo, no dejo de pensar en que hoy se cumple cuatro años de la muerte de mi padre. Ya deseo que este día termine.

Vamos Isa, no pienses en eso. Me digo a mi misma.

Mi teléfono comienza a sonar, es Andrea.

—Voy en camino Andrea. –Le digo al contestar.
—Isabel solo faltas tú.
—Llego en cinco minutos. –Le hago saber.
—Los distraeré en lo que llegas.
—Perfecto, gracias Andrea.
—De nada.

Finalizo la llamada, al recostar la cabeza en el asiento del taxi. Necesito controlar todo esto con Nicholas, porque me está haciendo distraer de mi trabajo. Menos mal que me vine antes de que despertara, porque de seguro no me  hubiera dejado salir nunca de su apartamento. Pero todo lo que dijo anoche fue tan hermoso y confuso, que necesito alejarme un poco de él, para pensar si lo dejare entrar en mi vida por completo, arriesgándome a que cambie de opinión y me pida que me aleje.

Eso no ocurrirá. Comenta mi voz interior.
Podría pasar. Contraataca mi razón.

El taxi se detiene sacándome de mis pensamientos.

Me bajo pagándole al taxista y dirigirme a mi oficina.

—Buenos días Tara. –La saludo al pasar por recepción.
—Buenos días señorita Banner.

Llego a mi oficina dejando mis cosas, tomando lo que llevare y salgo en dirección a la reunión...

Al entrar nuevamente en mi oficina con la reunión concluida y comenzando a caer la tarde, tomo asiento en mi escritorio. Mi teléfono suena con el aviso de mensaje.

<< Carajos>>

Tengo diez llamadas de Nicholas y cinco mensajes, no me quise llevar el teléfono a la reunión, porque no pensé que me llamaría. Leo los mensajes y dicen:

Nicholas: ¿Por qué te fuistes así?
Nicholas: Contesta el teléfono Isabel.
Nicholas: ¡Demonios!... Isabel responde.
Nicholas: No me hagas ir hasta allá, o lo lamentaras.
Nicholas: Tú te lo buscastes.

Habiendo terminado de leer el último mensaje, la puerta de mi oficina se abre de un portazo y Nicholas entra con su máscara de frialdad, y con una Tara pisándole los talones muy molesta.

—Señorita discúlpeme.
—Tranquila Tara, puedes retirarte.

Al haber salido Tara, Nicholas comienza acercase a mí.

—Detente ahí James.

Pero no lo hace, acorralándome en el ventanal de mi oficina.

—Te he estado llamando toda la puta mañana –su mirada transmite enojo y preocupación–. ¿Por qué te fuistes así está mañana? –Pregunta.
—Porque tenía una reunión… A primera hora –comienzo a respirar entrecortadamente por su cercanía–. Y de seguro si despertabas, no me ibas a dejar salir de tu apartamento. –Aseguro.
—No me gusta, no saber dónde estás. –Me dice con enojo.

Que hermoso Isa. Comenta mi voz interior.

Levanto mis manos para acaríciarlo, pero él se aleja.
Comienza alejarse en dirección a la puerta, se gira hacia mí mirándome con esa mirada oscura por el deseo y de inmediato la tención sexual entre los dos, comienza a aumentar.

—Isabel debistes haberme contestado –veo como le coloca el seguro a la puerta, y comienza acercarse a mí nuevamente–. Ahora te castigare, para que a la próxima contestes cuando te llame. –Anticipa deteniéndose nuevamente cerca de mí.

¿Castigarme?

Eso dijo. Comenta mi razón.

—Nicholas…

Pero no me deja terminar al estrellar sus labios con los míos, besándome con fuerza.

Me tenso al sentir está manera tan violenta de besarme, pero a la vez es excitante. Nicholas nos hace mover y me sorprende al levantarme y colocarme encima de mi escritorio, van subiendo sus manos por mis muslos arrastrando la tela del vestido que traigo puesto hoy (que gracias a Dios, había dejado en el apartamento de Nicholas). Al llegar a mis bragas me las arranca de un tirón y suelto un gemido de dolor, pero Nicholas me calla al besarme con fuerza introduciendo su lengua. Sus manos hacen su camino a mi centro y comienza a estimularlo exquisitamente.

—Nicholas…

Comienzo a sentir como mi orgasmo va creciendo en mí vientre, con tal rapidez. Nuestras miradas se encuentran y veo en la de él una cierta malicia.

<< Ahhhh >>

Joder… Estoy a punto de venirme.

De repente Nicholas se detiene, alejándose de mí.
¿Pero qué… Coño?

—Este será tu castigo –comienza alejarse en dirección a la puerta–. Por no haber respondido cuando te llame. –Dice al retirarse.

No me ira a dejar así, cierto.
Eso parece Isa. Comenta mi voz interior.

—Nicholas…
—Te enviare el vestido que te pondrás a tú apartamento –abre la puerta–. Te pasare a buscar a las ocho. –Sentencia al retirarse, con una sonrisa de victoria en sus labios.

La puerta se cierra tras de él, dejándome sin clímax y muy molesta, por ese castigo que no me merezco.
Me bajo del escritorio acomodándome el vestido, y recogiendo mis bragas rasgadas. La puerta de mi oficina se abre, y me giro para ver si es Nicholas que se arrepintió de haberme dejado así, pero no es él. Si no Andrea.

—Tengo lo que Andrés me envió por correo, ¿lo revisamos? –Me pregunta mirando mi rostro enrojecido.

Aparto de inmediato la mirada ruborizándome más, al pensar que ella pudo darse cuenta de lo que estábamos haciendo Nicholas y yo, antes de que entrara.

—Trabajemos en ello. –Respondo al tomar asiento.

Guardando rápidamente mis bragas en una de las gavetas del escritorio.

—¿Es cierto que Andrés está en la cuidad? –Pregunta.
—Si, creí que lo habías visto en la fiesta de Luz. –Respondo viendo en su mirada cierto brillo y curiosidad.

<< Que extraño >>

—No… Me fui antes. –comenta con cierto nerviosismo–. Empezamos. –Me pide cambiando de tema.
—Claro. –Le digo empezando con las empresas de mi padre.

¿Será posible que Andrés y Andrea hayan tenido algo en el pasado?

No lo creo. Decimos al unánime mi razón y yo…

Destino. Aprendiendo a creer en élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora