Capítulo 14

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Después de un rato, aun nos  encontramos en el restaurante de los abuelos de Nicholas.

Él me conto que sus abuelos son de origines venezolanos, nacieron y se conocieron allá. Pero un día los padres de Esther decidieron regresar a Manhattan, (ellos son americanos, llegaron a Venezuela como turistas, y la belleza de mi país los envolvió, haciéndolos quedarse por un tiempo, y en ese tiempo tuvieron a Esther) y esa ida de Venezuela, hizo que Esther y Alberto se separaran. Para después de nueve años volverse a encontrar. Cuando el señor Alberto vino a Manhattan por cosas de negocios, y desde entonces retomaron su historia de amor.

¡Que hermosa historia de amor!
Ese es el destino Isa. Comenta mi voz interior.
Estoy empezando a creer en él.

—Buenas noches. –vemos al señor Alberto subir a la mini tarima–. Hora de karaoke, ¿quién se atreve a subir? –Pregunta el señor Alberto.
—Venezolanita sube tú. –Me pide Nicholas.

Niego con la cabeza.

—No, estás loco. –Le digo con cierta diversión.

Él me mira con decisión.

—Aquí hay alguien que quiere cantar. –Dice él levantándose.

Todos ponen su atención en mí, y yo comienzo a sonrojarme por ser el centro de atención.

—Bueno pues que suba. –Pide el señor Alberto.

Yo sigo negando con la cabeza.

—!!Que suba, que suba, que suba!! –Dicen las demás personas en el restaurante.
—No puedes negarte venezolanita. –Exclama Nicholas al tomar mi mano.

Llego al mini escenario y el señor Alberto me extiende el micrófono.

—Todo suyo. –Dice al bajarse y retirarse junto con Nicholas.

Miro a todos mirarme, y mis nervios aumentan.

Vamos Isa, demostrémosles nuestro talento. Comenta mi voz interior.

Veo bajar una pequeña pantalla, y en ella aparece la letra de la canción de “Víctor Muñoz & Nacho Mi Felicidad”
Y con eso comienzo a cantar.

Yo crecí admirándote
Toda una vida recorriéndote 
Poco a poco vi cómo fueron dañándote 
Tantos años pero siguen destruyéndote 
Nada me podrá detener 
Ya que te rescate pintando mi piel 
Dejar mi huella carbón y papel 
De botar lo amargo probando otra miel  
Se verá la libertad 
Cuando la recuperemos 
Vivir otra realidad, realidad. Por un cambio de verdad 
Te juro que lograremos ser felices al final. 

Todos comienzan a aplaudir, dejándose llevar por la letra de la canción y por su ritmo.

Yo soy tuyo 
De tus venas 
De la línea en tu silueta 
Siento orgullo de mi tierra 
De su azul y sus estrellas. 
Nada nos puede separar ni mil kilómetros de mar 
Como ignorar que por ti soy alguien 
A tu lado está mi felicidad…

Finalizo con aplausos y una que otra lagrima, en los rostros de los presentes, por esa hermosa canción.
Nicholas me extiende su mano y la tomo gustosa.

—Eso fue hermoso venezolanita –limpia una lagrima de mi mejilla–. Eres increíble. –Dice con dulzura.
—Hijo es tu turno. –Oímos que el señor Alberto le dice a Nicholas.

Nicholas me mira picaron y toma el micrófono de mis manos.

En serio va a cantar.
¡Eso parece Isa! Comenta mi voz interior.

Tomo asiento y me deleito al verlo cantar, por primera vez.

Los acordes de la canción de “Víctor Muñoz Minutos” suenan.

Por qué desde que yo te conocí  he vuelto a sentir lo que es vivir  minuto a minuto a tu lado  me he dado cuenta que eres perfecta para mi.

Lo veo cantar y me enamoro cada vez más de él, y con esa hermosa canción más. Las personas se dirigen a la pista de baile con sus respectivas parejas.

Porque contigo me siento vivo  hay no seas mala ven aquí conmigo. 

Nicholas se baja de la tarima y nos volvemos el centro de  atención, al tomarme por la cintura y bailar conmigo aun cantando. Coloco mis brazos alrededor de su cuello y me dejo envolver por lo que está cantado.

Por qué no fue necesario toda una vida  cuando yo te vi ya supe que eras mía…

Finaliza la canción, mirándome con esa vulnerabilidad, que acabo de descubrir es amor.

No des nada por sentado. Comenta mi razón.
Tienes razón, no debo dar nada por sentado…

Habiéndonos despedidos de los abuelos de Nicholas, nos encontramos en dirección a su apartamento.

—Gracias por presentarme a tus abuelos, son encantadores. –Le agradezco.
—No hay nada que agradecer, como te dije los has cautivado, al igual que a mí –el auto se detiene, pero Nicholas no se baja–. Te tengo dos sorpresas. –Me anticipa.
—¿Sorpresas? –Pregunto confundida.
—No sea impaciente, señorita Banner. –Pide al bajarse.

<< Que estará tramando >>

La puerta de mi lado se abre, y él me ayuda a bajar.

Llegamos al ascensor y nos subimos.

Al llegar Nicholas me sorprende al tomarme por la cintura y pegarme a su cuerpo, mientras me besa. Me dejo llevar por su beso, haciéndome perder  en él.

—He querido besarte desde que te vi montada, en esa mini tarima. –Exclama con voz ronca.
—Nicholas… –Susurro su nombre.

Él vuelve a tomar mi rostro en sus manos besándome, con deseo y pasión. Aumentando mí excitación por él.

—Señor. –Oímos decir a Luck.

Nos dejamos de besar y Nicholas se gira hacia Luck.

—¿Qué ocurre? –Pregunta.
—Creo que debe acompañarme. –Le pide Luck.
—Prepara el auto, estaré contigo en unos minutos. –Le ordena Nicholas.
—En seguida señor.

Nicholas toma mi mano y nos hace sentar en el mueble.

—Debo irme. –Me Avisa.
—¿Y  no dirás a donde? –Pregunto.

Él se levanta, y se pasa las manos por el cabello.

—Dame tiempo Isabel. –Pide.
—Pero Nicholas…
—Solo tiempo Isabel. –vuelve a repetir, pero esta vez en tono frio–. Volveré en un rato – se comienza acercar a las puertas del ascensor–. Ve a descansar, nos iremos mañana a primera hora. –Sentencia al cerrarse las puerta e irse.

¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué teme que lo sepa? Pues si cree que me iré con él, después de todo esto se equivoca. Busco mi IPhone y llamo a John.

—Dígame señorita. –Dice al contestar.
—Ven a buscarme al apartamento de Nicholas. –Pido.
—En seguida. –Dice al finalizar la llamada.

Voy a su despacho y busco hoja y lápiz, para dejarle una nota.

Me fui a mi apartamento, creo que es mejor que vayas solo a ese viaje. Y tal vez estando fuera y lejos de mí, pienses un poco y decidas si contarme o no todo ese misterio.
Atentamente. Isabel Banner.

Me dirijo al ascensor con una tristeza al saber que por más que intente, él no me dirá nada…

Destino. Aprendiendo a creer en élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora