Capítulo 4

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A la mañana siguiente despierto mucho más tranquila, y con muchas cosas que pensar. Me voy a duchar, ya que todo regreso a la normalidad, tengo mucho trabajo por hacer.

Al salir me voy directo a mi vestidor.

Hoy me vestiré sencilla, unos vaqueros negros rasgados, una camisa de seda suelta color blanco, unas zapatillas negras con tacón, cabello recogido en una coleta, y por ultimo mi fragancia favorita. Me miro en el espejo y luzco sencilla, pero elegante.

Al bajar me detengo en seco al no ver a mi Nana en la cocina, si no a Nicholas.

—Buenos días venezolanita, tu desayuno está listo. –Informa.

Pensé que se había ido, ¿se ha quedado a dormir?

Por lo que se ve si, Isa. Comenta mi voz interior.

Sonrío para mis adentros.
Es aquí donde yo debo ser, igual como él lo hizo conmigo.

—Buenos días –me acerco a la encimera–. Sabes esta escena se me hace muy familiar –Nicholas cae en cuenta, de que me estoy refiriendo, y me mira con suplica para que no haga lo mismo que él hizo–. Pero tranquilo James, que los venezolanos no somos rencorosos. –Digo al tomar asiento.

Lo veo relajarse, al ver que no actué de la misma forma que él.

—Espero te guste. –Dice al colocar el desayuno delante de mí.

Me sorprendo al ver lo que me preparo. Fue lo mismo que le prepare para desayunar en su apartamento, entonces si detallo lo que le había preparado.

—Gracias. –Agradezco al comenzar a comer.

Lo hago en total silencio, dejando que se haga un silencio entre los dos. Pero aunque no lo esté viendo, sé que él sí lo está  haciendo, y de esa manera que tanto me gusta.

—Veo que vas a salir. –Oigo que dice Nicholas.

Sacándome de mis pensamientos.
Siento que estoy viviendo un Dejabu.

—Si, y hablando de eso debo irme. –Digo al levantarme.
—Isabel...

Lo estoy haciendo enojar.

—Gracias por el desayuno Nicholas, estuvo riquísimo –tomo mis cosas, y me dirijo al ascensor, con su atenta mirada–. Nos vemos más tarde. –Prometo.
Al ver cerrarse las puerta del ascensor...

De camino en el auto hacia el trabajo, pienso un poco en las condiciones que le pondré a Nicholas, y estoy seguro que no le gustara, pero tendrá que aceptarlo si quiere intentarlo nuevamente.

El auto se detiene, haciéndome ver que hemos llegado.

—Hemos llegado señorita. –Informa John, al abrir la puerta para mí.
—Gracias.
—De nada.

Al entrar me recibe la sonrisa de Tara, como siempre.

—Buenos días señorita Isabel, bienvenida.
—Buenos días Tara, gracias.

Llego a mi oficina y me siento feliz al estar de vuelta.
Tomo asiento, y no pasa dos minutos cuando Andrea entra.

—¡Isa estás de vuelta! –Dice con alegría al tomar asiento.
—He vuelto. –Digo también con alegría.
—Te acabo de enviar la agenda de hoy. –Informa.
—Dame un resumen. –Pido.
—Perfecto, reunión para aprobar diseños –comienza a leer desde su Tablet–. Esos nos tomara todo el día, ya que ese trabajo lo tenemos muy atrasado. –Notifica.
—Prepara la sala de juntas, en unos minutos estaré con ustedes. –Le pido.
—Enseguida. –Dice al salir de mi oficina.
—Guao... tengo demasiado trabajo atrasado.
—Bueno Isa, aponernos manos a la obra. Me digo a mi misma.
Saliendo de mi oficina...

Habiendo caído gran parte de la tarde, regreso a mi oficina un poco cansada, pero satisfecha con el resultado de la reunión.

—¡Tita, regresastes! –Oigo a Luz saltar de su asiento, y correr a mis brazos.

La tomo en ellos y la abrazo con fuerza, la extrañe muchísimo.

—Mi princesa favorita, ¿cómo estás? –Pregunto al darle vueltas.

Ella comienza a reír sin parar.

—Muy bien, ¿y tú? –Pregunta, al tomar mi rostro en sus manos.
—Feliz de verte. –Respondo con alegría, mientras miro a mi tía de pie junto a mi escritorio.

Esta nerviosa y preocupada.
Lo sé, por cómo no ha venido a abrazarme, teme que no quiera su abrazo, o siga molesta.
Y no lo estoy, ya entendí que ellos lo hicieron para protegerme.

Bajo a Luz, y comienzo acercarme a ella.

—¿No me darás un abrazo tía Teresa? –Pregunto.
—Claro que si, cariño. –Responde con alegría al abrazarme.

Le devuelve el abrazo, con tanta alegría.

—Cariño no te dije nada, para protegerte. –Se explica, soltándome.
—Lo se tía Teresa –tomo su rostro en mis manos–. Y es lo que siempre espere que hicieras. –Le confieso.

Ella me vuelve abrazar, y Luz se nos une.

—¿Tita podemos ir juntas a comer  helado? –Pregunta Luz al soltarse.

Sonrío por ella.

—Claro hermosa princesa. –Respondo al tomarla  nuevamente en mis brazos.
—¡Siiiiiii!... Comeremos helado. –Dice Luz emocionada.

Salimos de mi oficina.

—Tara comunícale Andrea que me fui, que nos veremos mañana. –Le Ordeno.
—Enseguida señorita.

Nos dirigimos a fuera y nos espera John.

—¿Hacia dónde señorita? –Pregunta John.
—¡Heladería, heladería! –Responde Luz por mí.

Asiento hacia John y nos dirigimos a la heladería....

Destino. Aprendiendo a creer en élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora