Capítulo 11

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Al llegar me bajo sin esperar a que Nicholas me abra la puerta del auto, y salgo disparada a la casa de mis tíos.

—¡Sorpresa! –Gritan todos emocionados, al verme entrar.
Me detengo en seco, al entender todo.

Mis tíos, Luz, John, mi Nana, Andrea, Andrés, Chris y muchos amigos me reciben con alegría.
Trato de verle lo bueno a esto, pero no puedo. Ellos saben que este día para mí, me trae malos recuerdos.

—Tíos…
—Nada de eso –me interrumpe, Andrés–. No puedes dejar de festejar tu cumpleaños, por lo ocurrido hace ya tres años. –Dice al detenerse delante de mí.
—Andrés…
—Estoy seguro que a nuestro padre no le hubiera gustado nada de esto. –Asegura.

Andrés tiene razón, mi padre siempre en estas fechas, me salía con sorpresas distintas. Pero también recuerdo que en esta misma fecha fue que tuvo ese accidente donde falleció, y desde entonces para mí este día es como cualquier otro.

—Andrés este día me recuerda a él –trato de controlar el sentimiento de nostalgia, al recordarlo–. Porque fue justo en mi cumpleaños que el falleció. –Le recuerdo.

Andrés levanta su mano y roza mi mejilla.

—Te entiendo perfectamente, pero recuerda lo que él siempre decía –sonrío al recordarlo–. “Debemos vivir cada día...
—Como si fuera el ultimo” –Termino yo.

Coloco mi mano sobre la de él, aceptando que tiene razón, y que debo ya soltar el pasado, para comenzar a vivir el presente.

—Gracias, Andrés.
—No hay nada que agradecer, ¡ahora a celebrar! –Dice con alegría.

Veo a mis tíos acercarse.

—Feliz cumpleaños cariño. –Me felicitan mis tíos.
—Gracias.
—Tita, feliz cum… pleaños. –Dice Luz saltando.

Todos me felicitan, y estar reunidos con ellos se siente muy bien…

Al poco rato de todas las felicitaciones y regalos, me encuentro en el patio de mis tíos, admirando las hermosas estrellas.

—¿Por qué no me dijistes lo de tu cumpleaños? –Pregunta Nicholas detrás de mí.

Me sobresalto un poco, se me había olvidado que él estaba aquí. No me había querido acercar a  él, porque pude notar que estaba molesto, y su pregunta me lo termina de confirmar.

—Lo siento –me giro hacia él–. Cómo pudistes oír, fue justo en este día en que  mi padre falleció. –Respondo con cierta nostalgia al recordarlo.

Veo su mirada suavizarse, al tomar mi rostro en sus manos.

—Venezolanita lo siento mucho. –Dice con cariño.
—Descuida.

Coloco mis manos encima de las de él.

—Bueno como estamos de cumpleaños –su mirada se va tornando oscura–. Te daré el mejor regalo que puedas imaginar. –Anticipa con voz ronca.

Trago en seco, por esa anticipación.
Pero también me provoca curiosidad.

—¿Y de que se trata mi obsequio? –Pregunto con curiosidad.

Nicholas coloca un mechón de cabello detrás de mí oreja, mirándome ahora con malicia.

—Lo descubrirás, cuando lleguemos a mi apartamento. –Responde con voz seductora.

Me ruborizo, por esa manera de hablarme y por imaginarme lo que vaya hacerme esta noche.

De repente el teléfono de Nicholas comienza a sonar.

—Dime Luck. –Dice al contestar.

Veo su gesto cambiar y tornarse serio.

—Voy enseguida. –Sentencia al colgar la llamada.

Se va a ir, ¿pero adonde?

Lo miro esperando una explicación, pero él solo me mira.

—¿Te vas? –Pregunto.
—Si, se presentó algo. –Responde.
—Y no me dirás…
—Isabel lo estoy intentando –aparto la mirada hacia mis manos, sintiendo un poco de decepción al saber que no me dirá nada–. Solo dame un poco de tiempo –toma mi rostro en sus manos, haciéndome mirarlo nuevamente–. No estoy acostumbrado a esto, pero por ti lo quiero intentar. –Confiesa.

Sorprendiéndome, y borrando de un plumazo toda decepción.

—Está bien. –Le digo con emoción.
—Ahora espero verte en mi apartamento cuando regrese, venezolanita. –Pide al darme un beso.

Que no dura nada, pero que me deja con ganas de más.

Lo veo alejarse, y no sé porque siento un poco de miedo, cuando me diga todo ese misterio que guarda.
Aparto ese sentimiento y regreso junto a mis tíos…

Al llegar a su apartamento, con todo lo de la fiesta sorpresa no pude comer nada, solo un riquísimo pastel que mi tía Teresa preparo con mucho cariño. Me voy directo a la cocina de Nicholas a prepararme algo para comer, mientras él llega.

Saco del refrigerador unos tomates, queso, jamón, pan y unos huevos. Me haré un sándwich.

Cuando termino de preparar todo, voy a echar el huevo en el sartén, cuando una gran gota de aceite me cae en la muñeca, haciéndome saltar de dolor.

¡Demonios, que dolor!

Suelto el sartén en la estufa, y voy al fregadero para echarme agua.
Pero por más que le eche agua duele mucho, veo mi muñeca y fue una gran  gota. Apago la estufa y me dirijo al baño, para echarme alguna pomada para las quemaduras.

Al bajar nuevamente el dolor es cada vez más punzante, la pomada no ha resultado, será mejor que vaya a un hospital. Me  dirijo al ascensor con todo lo esencial (Gracias a Dios me cambie en casa de mis tíos, porque ir con un vestido seria bastante incomodo) salgo del edificio y busco un taxi. No tardo en encontrarlo y darle la dirección del hospital.

Rogando porque llegue rápido…

Destino. Aprendiendo a creer en élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora