Catorce.

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Aquella Saiyajin había abierto sus ojos encontrándose con ambos Dioses, quienes la miraban mal. La chica no tardó en notar que se encontraba en una cama. La misma en que había despertado cuando Black le había traído al llegar del pasado.

No supo qué decir. ¿Quizás debía reír?
Esa opción no era muy segura para su vida, pues debía mantenerse a salvo hasta la llegada de sus amigos.

—¿Qué hago aquí?—Preguntó con voz demandante, mas no grosera. Iba a mantenerse al margen.

—Serás nuestra sirvienta. ¿Cierto Black?—El nombrado asistió con la cabeza. Casi olvidaba la "excusa" dada a Zamasu del porqué trajo a la humana en un principio.

Una humana que en esos momentos quería golpear ¡Había dejado escapar a los Saiyajin!

—Pero hay ciertas condiciones. Y si llegas a siquiera tratar de escapar...—De un momento a otro, una cuchilla de ki rodeó la mano de Zamasu. Éste se acercó a la chica—Te irá mal.

Nala asistió con su cabeza. No se trataba de una broma... Ellos eran peligrosos.

Tanto Black como Zamasu salieron del lugar.
La Saiyajin se puso a pensar. Si bien, las posibilidades de escapar eran pocas, ahora menos con la llegada de ese tal Zamasu. Aunque estaba la ventaja de que al parecer el ser verde no pasaba mucho tiempo en casa.

Pero... Aquella amenaza no parecía para nada falsa. Quizás debía permanecer allí hasta la llegada de sus amigos, sabía que volverían. Sobre todo Goku.

¡Sí! ¡Eso iba a hacer! Esperar la llegada de los chicos. Sólo le quedaba sobre vivir. Vivir como "sirvienta" de dos Dioses autoproclamados, parecía ser algo para nada fácil. 

 

Mientras que en otro tiempo, un Saiyajin de pelos parados recién comenzaba a abrir sus ojos. Se encontraba en un sillón de la Corporación, pero ni siquiera lo notó. Se levantó de un salto colocándose en posición de batalla, a lo que todos sus amigos le miraron con extrañeza.

—Nala...—Aquel susurro fue sólo audible para él. Comenzó a mirar a todos los presentes, sin encontrar a aquella chica.

—¿Y Nala?—Preguntó hacia sus amigos. Unos se hicieron los sordos, otros los desentendidos silbando a la nada, y en el caso de Trunks... como única respuesta, negó con su cabeza.

•••


—¡Oye tú... humana!—Aquel grito de parte de Black enfureció a Nala. ¿Cómo ese sujeto no era capaz de aprender un simple nombre?

—¡Ya voy, imitación barata!—Gritó de vuelta. Quería sobre vivir, pero su dignidad se la pensaba llevar a la tumba.

Cuando apareció por el balcón, el chico la miró mal. Ignoró aquello.

—¿Qué quieres?

—¿Esas son maneras de tratar a tu superior?—Responde con otra pregunta, y Nala ríe negando con su cabeza.

—¿Superior? Para mí no eres más que una imitación barata con el fetiche de ser Dios. Pobre diablo.

Un estruendo se hizo presente. El chico se había levantado de golpe de su silla, con una furia incontenible.

—Cuidado con lo que dices, humana—Al igual que Zamasu anteriormente, Black formó una espada de ki en su mano, y no tardó en acorralar a la Saiyajin contra el barandal.

—Con esto soy capaz de cortar tu jodida lengua ¿¿Entiendes??

La chica, por inercia, asistió con su cabeza y Black al verla tan... vulnerable, sonrió.

«Zamasu se ha ido hace poco, sin duda no interrumpirá esta vez. De todas formas... No es hora del té».

El de cabellos parados deshizo la cuchilla, sin alejarse de la chica.

—¿Qué te parece si seguimos con lo del antes?—Nala no podía emitir palabra alguna.

«Seguir con lo de antes», aquello retumbaba en su cabeza, poniéndole nerviosa.

Black rió. De todas maneras... sólo quería divertirse, y quizás cabrear a Goku cuando se dignara a aparecer.

«¡Ja! Llegar y ver a su pobre humana profanada»

Nala aún no reaccionaba. El cuerpo del sujeto se pegó al suyo; allí pareció reaccionar y le empujó con todas sus fuerzas, para seguido de eso, en un ataque de desesperación tratar de salir volando.

—Dejaremos esto para otro momento—Black tira del pie a la chica obligándole a volver a piso—¡Ahora ve a tu habitación!

Nala sintió una descarga de adrenalina. Corrió hasta su supuesta habitación, y cerró la puerta a sus espaldas.

Oía el latir desesperado de su corazón ¿Acaso Black le pensaba...?

«Dejaremos esto para otro momento», recordó las palabras del chico y tiró de su cabello.

¿Para otro momento?

¡Diablos! Si antes estaba preocupada, ahora lo estaba más. Además de cuidar su vida, también debía cuidarse de "ciertas" intenciones de Black.

Nala cerró sus ojos, y suspiró tratando de tranquilizarse.

¡Pero se le hizo imposible!

BLACK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora