CAPITULO 6

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Ajar llegó a la frontera del Oasis, muy triste por lo que pasó. Eva lo alcanzó y se puso frente a él para detenerlo.

— Ajar, no te vayas... A donde tú vayas, yo también iré. No quiero estar sin tí... —dijo Eva.

— Yo tampoco quiero estar sin tí Eva... —dijo Ajar.

— No importa a dónde vayas... Contigo quiero estar... —dijo Eva.

Los dos se abrazaron y se besaron enamorados, juntos buscarían la forma de que nadie los quisiera separar.

Los dos se abrazaron y se besaron enamorados, juntos buscarían la forma de que nadie los quisiera separar

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De repente...

— Vaya, vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? —dijo Saladin saliendo de entre los arbustos.

— ¿Quién eres tú? —preguntó Eva al ver a Saladin.

— ¿¡Qué haces aquí!? —preguntó Ajar enojado.

— Nada, solo paseaba y me topé contigo Ajar... —dijo Saladin

— ¡Vete de aquí y déjame en paz! —dijo Ajar.

En eso llegó Michael buscando a Eva, pero al ver la escena permaneció oculto entre los arbustos observando.

— Ajar, ¿Porque no me presentas a esta lindura? —dijo Saladin haciendo a un lado a Ajar y acercándose a Eva.

— ¡Déjala en paz! —dijo Ajar.

— Jajajaja, ¿Una polvorienta? ¿Enamorada de una verde? Jajaja, debe ser una broma —dijo Saladin burlándose.

— Tienes envidia de Ajar porque me tiene a mí, y tú no tienes a otra polvorienta —dijo Eva quitandose a Saladin de encima.

— Jajaja, ¿Envidia? ¿De éste perdedor?... No creas linda, no me rebajo al nivel de un tinto que sólo se ha dedicado a robar sandías —dijo Saladin.

 No creas linda, no me rebajo al nivel de un tinto que sólo se ha dedicado a robar sandías —dijo Saladin

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— ¡Ya basta! —dijo Ajar furioso.

— Bien, me iré, no perderé mi tiempo con un perdedor... Jajajajaja —dijo Saladin y se fue.

Ajar dió un suspiro triste, todo iba de mal en peor para él.
En seguida, Michael salió de entre los arbustos y se acercó a Ajar y Eva.

— ¿Están bien chicos? —preguntó Michael.

— ¡Ya no lo soporto! Nunca dejará de molestarme o de hacerme daño... —dijo Ajar triste.

— ¿Saladin? Sí... Lo sé, es un dolor de cabeza... Vuelvan al Oasis, los dos, yo iré en un momento... —dijo Michael.

— Está bien... —dijo Ajar y volvió al Oasis con Eva.

Mientras Ajar y Eva volvían al Oasis, Michael siguió a Saladin para tratar de hablar con él.

— ¿¡Nunca te cansan de dañar a la gente!? —dijo Michael detrás de Saladin.

— Vaya, ¿la serpiente más rica del Oasis se atreve a venir aquí? ¿Qué quieres Michael? —dijo Saladin.

— Quiero que no molestes a más serpientes de aquí, y especialmente a Ajar —dijo Michael.

— Vaya, tú nunca estuviste de lado de las polvorientas, ¿Qué te hace pensar que haré lo que tú me digas? —dijo Saladin.

— Ajar vivirá ahora en el Oasis, y eso me hace responsable de su seguridad —dijo Michael.

— ¿¡Qué!?, ¿¡Ese perdedor vivirá en el Oasis!? —dijo Saladin sorprendido.

— ¿Porque lo fastidias Saladin? —preguntó Michael.

— ¡Yo molesto a quien yo quiero! —dijo Saladin.

— ¿Aprovechándote de los que son menores a tí? —dijo Michael.

— ¡Yo no tengo la culpa de que ese gusano haya nacido tarde! —dijo Saladin.

— ¿Así que por eso te aprovechas? ¿No sabes defenderte y crecerte entre los pequeños? —dijo Michael.

— ¿¡Quién te crees para hablarme así!? —dijo Saladin enojado frente a frente con Michael.

— Escucha Saladin, no voy a pelear, sólo deja de fastidiar a Ajar ¿Está bien? —dijo Michael y se fue de regreso al Oasis.

Saladin volvió con las demás polvorientas enojado, aún sin arrepentirse.

La Aventura de AjarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora