Nos quedamos en...
Cayendo de rodillas y envuelta en lágrimas.
V: (Llevándose las manos a la cara) No puedo...dios mío, no puedo hacerlo...
Continuación...
Y allí se quedó llorando, sintiéndose impotente, llena de rabia por no haber podido cumplir como mujer. Sería posible que, aún deseándolo y amándolo como lo amaba, no fuera capaz de superar el horror que había dentro de ella? Sería capaz de entregarse por completo a él en algún momento? O, por el contrario, estaba ya marcada como inservible para cualquier hombre?... Desesperada por esas preguntas, decidió levantarse y darse una ducha; aún le temblaban las piernas por el miedo pero, sin embargo, se sentía excitada al recordar las caricias de César... Cómo era posible que sentimientos tan diferentes se dieran a la vez en la misma persona??
Aquella noche, no fue capaz de pegar ojo; a las pesadillas frecuentes, se unieron todas la preguntas en su cabeza, además de la sensación de vergüenza y desprecio que sentía por ella misma después de lo ocurrido...Por fin llegó la mañana y, una sonriente Alejandra, pasó buscándola a su cuarto. En seguida se dio cuenta de que algo pasaba...
A: (Con cautela al ver la cara de Victoria) Buenos días... o quizá no tan buenos...
Victoria la miró y, sin poder evitarlo, dejó caer una lágrima de sus ojos...
A: (Acariciando su rostro) Hay algo que quieras contarme?
Victoria negó con la cabeza, no sabría ni por dónde empezar, se odiaba a sí misma en ese momento.
A: (Tomándola entre sus brazos) No te preocupes, cuando me necesites, aquí estoy, lo sabes...
Se dejó consolar por su pequeña y lloró amargamente sobre su pecho, incapaz de pronunciar palabra. Minutos más tarde, ambas se dirigían a la cafetería para intentar comer algo. Allí se cruzaron con César, cuya cara mostraba que tampoco había pasado una buena noche y, la mirada de culpabilidad y arrepentimiento que le lanzó a Victoria, alertó a Alejandra sobre otro problema entre ellos. Nada más terminar el desayuno, salió a buscarlo y lo encontró saliendo como un loco, a lomos de un caballo y en dirección al bosque. Sin dudarlo un segundo, montó en su yegua y lo siguió a todo galope. Ambos corrían como desesperados; él intentando descargar su furia y ella, intentando alcanzarlo. Por fin se paró delante de la cascada donde estuvieron comiendo en familia días antes. Alejandra lo vio bajar de su caballo, sentarse frente a la laguna y echarse a llorar como un niño, no se había percatado de que ella lo iba siguiendo; "qué habría pasado para que César estuviera tan devastado?" pensaba Alejandra.
A: (Acercándose lentamente a él y posando una mano en su hombro) César...
César la miró por un segundo y volvió a esconderse entre sus piernas avergonzado. Alejandra colocó su cabeza en su hombro y se limitó a abrazarlo en silencio, transmitiéndole comprensión y apoyo con aquel gesto. Minutos después, él parecía calmarse un poco y, aún entre lágrimas, fue capaz de pronunciar las primeras palabras.
C: Lo he estropeado todo Ale... Puedes odiarme tú también...
A: (Intentado quitar hierro al asunto con una sonrisa amable) Bueno, si me cuentas por qué quizá sí...
C: (Un poco sorprendido) Ella no te ha contado nada?
Alejandra negaba con la cabeza dejando a César aún más desconcertado...
C: (Abatido) Si no te lo ha contado a ti, que eres su apoyo, su confidente, su luz como ella dice...
A: (Acariciando su hombro) No la he querido presionar. Sé que me meto demasiado en vuestras cosas y eso no está bien... No quiero que llegue un día en el que me reprochéis por pasar el límite de vuestra vida privada...(Con dulzura) Pero igual estoy aquí, para lo que necesitéis...
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Resiliencia Tekila
RomanceVictoria Ruffo y César Évora, una realidad muy distinta a la ficción... Qué pensarías si todo hubiese acabado por una mentira? Si toda tu vida fuese una actuación... Es la primera vez que escribo en mi vida, por supuesto que nadie se sient...