14. La oscuridad que tiñe el deseo.

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Light podía afirmar con rotundidad que aquella última semana fue la más extraña desde que se trasladó a Nueva York.

Los ojos de su vampiro lo miraban allá donde iba. Lo perseguían en silencio cuando caminaba de un lado a otro; cambiándose, agarrando la ropa que los estilistas y Mikami le ofrecían para las numerosas sesiones de fotos que debían llevar a cabo para la Virgin Blood. Como esperaban, los números que salían a la venta con un mortal en la portada, eran los más vendidos del año. Estaba siendo la causa del enorme éxito del que ahora mismo disfrutaba la revista. Y Light se enorgullecía cuando Elle le acariciaba el cabello y le susurraba al oído: gracias, buen trabajo. Con esa voz de bastardo sexy que adoptaba en su presencia.

Sentía que el tiempo parecía haber retrocedido. Que las miradas volvían a ser como la primera vez que se observaron, cargadas de expectación y ansiedad, como si al regresar al apartamento no terminasen devorándose a besos. Enredados entre las sábanas que acababan salpicadas de sangre cuando Lawliet clavaba sus colmillos con fuerza, haciéndolo delirar y gemir, encontrándole el placer a ese acto tan oscuro. Tampoco volvió a pensar en el extraño amor que sentía por Lawliet, intentando olvidar que estaba enamorado, como si pudiese controlar su propio corazón a su antojo. Como si fuese tan sencillo dejar de sentir.

Ahora estaba frente al fotógrafo, que solía mirarlo con un potente apetito salpicando sus pupilas. Mikami vigilaba de cerca, consciente de que como al principito le ocurriese algo, iba a ser su cabeza la que correría un grave peligro.

―Light, échate sobre el sofá de terciopelo. Así, muy bien ― sonrío un orgulloso Mikami. A pesar de que el mortal a veces era como un dolor de cabeza, al final había terminado adaptándose muy bien al ritmo de las sesiones, comportándose como un modelo profesional. Solo a veces, claro.

Obedeció sin rechistar, algo raro, a decir verdad; pues Light adoraba llevarle la contraria a Mikami, sacándolo de quicio cuando Lawliet se acercaba y exigía ver resultados inmediatos. Le hacía gracia que Mikami frunciese el ceño y suspirase hastiado, jurándole odio eterno sin necesidad de palabras. A veces le gustaba ser un maldito mimado y molestar a los demás al sentirse protegido por su vampiro.

―Estoy cansado, tengo hambre ― bostezó, rascándose el ojo y gruñendo cuando el hombre aprovechó aquel gesto para sacar otra fotografía. Parecía que vendía muy bien el rollo del mortal delicado e inocente.

―Aún quedan unas cuantas fotos. Ten paciencia ― dijo Mikami, cruzándose de brazos. ¡Pero si habían tomado un descanso de quince minutos hacía tan solo una hora!

―Pero tengo hambre― repitió, poniéndose en pie y saliendo de la zona de los focos mientras intentaba quitarse las correas de cuero que le atravesaban el pecho.

Mikami chasqueó la lengua, dándolo por perdido. Light era precioso y muy sexy, pero también un caprichoso de mucho cuidado.

―Está bien. Ve al despacho de Lawliet; él tiene tu almuerzo.

Asintió, sonriendo satisfecho y dejando al fin las malditas correas en una mesa, poniéndose la suave sudadera gris que su vampiro le había comprado. Como de costumbre, Mello estaba fuera, esperándolo para "escoltarlo " hacia el despacho del mayor.

―¿Ya habéis terminado? Joder, cada día más pronto.

―No. Pero estoy cansado y tengo hambre ― dijo, intentando mantenerse lo más cerca posible del rubio. No le gustaba cuando caminaba por los pasillos dela empresa y muchos trabajadores lo miraban como si fuese un batido de sangre fresca.

―Eres tan caprichoso que duele ― rió Mello, sabiendo de antemano como era el muchacho.

En cuanto llegaron, se despidió del rubio con un gesto y entró en el despacho, sonriendo al ver a Lawliet sentado frente al escritorio, tecleando en el ordenador y concentrado en sus tareas. El vampiro elevó la vista, sin dejar de mirar de esa forma tan intensa a su mortal.

Virgin Blood (+18) (AU Death Note L x Light / Vampiros / Licántropos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora