3: ¡Un sueño hecho realidad!

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-¡ALEX, HERMANO!

No podía ser verdad. No, no, dios no.

¡Era Matt! ¡¡¡Matt Helders!!! El legendario baterista de Arctic Monkeys.

Estaba a punto de morir por dentro. Lo juro.

-¡MATT!- grité corriendo hacia él. Era inevitable no hacerlo.

Él respondió muy amablemente.

-¡Hola! Taby, ¿verdad?

-¿Cómo sabes mi nombre?

-¿No lo recuerdas?- rió. -Ayer... Backstage... La fiesta...

-En realidad, no- reí.

-Ay, vamos, ¿nada de nada?

-¡Nadita!

-Wow, no me sorprende. ¡Ustedes dos fueron los que más se embriagaron!

-Quizás luego se acuerde, ¿quieres pasar?- interrumpió Alex, como cambiando de tema.

-Creo hay que terminar la comida- sugerí.

-Si, tienes razón. Vamos.

-Por favor, preparen algo, ¡¡¡estoy que me muero de hambre!!!- exclamó Matt.

Alex y yo nos dirigimos a la cocina.

-Alex, ya sé que estás cansado del tema. Pero no tengo idea de que fue lo que pasó ayer, así que, ¿te gustaría empezar de nuevo?

Alex tomó un respiro y me observoó.

-Si hace que dejes de estar tan tímida y callada, si, me encantaría- bromeó.

-Soy Taby, tengo 16 años, me gusta Arctic Monkeys y la pasta.

-¿16? Wow, eres una bebé. Yo soy Alex, tengo 27 años, por lo tanto no soy un bebé. Soy parte de Arctic Monkeys y estoy justo ahorita a punto de preparar pasta pero una niña, muy bonita, por cierto, me está hablando así que no puedo empezar.

-Idiota- dije con una sonrisa.

-¡Es la tercera vez que me dices ''Idiota''!

-Wow, hasta las tienes contadas.

-Anoche lo hiciste unas siete veces, estoy seguro. Ahora son diez veces en total. Terrible.

-Idiota, idiota, idiota, idiota, idiota. Tranquilo, ahora son quince.

Alex se echó a reír y me revolvió el cabello.

-Creo que deberiamos empezar, me está dando pena Matt- dije dirigiéndome hacia la comida.

-Si, tienes razón, empecemos.

Fue fácil, eran de esas pastas que se podían preparar en 5 minutos.

Una vez ya preparadas, las llevamos a la mesa. Matt conversó un momento con nosotros y entre todos intercambiamos números.

Vi que se estaba haciendo tarde, así que, le pedí a Alex que por favor me llevara al apartamento en el que me hospedaba.

Íbamos muy en silencio, no podía soportar la idea de todo esto que había pasado. Era demasiado, demasiado para mí.

-Aquí es. Adiós Alex, fue... un placer.

Sólo salí del auto sin despedirme antes de que él dijera una palabra.

Hasta que sentí que Alex tomó mi brazo.

-Oye...

-¿Que pasó?

-Quiero disculparme por toda esa actitud en la mañana, no sé en que estaba pensando, es sólo que a veces digo tonterías pero no quería hacerte sentir mal, lo siento.

En la cama de Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora