Capítulo 8: Un día con una actriz

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"Ella era todo lo que pensaba en el colegio de Londres. Mi vida en ese entonces era un completo desastre, pero me gustaba que en mi desastre ella siempre estuviera presente, pues me hacía sentir que tenía un motivo por el cual seguir ahí; me hacía reír y sonrojar, en pocas palabras me sentía completo. Existía una paz interior que yo desconocía cuando ella estaba cerca de mí, y aunque no pronunciáramos palabra alguna, pude sentir que era la indicada..."

Las palabras descritas en esa pequeña misiva, que no tenía remitente, hirieron aún más el dolorido corazón de Susana Marlowe, pues sabía que su novio había escrito todas esas palabras, el problema era que no tenía una fecha, para asegurase si fue antes de conocerse o después del accidente.
Cada pensamiento negativo invadía su cabeza, repitiéndose a ella misma que era sólo una carta sin enviar y que no importaba.
Cada que quería saber algo de su novio, Susana se dirigía a la habitación del joven, pero siempre se llevaba una sorpresa que le rompía el corazón. Para ese entonces la joven ya no se sentía completamente feliz, estaba amargada, pero sabía que no podía desquitar su odio hacia Terry porque eso haría que la dejara.
Susana se andaba en silla de ruedas por la casa, y en cuanto escuchó un portazo que venía desde la puerta principal, dejó la carta en su lugar y salió. Se encontró con su madre, quien estaba gritando como una loca mandona a sus sirvientes que era hora de preparad la cena.
— Susy, querida, ¿qué haces aquí? Creí que practicabas con el piano. — dijo la señora Marlowe con voz dulce al ver a su hija.
— Ya sabes que odio tocar el piano. — Contestó la joven con amargura.
— Pero, cariño, debes distraerte en algo...
— Ya te dije, odio el piano. Ya me iré a mi habitación, no cenaré hoy, así que no te molestes en mandar a nadie para preparar la cena. — Dijo Susana.
La madre de Susana cada vez más se daba cuenta de que su hija ya no necesitaba a Terry como su único remedio. Tiempo atrás, cuando recién Terry se había mudado a la casa de su Susana, el doctor había recomendado a la señora Marlowe que su hija necesitaría terapias con un psicólogo para poder ayudarla a salir adelante emocionalmente, pero la joven actriz sólo dijo que necesitaba de su nuevo novio para estar completamente feliz.
Nunca se imaginó el infierno que esto desataría.
Todas las expectativas que ella tenia de Terry junto a ella se habían desvanecido por completo cuando él sólo se la pasaba encerrado en una habitación, que claro, era una simple recamara de sirvientes, y no porque la señora Marlowe la hubiera escogido para él, sino que Terry mismo quiso eso. Con sus frías palabras había dicho que quería estar solo y sin que nadie lo molestara.
Era un caballero, pero ambas mujeres lo habían sacado ya de quicio. Susana era una mujer muy caprichosa, y con el accidente de volvió más exigente todavía. Al notar ella que Terry se alejaba más y más de ella, se comenzó a comportar de manera muy diferente. Ya no sonreía, siempre estaba muy seria y pocas veces llegaba a tomar bocado.
Al menos a Terry aún le quedaba el teatro. Después de regresar con Susana, cuando él estaba perdido en alcohol, estaba completamente seguro de que quería volver al teatro, pero sabía que también una de sus obligaciones era estar con ella, así que le pidió disculpas a ambas mujeres, en especial a la señora Marlowe que siempre lo miraba con odio.
Pero ya tenían dos años juntos, Susana estaba "contenta" de tenerlo a su lado, pero no era lo que quería, ella soñaba con que Terry sería un cariñoso novio y que la ayudaría a que su accidente se le olvidara fácilmente cuando estaba él con ella, sólo que las expectativas era demasiadas para la fea realidad. Para ese entonces, ni siquiera Eleanor Baker tenía la dicha de conocer a su nuera, ya que Terry nunca la mencionaba durante la cena.
Uno de los sueños más preciados para Susana era conocer a Eleanor, y supuso que después de estar años cerca de su hijo, éste se la presentaría, y de nuevo cayó en las expectativas. Terry no era muy amigo de su madre.
Susana estaba harta, después de llegar a su habitación cerró la puerta con delicadeza y comenzó de nuevo a llorar.
— ¿Por qué? ¿Por qué no me quieres Terry? — Suplicaba ella mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. — Me sacrifiqué por ti, ¿y así me pagas?
Esto era un completo infierno para ella y sabía que no quería vivir más así.
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En el teatro de Holmes, los ensayos cada vez eran mayores, pues la fecha de estreno estaba por llegar, los nuevos actores estaban un poco estrenados ya que sería su primer estreno, pero de igual forma, según el director estaba quedando perfecto, pero había una persona que lo sacaba de quicio, Terry Grandchester.
Faltaban solo dos días para el estreno y aún el joven no ensayaba lo suficiente, según el director, pero según Terry tenía todo bajo control. Al menos los días que tenían ahí en Holmes, se había pasado bebiendo.
Además se había vuelto un poco inseguro: la prueba de las luces casi siempre se hacía hasta estar cerca del estreno, así que no ponía ni un pie en el escenario cuando los hombres que se encargaban de ello, estaban trabajando. Era obvio que todos lo comprendían, menos su director, pero al final terminó por acceder y ensayaban en uno de los camerinos del teatro, el más grande.
Todos se encontraban ahí, la hermosa Letty estaba más que nerviosa y aun faltaban más de 48 horas para el estreno, sólo que quería dar lo mejor de sí. Pero pensaba en Terry, ella había escuchado, por parte de Karen, que su novia Susana no lo dejaba ser, y que siempre estaba tratando de amarrarlo de alguna forma, conocía el accidente que sufrió ella, y por esa razón Letty admiraba más a Terry, ella solía decirse para sí misma que Terry merecía algo mejor.
Letty miraba, indiscretamente al joven, ya la mayor parte de sus compañeros lo habían notado, hasta que ella sintió las miradas pesadas de ellos y se puso completamente roja.
Al finalizar los ensayos, ya pasadas las doce, Terry siempre se quedaba sólo, meditando y todos sabían esto, así que pobre de aquel se le atreviera a cruzar por su camino. Pero Letty, se quedó observándolo por detrás de la puerta del camerino, ésta estaba entreabierta, y la joven no paraba de mirar su escultural figura. Terry sólo estaba parado mirando a la nada cuando de repente comenzó a actuar, gritando sus diálogos a la perfección. Letty nunca había visto en sus otros compañeros, ni siquiera en Karen, la pasión con la que Terry hablaba y se movía al mismo tiempo, la había cautivado, en definitiva estaba enamorada de él.
Karen era una persona muy inoportuna, pero amaba ver como Letty siempre observaba a Terry, y esa no era la excepción.
— ¿Disfrutando el espectáculo? — Preguntó Karen sonriendo maliciosamente.
Letty dio un leve salto, quedan frente a frente con Karen. Se llevó las manos a la boca y se le había helado la sangre.
— ¿Qué quieres, Karen? — Preguntó Letty con el sueño fruncido.
— Nada, pero no creo que a Terry le agrade una admiradora fisgona y además de acosadora. — Contestó Karen usando su tono de voz lleno de veneno. Pero luego soltó una risa divertida.
— Eres mala, Karen. — Dijo al fin la joven.
— Lo sé, es mi esencia, y lo que me hace ser única aquí. Pero te recomiendo que salgas ahora mismo de aquí si no le diré que lo mirabas. — Karen ahora se miraba enojada cuando amenazó a Letty.
La chica no hizo otra cosa más que obedecer.
Cuando ya se encontraba lo suficientemente lejos, Karen abrió la puerta del camerino, interrumpiendo a su mejor amigo.
— Pedí que me dejaran solo, idiota. — dijo Terry con fastidio.
— Pues no estabas tan solo cuando llegue aquí — Comentó Karen sonriendo.
Terry soltó un suspiro.
— ¿Qué quieres? — Dijo rendido al fin.
— Que me acompañes, te agradara venir, est...
— No. no volveré contigo a un bar, eres muy lambiscona, mentirosa y presumida, no me hables, Karen — Dijo el joven sin sumarle importancia.
Las palabras de Terry no sonaron muy hirientes para la joven actriz, pero había sentido un poco de coraje, aunque después trató de olvidar el tonto comentario, tenía un plan y el idiota de Terry no iba a estropearlo.
Enserio, señor Grandchester, sólo quería ayudar. Pensó la joven.
— Como quieras, te estaré esperando en el bar de enfrente — Karen se dio la media vuelta y desapareció.
Terry soltó otro largo suspiro.

En la carta que había leído Karen, especificaba con letras mayusculas, el nombre de Candy, así que no dudó ni un momento más en hablar con Albert para que la ayudara, ya había conocido al padre adoptivo de la chica rubia y sus planes para que Terry se reencontrara con ella eran perfectos, si Terry no fuera un idiota.

Eres mi amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora