La velada estaba pasando de lo más común, Candy se había quedado parada en el balcón en el que, según ella, vería la luna como Terry le había dicho; no se había percatado de que estaba ya ahí mucho rato, pero luego de que nadie notara su presencia se tranquilizó.
Excepto alguien, alguien que sí la había estado buscando por toda la mansión, ese era Edward, quien había aparecido por detrás de ella con dos copas llenas de Champagne, no tenía idea de si Candy tomaba alcohol pero pensó que sería bonito llevarle algo.
—Candy — la llamó él.
—Hola, Ed — Ella le regaló una sonrisa, luego miró las dos copas un poco escéptica.
—Supuse que te caería bien un trago — Ed le ofreció la copa con temor.
Para su sorpresa ella lo aceptó. Luego le volvió a sonreír, aunque no tomó ni un poco de esa copa.
—Gracias, Ed.
—¿Qué haces aquí sola? — Preguntó él lleno de curiosidad.
—La verdad necesitaba un poco de tiempo a solas, pero no te preocupes, me alegra que hayas llegado a hacerme compañía... y traerme algo de alcohol —Volvió a sonreír.
—No sabía que no tomabas —Ed agachó la cabeza de pena.
—Descuida, no me molesta en lo absoluto — ella soltó una risita.
Edward sabía a qué iba a hablar con ella en ese momento, sólo que se sentía de nuevo muy atemorizado, no podía decirle, ni siquiera sabía cómo tocar el tema del que, según él, era muy delicado. Había pasado unas horas en Lakewood y todo ya era muy extraño.
Él se afinó la garganta para prepararse y sacar lo que tenía que decir.
—Candy, la verdad es que no tenía pensado hablarte de estas cosas en tu propio hogar, es más, no pensé que estas cosas se tendrían que decir de esta forma, por que no sabía que iban a ocurrir — Edward parecía más misterioso ahora.
A Candy le llamaron la atención sus palabras, así que puso cara seria ahora.
Edward suspiró y continuó al ver que ella no decía nada.
—Anoche, tu tía abuela me propuso algo, que, a decir verdad, no me pareció mala idea — él volteó a ver a Candy, ella no hizo nada de nuevo más que levantar una ceja.
—¿De qué hablas? — Candy se hizo la desatendida.
—De que tu tía abuela pretende casarte conmigo — Edward dejó de verla a la cara para pronunciar aquellas palabras lo más rápido que pudo, no podía más con ese sentimiento.
Candy fingió sorpresa, pero, estaba todavía muy indignada, así que su reacción parecía real.
—¿Qué fue lo que le respondiste?—Preguntó ella con la mayor calma que podía.
Él de nuevo se movió de lugar para echar una vista al jardín que daba abajo del balcón en el que estaban, y luego, la miró a ella, esa mirada estaba llena de un brillo, que a Candy le parecía muy conocido, así que esperaba una respuesta que no le iba a gustar para nada.
—Le dije que no — él le sonrió un tanto aliviado.
Candy ya esperaba lo peor, pero al escucharlo decir aquellas palabras, se quedó más que sorprendida.
Todas las ideas que tenía de Edward estaban equivocadas, él no tenía sentimientos de enamoramiento hacía ella, como lo pensaba...
—Le dije que no porque yo sé que tu no sientes lo mismo — él no dejaba de mirarla. Y de nuevo le regaló una sonrisa, quebrada.
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Eres mi amor eterno
RomanceDespués de que Candy regresara a la mansión de Lakewood, Albert se percata de que la pecosa no es muy feliz del todo. Él trata de animarla dejándola vivir a su manera, pero no funciona. Candy sólo esconde su tristeza y trata de complacer a todos con...