Capítulo 20: Conspiraciones contra Candy

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Ya era Navidad, todos en la mansión de Albert estaban arreglando los preparativos para la fiesta de esa noche; cuando Candy había llegado exactamente a medio día, los cocineros ya tenían la cena lista, los adornos del comedor y los demás sirvientes ya tenían casi todo decorado con adornos navideños.

Nadie había dicho que había más de 50 invitados, todos por parte del clan Ardley, y claro más las personas que habían invitado antes.

La joven rubia no sabía ni siquiera para donde mirar.

—Candy — llamó Albert desde arriba de las escaleras. —Bienvenida.

—Hola, Albert — saludó ella con una enorme sonrisa.

El joven la abrazó como un saludo de bienvenida, además ya sabía el motivo de su alegría; hacia tiempo que no la veía de esa manera, así que supuso que estaba todo bien con ella a partir de ese momento. Recordaba la época en que se quedaba callada por un rato y esbozaba media sonrisa en silencio para no aparentar que tenía episodios de vagos recuerdos. Verla de esa manera, era como estar viendo a la vieja Candy que tenia apenas doce años, aquella niña que alegraba a todo mundo con sólo hacer sonar su risita.

—Me alegra mucho verte, pequeña. — Dijo él en voz alta.

A Candy le extrañó mucho eso, pues no habían pasado tantas horas separados, lo que no sabía era que Albert hablaba consigo mismo por el hecho de recordarla así de feliz. Al menos, si no quería decírselo, lo había hecho y no tenía nada de malo en eso.

Albert se afinó la garganta.

—Candy, necesito decirte algo.

—¿Qué sucede? Supongo que no es todo esto de la fiesta, si puedo decir, es que creo que este año será un poco más exagerado ¿quién vendrá? — Preguntó ella con curiosidad.

El joven soltó una carcajada.

—No lo había notado, lo siento, Candy. — De nuevo se afinó la garganta—. Pero, sí, tienes razón, este año la tía abuela se encargó de invitar a más gente. Recuerdas que entabló una muy buena amistad con los O'Brien, y aparte, se tomó la molestia de invitar a la familia de Edward.

Albert hizo un gesto de desaprobación.

—¿Qué? ¿Por qué hizo eso? —Candy se veía sumamente angustiada.

—Creo que debemos discutir en mi oficina, ¿te parece?

Candy asintió con la cabeza, y ambos se encaminaron a la oficina de Albert, la cual quedaba en el segundo piso, justo a un lado de las escaleras. A la joven chica cada vez se le hacía más extraño ese comportamiento de la tía abuela, ya que no quería de nuevo, sacar conclusiones sin que Albert antes aclarara lo que estaba pasando.

—Veras, Candy, la tía abuela cree que Edward es un buen pretendiente tuyo.

—¿Cómo supo que era "mi pretendiente" —Candy hizo unas comillas en el aire.

—No tengo idea, pero ella se ve muy emocionada. Anoche tuvieron una conversación ella y Edward, justo cuando no estábamos nosotros. Por supuesto, Edward no sabe que Terry está aquí... A propósito, ¿ellos se conocen?

Candy trató de recordar.

—Sí... bueno, se conocieron en una heladería en Florida y supongo que tuvieron algún encuentro la noche del estreno de su Obra. No lo sé. — Contestó ella.

Eres mi amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora