Capítulo 12: Noche de estreno

489 22 1
                                    


Si bien no era cierto que Candy y Edward se querían, la tía abuela no dudaba nada de lo que su sobrina Eliza le decía. Candy nunca había sido de su agrado y desde que Albert la había adoptado, la tía abuela relacionaba los malos momentos con ella, Candy era un desgracia para toda la familia, la odiaba no cabía duda, pero hacerle una cosa así (según lo planeado de Eliza) era caer bastante bajo.

— No puedo hacer eso, recuerda que tenemos modales, Eliza. — La tía abuela estaba sacando chispas por los ojos. — No quiero hablar más contigo.

La tía Elroy, se levantó de su asiento y salió de la habitación, dejando a un Eliza sumamente molesta y confundida. Ésta comenzó a patear el piso haciendo un gran berrinche como para alborotar a todos los presentes en esa casa, pero era obvio, nadie sabía qué pasaba con ella.

— Bien, si la tía no quiere ayudarme, lo hará alguien más.— Dijo Eliza para sí misma mientras pensaba. — ¡Eureka!

Se le había ocurrido una idea bastante perturbadora, y juró que no volvería a hablar con nadie de sus planes. Hablaría con la tía abuela como si no hubiera pasado nada, y "dejaría que todo fluyera".

Ese mismo día por la tarde, Albert llegó más contento de lo inusual. Había estado charlando con su nueva amiga, Karen, por alguna razón, ella lo hacía distraerse y eso lo agradecía profundamente aunque no lo aceptara para sí mismo. había estado tan ocupado casi todo el tiempo desde que se reveló su identidad y como jefe de la familia Ardley.

— ¡Candy! — gritó Albert buscando a la pecosa.

Candy, Annie y Archie, se encontraban en el jardín de la nueva casa preparándose un té. Los tres pasaban desapercibidos por la bienvenida inusual de Albert, pues el patio estaba muy lejos del vestíbulo. George, quien pasaba por ahí, informó a Albert del paradero de sus sobrinos y Candy.

— Albert, bienvenido, ¿quieres unírtenos? — Preguntó Candy muy contenta.

— Sería un honor, chicos, pero sólo viene a invitarlos al teatro esta noche — Soltó Alberto de repente.

Candy había dado un sorbo a su taza de té, al escuchar a Albert sobre eso, no pudo con la sorpresa que comenzó a tocar cuando el té que se había tragado se quiso regresar. No era digno de una dama hacer eso, pero no pudo contenerse, se llevó una sorpresa.

— ¿Estás bien, Candy? — preguntó con angustia Annie.

Candy asintió con la cabeza mientras se limpiaba la boca.

— Suena genial, ¿no, Annie? — Comentó Archie.

— Claro que sí, más si vamos todos como familia, suena divertido.

— Yo no quiero ir —. Fue turno de hablar de Candy.

Todos le dirigieron una mirada de sorpresa. Candy nunca se negaba a nada, pero no sólo en su mirada se veía una clase de disgusto sino miedo.

— Candy, ¿puedo saber por qué? — Preguntó Albert.

— No quiero sonar grosera pero... ¿podrían respetar mi decisión? — Comentó la chica esperando respuesta de alguien.

Albert alzó los hombros.

Por un momento se quedó pensando en todo lo que había hablado con Karen, quizá su plan no funcionaría porque nunca se pusieron a investigar ni a pensar en los pequeños detalles: Candy siempre había sido muy fiel a sus sentimientos. Albert lo sabía, sabía que Candy y Terry se habían prometido no hablarse, no estar juntos y estar felices siempre. Albert había cometido un gran error.

Eres mi amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora