Capítulo 29: La verdad

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— Dejémoslo aquí — ordenó Neal.

Dos de sus hombres matones, traían a Terry como un costal y lo arrojaron con brusquedad en una zona boscosa cerca de la playa, Neal se quería deshacer de él lo más pronto posible así que no le importó que se desangrara ahí y que ahí mismo muriera, sólo quería ya poder limpiarse las manos y decir qué nada pasó.

Aunque sí estaba muy molesto, nada de sus planes había salido, pues su idea nunca fue "matar" a Terry ni siquiera hacerle daño, pero los hombres que había contratado salieron más estúpidos que no pudieron usar su cabeza sino los puños. ¿Y qué iba a hacer ahora? La culpa lo estaba carcomiendo, pero ya nada podía hacerse, si llevaba a Terry a un hospital, él se recuperaría y obvio lo inculparía, no, no, eso sería una desgracia. Y cómo tampoco tenía la fuerza ni la mentalidad de "acecinar", decidió dejarlo ahí y que todo quedara como un accidente.

Con lo que no contaba ese estúpido chiquillo, es que dos mujeres que estaban cerca de esa zona, en búsqueda de cocos para su cena, se encontrarían con una escena bastante cruel. La señora mayor pidió a su hija que no hiciera un escándalo, y que dejara que se fueran los demás hombres para poder investigar bien qué había pasado en realidad.

— Mamá, es un muchacho — Informó la más joven con voz temblorosa.

— Cariño, no podemos dejarlo aquí, aún esta vivo. No me lo perdonaría si no hacemos algo — Le dijo la madre a su hija.

Ambas mujeres hicieron lo que pudieron para llevar al joven a su humilde hogar, que no era más que una cabañita cerca de la playa.

Lo despojaron de su ropa para poder lavarla, ya que estaba cubierta de sangre, sólo lo dejaron en ropa interior y ahí pudieron ver que la herida que tenía a un costado, era profunda, sino hacían algo pronto podría infectarse.

— Mamá con los remedios que tienes aquí, no podemos curar esa herida, tenemos que ir por un médico —. Dijo la más joven.

Su madre pensó por un momento, en primera no eran tiempos para ir en búsqueda de un doctor, era muy noche ya, aunque podía ir por su medico de confianza que aparte era muy buen amigo suyo, y lo otro, no sabían con qué pagarle.

— Ve busca al doctor Lewis, sabes dónde encontrarlo, cariño. Pero ten cuidado, no quiera que te pase algo — Le ordenó su madre con cierta preocupación.

— Descuida, mamá, sabes que soy más ruda que cualquiera.

Y la chica salió en búsqueda del médico. Mientras la madre de la joven se ponía a revisar los remedios que pudieran ayudar al joven a controlar la fiebre. Le lavó la frente y el rostro que igual estaba tan manchado de sus fluidos que no dudó en preguntarse qué habría hecho este joven para que lo hubieran tratado así, ¿sería un mafioso? No quería ni pensar a quién le estaban salvando la vida, pero eso era mejor a haberlo dejado varado en la playa y que su destino fuera otro, sabía que su ayuda podría ser recompensada por Dios cuando ella ya no estuviera en el mundo terrenal y eso le bastaba.

Afortunadamente el doctor Lewis accedió a ir en camino con la joven que rescató a Terry, y cuando miró al joven ahí en la cama sí se llevó una sorpresa, no creía que fuera tan grave.

— Señora Irina, me da gusto volver a verla pero ... ¿qué paso ahora?

— Verá, doctor, nos encontramos con está escena de terror, el joven esta agonizando así desde quién sabe cuantas horas, sólo ayúdeme a salvarlo ¿puede? — Decía la pobre mujer que ya no podía con sus nervios.

— De acuerdo.

Fue el doctor quien ayudó a las dos mujeres a curar las heridas de Terry esa noche, el joven estaba tan inconsciente que no sentía nada, y eso lo agradecieron pues no se movió para nada y les facilitó la tarea. Terminaron todo al rededor de las cuatro de la madrugada.

Eres mi amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora