Capítulo 18: Una nueva promesa

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Terry pudo ver que por fin Candy había llegado al hogar de Pony, no era una sorpresa pero realmente se sentía muy emocionado, tanto que no podía moverse después; aquellas ganas de abrazarla de nuevo se aparecieron, pero aun tenía miedo de que si lo hacía no la soltaría nunca.

Sabía que estaba ahí por ella, pero al verla, no podía pronunciar si quiera un saludo.

Candy, sobre todo, estaba más sorprendida, pues según ella, él debía estar ya en New York, con su "novia" Susana. Por una parte estaba confundida pero la otra parte le pedía a gritos que fuera corriendo a abrazarlo.

Ambos se acercaron y se regalaron una sonrisa.

Los niños que estaban ahí a su alrededor, no sabían qué pasaba, pero a una buena hora, la hermana María los llamó para que saludaran a Albert para agradecerle todo lo que había hecho por ellos ese día, así que, era un plan de la hermana María para dejar a los jóvenes un tiempo a solas.

La sala común estaba ya vacía, excepto por esos dos, Candy se sintió un poco más avergonzada en ese momento, pues no sabía qué decirle. Un reproche.

—¿Qué haces aquí? —Quiso saber ella un poco seria.

La distancia entre ambos era ya mínima.

—Ya debes saberlo, pecosa —. Contestó el joven con su típico tono burlón.

—Ah, Terry —. Se quejó Candy —Sin embargo, es una sorpresa que estés aquí.

—No sabía a dónde ir después de la gira —. Dijo él esperando ver la reacción de Candy.

—Se supone que deberías estar en algún lado de New York... —Candy cerró la boca antes de hablar de más.

No quería mencionar a Susana sin que él antes lo hiciera, sabía que en algún momento él lo haría así que mejor dejó que se desahogara solo.

Ella sabía y presentía que algo malo había pasado entre esos dos desde mucho tiempo antes de reencontrarse en Florida, pues Terry se veía sombrío y triste, algo que no le gustó para nada. En esta ocasión era algo distinto, sólo por que en los ojos de Terry pudo deslumbrar un poco de esperanza. Además de que él siempre sabía como ocultar sus sentimientos; para aquellos días a Candy se le facilitaba verlo un poco mejor por dentro, ya que se estaba haciendo un poco más transparente.

Tampoco quería especular sobre lo ocurrido, quizá Terry sólo estaba ahí por alguna otra razón insignificante, Candy sentía que no debía ser tan egocéntrica. Así que agitó su cabeza para sacar cualquier idea tonta que se le viniera a la cabeza.

Terry ya no te ama de la misma manera, Candy. Pensó la joven un poco avergonzada.

—Candy, tenemos toda la noche para hablar sobre el tema si me permites — comenzó a decir él. — Por el momento sólo quiero estar y pasar una bonita noche buena. Sería un honor si me permitieses estar aquí contigo.

Candy sonrió.

—Claro que sí, pero me prometes que hablaremos de tu viaje hasta acá, ¿está bien? — Candy lo miró sería para que él sintiera más presión.

—Te lo prometo ­— Sonrió él.

Candy luego suavizó su cara, estaba muy feliz y no podía negarlo; ahí junto con ella se encontraba el chico que amaba, aunque claro, se sentía insegura de revelar sus sentimientos hacia él, porque creía que él no le correspondería de la misma manera. Por el otro lado, Terry se sentía igual o peor. Uno de sus más grandes sustos fue cuando conoció al tal Edward, sabía que él estaba interesado en Candy al mirarla de la misma forma en que Terry lo hacía, eso era demasiado obvio.

Eres mi amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora