Capítulo 21

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Para las personas que ya hayan leído este capítulo les recomiendo hacerlo de nuevo pues se había subido incompleto. ¡Feliz lectura!


Sólo para asegurarme de no estar soñando, que en serio acabo de lanzarme a una engañosa trampa creada por mi lengua con vida propia, pellizco el brazo de Jared.

—¡Ay!

Sip, no estaba soñando.

—Lo siento, lo siento. Sólo estaba comprobando que esto no era un sueño.

—Pues créeme que yo sentí un dolor muy real —se queja—. ¿Por qué no te has pellizcado a ti misma?

—Porque me dolería, duh.

Jared acaricia la zona rojiza en su piel, sus cejas juntas en una expresión consternada.

—¿Y por qué a mi...? No, espera un segundo. No creas que puedes cambiar de tema y que lo voy a dejar pasar sin más.

Volví a mirar hacia otra dirección, rogando al cielo cualquier mínima oportunidad para escapar de esta situación.

Según él patrón general de las novelas juveniles, se supone que una declaración de amor debería tener aires de romanticismo, mariposas en el estómago y un ambiente íntimo; por el contrario me sentía incómoda y con un retorcijon enfermizo en el estómago.

Así no era cómo quería confesar mi sentimientos por Jared.

Y no lo haría.

—Yo... no creo que este sea el mejor momento para responder, eh, a tú pregunta.

—América ...

—¿Podrías esperar un tiempo más? ¿Por mi?

Ya está. Lo había dicho.

Y ni su mejor mirada sugestiva, ni la más reluciente y cautivante sonrisa ladeada que él pusiera podría hacerme cambiar de opinión.

Jared retrocede un paso, su expresión neutra, pensativa. Por varios segundos pienso que se ha enfadado conmigo hasta que luego, sus mejillas se estiran y las esquinas de sus ojos se arrugan en la sonrisa más encantadora de todo el universo.

Sus ojos son suaves cuando nuestras miradas se encuentran, y me encuentro sin poder apartar la vista. Los ojos son la ventana al alma y yo estoy  fascinada por lo que veo en la suya.

—Sí América. Por ti puedo esperar el tiempo que sea necesario.

Por favor, que alguien me agarre porque me desmayo de amor.

El sonido agudo y estrepitoso de una bocina me salva de tener que formular una repuesta coherente a esa declaración. Y menos mal que la bocina proviene de el auto de mi mamá el cual se estaciona frente a la casa, porque estoy segura de que me he puesto total y vergonzosamente roja hasta las puntas de las orejas.

A una distancia prudente, me sitúo al lado de Jared en el porche. Mi mamá baja de el auto con una cara de pocos amigos y para mi sorpresa, Marco Naselli baja despúes de ella... con una sonrisa divertida poco disimulada.

—Grace, preciosa, por favor cálmate, sólo estoy diciendo que... 

—¿Que me calme? ¡¿Que me calme?! —grita mi madre, en medio de el jardín delantero. No puedo ver su expresión porque se ha girado hacia Marco, pero por el movimiento acelerado de sus manos me asegura que está furiosa—. ¡Dañaste los neumáticos de mi auto! No voy a calmarme Marco, estoy muy lejos de estar calmada y todo es tú culpa. 

—Grace...

—Perdí toda la mañana atascada en el taller el cual, oh sorpresa, sorpresa: ¡Pertenecía a tu hermano! Tenía una cita pendiente con cliente importante y lo arruinaste Marco. ¿Me oyes? ¡Lo arruinaste!

Una chica rubia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora