Unos días después...
Tanteo el buró buscando mi teléfono celular para ver la hora.
6:40
Sonrío complacida, aún pudo seguir durmiendo. No hay sensación mas satisfactoria que ver el reloj y saber que aún no te tienes que levantar porque estás en vacaciones.
—¿Vacaciones? —parpadeo varias veces, tratando de recordar que día es hoy— ¡Jesucristo! ¡Hoy es lunes!
Lunes de Primer día de clases y levantarse temprano. ¡Y yo estoy llegando tarde!
—¡Mamá! ¡Mamá ven aquí! —grito con fuerza.
Apresurada, doy un brinco fuera de la cama caminando hacia el baño para cepillar mis dientes. Mi reflejo en el espejo muestra que tal vez debería tomar un baño para quitar ese aspecto ojeroso y cansado, pero no tengo tiempo para eso esta mañana.
—¡Mamá! ¡¿Podrías venir por favor?!
Corro de nuevo hacia mi habitación y por no prestar atención en donde piso, termino resbalándome, logrando que mi pie derecho se lastime más que cualquier otra parte. Me muerdo la lengua, tragando todas las maldiciones que se me ocurren y me levanto del piso con cuidado de no pisar con el pie derecho. El tobillo me duele como un demonio.
Tomando cualquier camiseta y jean me visto con torpeza. ¿Donde demonios está mi madre? ¿También se habrá quedado dormida? Frente al espejo trenzo mi cabello de forma aceptable y lo cubro con un gorro gris, le doy gracias Dios y todo lo bendito en este mundo por la extraña obsesión de mi abuela Penélope —o Penny— por confeccionar prendas de lana. Tardo mas de lo normal en llegar a la planta de abajo por el dolor en el tobillo, que me hace caminar como si fuer una anciana de cincuenta años.
Grande es mi sorpresa al ver a mi madre muy acomodada en el sofá, con una taza de café caliente y una sonrisa divertida.
—Buenos días hija, ¿Cómo amaneciste?
—De maravilla, mamá, de maravilla.
— ¿Que te ocurrió en el pie? —pregunta, al ver la forma leve en la que cojeo hacia la puerta.
—Oh, me caí por andar corriendo de un lugar a otro —me encojo de hombros, restándole importancia para no preocuparle y que me llevara al médico. No hay nada que yo mas odiara que ir al médico, era el sitio de mis pesadillas.
—Bueno, eso es para que la próxima vez, es decir mañana, se te ocurra acostarte tarde.
Hago un sonidito de fastidio y salgo de la casa antes de que empiece un monólogo sobre lo importante que era para mi salud dormir nueve horas en la noche. No sé cómo se enteró de que anoche había estado despierta hasta tarde actualizando mi historia en Wattpad, pero esa mujer siempre se enteraba de todo, era un poder sobrenatural que tenían las madres. El trayecto a la escuela fue tranquilo, sobre todo porque al final terminé con la cabeza recostada de la ventana, medio dormida.
—Cariño, cariño despierta —me quejo, abriendo los párpados. Mi madre me sonríe— Llegamos hace unos minutos, ¿estás bien?
Aún un poco confundida por el sueño, asiento torpemente en su dirección y me despido de ella tras dejar un beso en su mejilla.
Las puertas de entrada del Instituto Ídem High School se alzaban frente a mí como si me retaran a entrar, y estaba dudando seriamente entre hacerlo o no.
Siempre me habían gustado el primer día de clases sobre todo después de un largo verano que prometía ser emocionante pero que poco a poco se convirtió en exasperante y mortificadoramente aburrido, volver a clases me producía una emoción burbujeante en el pecho que me hacía sonreír.
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Una chica rubia
Novela JuvenilAmérica Parker es una chica de dieciséis años que podría haber pasado su último año de secundaria medianamente aceptable... De no ser por un pequeño accidente que la llevará a decir más de lo que debería, formar parte de un extraño código de rubias...