Capítulo de transición (y el siguiente también lamentablemente) pero es necesario para que la historia avances mis amores. ¡Igual dentro de dos capítulos se viene lo bueno!
Atendí dos mesas en el piso superior, me comuniqué con la distribuidora de granos de café para hacer el pedido de la semana y limpie los vidrios de la exhibición de rosquillas antes de volver a ocupar el asiento frente a Maggie.
—Bien, háblame sobre tus planes.
Ella vuelve a sacar una caja más pequeña que la anterior de su bolso –el cual parece ser el ropero de Narnia– y la observa en silencio por varios segundos antes de deslizarla por la mesa.
Cuando lo tengo en mis manos caigo en cuenta que contrario a lo que pensaba, el objeto no era una caja sino más bien un cuaderno: la carátula es de un material suave –tal vez felpa– de color rosa chicle y por la parte de atrás tiene pegadas muchas, muchas pegatinas de princesas.
En silencio le pregunto a Maggie con la mirada si pudo abrir el cuaderno. Asiente.
La primera página se titula: "Este diario pertenece a: Meghan Grayson" Más abajo añade en letras mayúsculas de color morado: PROPIEDAD DE MEGHAN. NO TOCAR.
Y tal como ordena esas letras a lapicero morado brillante, suelto el diario con brusquedad. Y sacudo mis manos, sólo por si acaso.
—E-este es el diario de... de Meghan —no es una pregunta, sin embargo Meghan hace un sonido de afirmación. La miro con horror—. No deberías tener esto. ¿Porqué tienes el diario de tu hermana...? Oh Dios. ¡Oh Dios!
>> ¡Con esto humillaste a Meghan! Y tú... no se lo haz devuelto en todos estos años. Oh Maggie, eso es horrible...
—¡Lo sé, lo sé! ¿Crees que ese maldito cuaderno no me ha estado persiguiendo desde esa noche?
Por primera vez –y en primera fila– soy testigo de un episodio histérico de Maggie Grayson: jala varios mechones de cabello rojo con estrés y fuerza, e incluso creo oírla gruñir. Mira el diario de su hermana con cejas arrugadas en una expresión de profundo desprecio y por último esconde su rostro entre sus manos.
Todo eso en menos de un minuto. Vaya.
>> Quería devolverlo, no te imaginas cuántas veces quise hacerlo desde que lo tomé sin permiso —su voz sale amortiguada por sus manos, que siguen cubriendo su rostro mortificado—. Pero cada vez que lo intentaba, yo sólo... no podía. Sólo me imaginaba la expresión de mi hermana al disculparme, y no podía. ¡Que vergüenza! Se supone que las hermanas están para apoyarse y en cambio, yo apuñale a la mía en frente de todos. Devolverle su diario parecía tan... insignificante después de todo el calvario que le hice sufrir.
Sus manos caen a su regazo lo que me permite comprobar mi corazonada: a Maggie la culpa la está consumiendo y sus ojos grises no ocultan nada por esta vez.
>> Y ahora han pasado cuatro años y ese diario sigue en las manos equivocadas. Así que necesito tu ayuda, para devolver este libro a su dueña.
Una pequeña sonrisa aparece en mis labios, porque quizá aquello es la cosa menos egoísta que he escuchado venir de Maggie. Pero luego caigo en cuenta de la última frase.
—Espera, ¿qué? No, no, no. No puedo devolverle el diario a tu hermana ¡tú lo robaste!
—Técnicamente no lo robé, lo tomé prestado sin su consentimiento.

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Una chica rubia
Teen FictionAmérica Parker es una chica de dieciséis años que podría haber pasado su último año de secundaria medianamente aceptable... De no ser por un pequeño accidente que la llevará a decir más de lo que debería, formar parte de un extraño código de rubias...