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—Café y galletas—

El calor de la taza iba directo a sus manos, el café que esta contenía aún estaba humeando, la sabana sobre sus hombros lo cubría aun así no era suficiente para reducir el frío de su desnudo cuerpo. El café matutino lo haría mantenerse despierto, eso era lo que Horror decía, le ayudaría a recuperar fuerza antes de tomar el desayuno. El tazón con las galletas de mantequilla yacía posado sobre su sobre sus piernas también cubiertas con un cobertor carmesí, a pesar de estar consciente de que su bebida se enfriaría pronto no sentía la necesidad de tomarla antes de que sucediera y las galletas permanecían intactas sobre el tazón.

Estaban calientes y blandas, recién horneadas, Horror dijo que eran especialmente hechas para él. Había aprendido a hornear solo para él porque sabía cuánto le gustaba comer galletas de mantequilla, si, le gustaban, pero ahora solo sentía asco de ellas. 

Ni siquiera quería tocarlas. 

Un escalofrió sacudió sus hombros de una manera un tanto brusca, lo habían vuelto a hacer, accedió, pero solo porque quería que dejara de gritarle mientras sostenía esa hacha en sus manos. Se acercó de manera insegura, acaricio su rostro susurrando palabras tiernas que pudiesen calmarlo, acaricio sus mejillas y lo beso. Fue correspondido al instante, por fin había dejado de gritar y esa arma tan peligrosa fue desechada en el suelo, sin embargo, no esperaba que los besos del mayor bajaran atacando directo a su cuello, sus manos se sujetaron de sus ropas con la intensión de separarlo, pero sabía que no podía detener algo que él había comenzado. Finalmente terminó por despojarle de todas y cada una de sus prendas y entre besos, caricias y susurros se apoderó de su cuerpo una vez más. Fue su manera de perdonarlo y de sellar su promesa de un amor eterno.

Escucho la puerta chirriar, tembló un poco por el sonido de las tablas de los escalones crujir mientras el otro hombre bajaba a su encuentro. No apartó sus ojos de las galletas sobre sus piernas, Horror tomó asiento a su lado y apoyó su cabeza en su hombro. - ¿El café está bien? - Tragó duro, ni siquiera lo había probado así que no podía responder a eso. -Una cucharada de azúcar, justo como lo hacías. - Dijo con voz susurrante. - ¿Te gusta? - No respondió. -Si no te gusta puedo hacer otro...-

-Esta delicioso. - Respondió dando un sorbo al café sin importar que la temperatura del líquido quemara su lengua y la dejara entumecida. Con su mano temblorosa tomó una galleta y pegó una mordida. -Las galletas también...Eres bueno para cocinar. -

-Sabía que iba a gustarte. Me esforcé mucho. -

-...gracias...eres muy...atento. -

[...]

No lo entendía, no pudo solo desaparecer así de la nada, estaba olvidando algo, debía haber omitido algo. Había estado en tantos lugares, pero en ninguno había ni el mínimo rastro de Lust, nada que le dijera que estuvo ahí. 

No estaba listo para rendirse.

Pero tampoco sabía dónde más buscar. Eso no pasaba todos los días, ¿desaparecer de tu propio universo?, no era algo con lo que se enfrentaba cada día. La desesperación lo estaba invadiendo, la ansiedad lo carcomía, no podría descansar en paz hasta poder averiguar el paradero de ese chico. Podía terminar con sus problemas y con el sufrimiento de sus amigos que esperaban por él cada día. No comprendía como es que pudo desaparecer, si quería huir ¿por qué dejar a su hermano ahí? ¿Qué sentido tenia dejarlo solo? - ¿Cómo vas con eso, ink? - Cuestionó el monocromático observando al mencionado aproximarse a él.

-Nada mal. -

-Que bien. - Dijo con una voz impostada regresando a practicar con aquella espada tan afilada que sus manos sujetaban con firmeza.

- ¿Cómo puedes dormir así? - Detuvo sus movimientos por tales palabras, su cuerpo se tensó, bajó el arma lentamente y se giró a mirarlo con detenimiento.

- ¿Qué quieres de mí? -

-Él te dijo. - Cross desvió la mirada. -Te lo dijo ¿cierto? - El chico negó con la cabeza aun si sabía que el otro no le creería. - ¿Puedes vivir con aquello? - Sus miradas se cruzaron.

- ¿Por qué yo? - Su pregunta carecía de sentido alguno, al menos desde el punto de vista de Cross. 

-Necesito tu ayuda...por favor. - Rogó. El monocromático lo miró con recelo de pies a cabeza en completo silencio. 

No quería involucrarse de ningún modo.

Permaneció mirando directo a las orbes multiforme del pintor y luego hablo: -...Lo pensaré. -

-En realidad no tengo tiempo para...-

-Dije que lo pensare, es eso o nada. - Su voz gruesa y amenazante lo hicieron retroceder. 

-...Esperare. -

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