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—Las consecuencias—

Su cuerpo azotó contra el suelo. El dolor era agonizante, ya lo había visto venir, pero no creyó que fuera tan pronto. Asustado por el próximo movimiento de su atacante, escupió la sangre de su boca, pero no eliminó el sabor metálico de ella. Cada hueso de su cuerpo le dolía.

Iba a morir si continuaban así.

Pero, incluso estando al borde de la muerte, lo creía injusto. Porque en ningún momento hizo falta a su promesa. Su juramento de lealtad estaba intacto.

No había dicho nada.

Y, de todos modos, había sido culpado sin ninguna duda.

La desaparición de Lust había vuelo loco a Horror. Y no tardó en culparlo a él por todo. Nightmare le había prohibido el defenderse, de todos modos, no le serviría de nada. Esto iba enserio. No era una advertencia o un castigo, era enserio que quería matarle.

Pero si se defendía o no, el resulta iba a ser el mismo. Si Horror no le mataba, Nightmare lo haría. Realmente prefería desfallecer a manos de Horror, su muerte sería peor si Nightmare entraba en acción.

Ahora se sentía ridículo.

Siendo el último del grupo, luego de años siendo tratado como un bebé por el resto, observado desde arriba, y mimado más que un cachorro recién nacido. No le desgradaba ser tratado de tal modo. Pero, suponía que todo bebé debía creer. Por eso nadie se entrometía. Solo le miraban y opinaban, pero sin demostrar un solo interés en interferir y salvarle la vida.

- ¿Ves lo que provocas? - Sus manos se sintieron tan frías como un cubo de hielo alrededor de su cuello. -Tú y tus amistades tontas. - Quería que terminara. Que dejase de humillar así. Antes había sentido siento afecto por Nightmare, se podría decir que estaba enamorado, pero este solo estaba sentado ahí, feliz, tranquilo, casi con ganas de grabar el momento y poder revivirlo cada noche. Pero, eso le pasaba por haberse metido en casa del diablo a pesar de las advertencias.

Si se hubiera ido con Dream, podría estar horneando un pastel o leyendo un libro. Pero no, estaba de espaldas en el suelo, sintiendo su cuello quebrantarse por culpa de su traición.

Una que jamás sucedió.

Pero a ojos de todos seguía siendo el niño pequeño, y los niños pequeños siempre mienten. Sus palabras no valían nada. Sus suplicas e intentos de explicar no les causaban más que gracia, o les hacía pensar que era una situación lamentable para él.

Mala suerte debía suponer.

Un amor tóxico, compañeros cobardes, un demente explotando de ira. Todo eso contra un chico de corazón débil y perfil de persona salvada.

Si iba a morir así, entonces hubiera preferido haberle dicho algo a Ink. Para que, mientras su vida se desvanecía a segundos, Ink cumpliera sus promesas, terminara su trabajo y pudiera dormir todas esas horas que desperdició en una búsqueda imposible.

Demasiados universos. Demasiados sospechosos. Infinidad de posibilidades. Por ello, era una búsqueda imposible.

Sonrió por un momento sorprendo a todos ahí. Porque la idea de confesarlo todo a Ink le había comenzado a gustar, darle una lección a Horror y ver la cara de incrédulo de Nightmare. Todos esos años de abuso psicológico, los cobraría en un solo día. Bueno, los hubiera cobrado.

No es como le hubiese gustado morir, definitivamente esperaba algo menos doloroso y humillante. Pero él no lo sabía.

Pero no era su fin.

-Ya déjalo, pedazo de animal. - Su pie se posó sobre el hombro de Horror, que hecho una fiera siguió apretando el cuello del monocromático. -En vez de perder tu tiempo con basura como esta, deberías estar buscando al perro de tu novio. - El demente chico reaccionó ante el insulto, ya había dejado claro que Lust no podía ser comparado con nada, y menos con atrocidades como esas. Permitió que Cross pudiese respirar nuevamente, y llevó toda su ira contra Error.

Aunque, el de colores negativos no sufrió ningún daño. Ni siquiera lo rozó con su arma o sus puños, una pelea que no duró mucho gracias a la poca paciencia de Error y su capacidad para hacer desaparecer personas que no le agradaba. Le dejó caer por el agujero en el suelo hacia su mundo, debía calmarse un poco.

Y una vez que Horror desapareció de su vista, se concentró en el estado de Cross. Aún respiraba, y con eso era suficiente. Los detalles de su salud los vería después, puesto que, percibió las intenciones de Nightmare.

Para él, las peleas se daban por terminadas hasta que alguien perdiese la vida.

Por ello, hizo a Cross desaparecer por igual.

Y antes de que Nightmare expresara su descontento, Error también se desapareció.

Porque siendo el segundo más viejo del grupo, era consciente del disfrute de Nightmare por jugar con la vida del monocromático. Su trabajo prácticamente era llevarle la contraria a la pesadilla, y hacer que las cosas fueran justas para Cross.

Y como debían ser justas. Esperaba que Killer y Dust recibieran la misma paliza. Tomaría el tiempo y volvería por ellos antes de que los matara también.

Porque los odiaba, pero su odio hacia Nightmare era mayor.

Y verlo frustrado porque sus subordinados estuvieran bajo su protección, era satisfactorio.

[...]

No podría describir el cómo se sentía en esos momentos. Ya había perdido a Lust una vez, pero esto era diferente. No había rastro, no había huellas, no había nada que le dijera donde se encontraba. Todo en casa estaba en perfecto estado, las puertas cerras, cada diminuta cosa justo donde la dejó.

Simplemente, parecía haberse desvanecido.

Había desaparecido.

Y solo había ciertas personas que conocían y eran capaces de poseer ese nivel de magia, esa capacidad para abrir portales e ir a otros lugares. Pero, de los que conocía y tenían la capacidad de hacerse desaparecer, solo había unos cuantos en su contra. Y de ellos, solo uno destacaba.

Ink

Ink le había estado persiguiendo desde el principio, buscando a Lust como si su vida dependiera de ello, como si fuera una madre angustiada por haber perdido a su hijo entre la multitud de personas. No cabía duda.

Maldijo a Error por no hacer bien su trabajo, a Cross por haber abierto la boca, y a Nightmare por no advertirle. Todo tenía que hacerlo él. Pero, en cierta parte lo entendía. Lust era su responsabilidad, ellos solo se habían ofrecido a encubrirlo por un tiempo, el resto estaba en sus manos.

En sus frías, ensangrentadas y temblorosas manos.

Y aún en esas terribles condiciones, apareció frente a Ink. Sosteniendo el arma detrás de su espalda, caminando tranquilamente y con una expresión terrible. Colérico, con los ojos irradiantes de ira pura, temblado por la adrenalina. - ¿Horror? - Ink le miró atemorizado. Atento a los erráticos movimientos de sus pies.

-Tengo algo que decirte. - Soltó con una voz ronca y la respiración pesada. Ink estaba asustado, pero dejó que se acercara lo suficiente, Horror extendió una de sus manos a su rostro para acercarlo, y poder susurrarle las últimas palabras que escucharía.

<<No debiste meterte en mis asuntos>>

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