~Capítulo 3~

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Recuerdos:

Antonio estaba en su habitación intentando memorizar aquellas malditas fórmulas. Nada. No había manera. Se levantó impaciente, cogió una sudadera y salió fuera de la habitación. Al salir se topó con su padre.

-¿Vas a salir?

-Necesito despejar mi mente.

-Ajá...bueno yo también voy a salir. Si te llama tu madre al teléfono dile que he quedado con unos amigos. Negocios...ya sabes.

-Muy bien papá.

Su padre le sonrió. Iba bien vestido, con un elegante traje de Gucci, uno que le regaló su madre. Antonio le devolvió la sonrisa. Le tenía mucho respeto, para él su padre, era un hombre admirable, cariñoso, dulce, leal, todas las cualidades que cualquier persona debería tener. Después de eso cogió las llaves y salió detrás de él.

-Oh...olvidé algo, adelántate hijo. Nos vemos.

El hombre volvió a entrar en el piso. Antonio le miró divertido. "Despistado" pensó. Luego de eso recordó cuando una vez se le olvidaron las llaves del coche en una tienda, su mdre le pegó la bronca por olvidar algo tan importante. Él y su hermano no pararon de reír al ver su cara, por suerte pudieron recuperarlas.

Caminó por las calles de Mánchester. Era otoño, hacía frío. Se acomodó bajo la sudadera y puso sus manos frías dentro de los bolsillos. De vez en cuanto se cruzaba con algún conocido o amigo y es que el español tenía buena fama por el lugar. El no sabía por qué. Quizás su amabilidad, alegría y acento tenía algo que ver, además de ser guapo. Parecía que a los ingleses les encantaba.
Una rubia con el pelo corto y el maquillaje demasiado abundante le miró y le dió un codazo a su amiga. Morena, ojos avellana, sentada con las piernas cruzadas sobre una Vespa azul. Antonio estaba sereno, se sentía mejor. Le regaló una sonrisa a esta última y regresó de camino a casa.

Eran casi las nueve. Buena hora para darse una ducha y cenar, después volvería a estudiar.
Cruzó la calle y entró en el portal del bloque. El ascensor estaba ocupado así que subió por las escaleras. Llegó. Último piso. Dió grandes bocanadas de aire, estaba cansado por subir siete pisos. Precisamente en ese instante el ascensor se abrió, llevaba un pedido para su vecina. Miró el apellido en la chapa de la puerta y llamó el timbre. El chico lo miró con curiosidad. El moreno le devolvió la mirada sonriendo. Tenía un curioso mechón en el pelo. Leyó el paquete "Roma's". Se trataba de esa famosa pizzería que había unas calles más abajo, siempre a rebosar. A su padre le encantaba. La puerta se abrió.

-¿Quién es?

La voz de la vecina resonó por el pasillo. Traía una bata de ir por casa, parecía acalorada. El dependiente se dispuso a entregar el pedido pero la mujer se quedó mirando a Antonio, parecía asustada de verle. La mujer intentó cerrar la puerta pero Antonio instintivamente se levantó y puso el pié en el marco impidiendo que cerrara la puerta. El repartidor se echó hacia atrás. Entonces este asomó la cabeza por el marco de la puerta y allí estaba. Su padre, con el torso desnudo y unos calzoncillos.
La rabia y decepción se apoderaron de él. No quería creerlo. Abrió la puerta y apartó a la mujer, Allison, con rabia. Entró en el salón echo una furia. Se quería arrancar los ojos. Su padre. El que tanto admiraba y respetaba. El hombre le miró si poder creerlo, se quedó quieto, no podía decirle nada a su hijo. No le salían las palabras. La puerta del dormitorio estaba abierta y las sábanas revueltas. No le reconocía, estaba en shock. Sus ojos se encontraron, algo se rompió en aquella mirada. Su amor se apagó para siempre. Lo odiaba.

-Antonio yo...

Antonio se acercó, sus ojos eran inexpresivos en ese momento.

-Por favor déjame explicarme...

Antonio no hizo caso a sus palabras. Lo cogió de la camisa y lo empujó.

-¡EXPLICAR QUÉ!

Gritó lleno de dolor. Le golpeó la cara. Sentía decepción, no hay nada peor que eso. Su padre intentó calmarlo pero este no paraba de darle. Lloraba. Allison apareció e intentó separarlos.

-¡Basta ya!

La mujer se tiró sobre ellos pero se llevó un violento empujón por parte de Antonio. Eso cabreó al padre y le propinó un puñetazo. Él seguía llorando de la impotencia que tenía. Lo levantó empujándolo fuera del apartamento. Antonio se levantó y con todas sus fuerzas le dió una patada en toda la nariz. Violenta y certera. Empezó a sangrar. Se oían gritos. Antonio se detuvo y salió corriendo. Su padre le vió alejarse, sin hablar.

Pasó veloz ante la cara de los curiosos que lo miraban, chocando contra personas que no conocía. Vagó por la ciudad. No volvería a casa, no esa noche.
Fue hasta la casa de su amigo Vincent quién nonle hizo preguntas. Su hermana Bella preparó una cama para él. Lloró toda la noche.

-Antonio...¿estás bien?

La chica estaba preocupada. Algo gordo debía de haber pasado para que su alegre amigo estuviera tan apagado. Aquella mañana Vincent no estaba, debía trabajar.

-Bella, ¿me haces un último favor?

-Claro. -sonrió-.

-Si ves a mi hermano dile que me voy una temporada.

La belga se le quedó mirando por unos instantes ante tal petición pero no le quería herir más de lo que estaba así que asintió.

-Gracias por todo Bell.

Le besó la mejilla y se marchó. No quería volver a casa. De repente su móvil sonó. Era su hermano.

-¿Dónde mierda estás?

-João- Dijo es voz seca- No voy a volver a casa.

-Pero espera ¿qué? Dime dónde...

Colgó la llamada y tiró el aparato por el puente. No quería saber nada.
Caminó durante un buen rato, alzó la cabeza y miró, había llegado hasta la estación de tren. Una idea loca atravesó su mente. "Londres". Y sin pensarlo dos veces se metió en aquel tren, sin nada, solo él y sus recuerdos.

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