-¿Vas a contarme que hiciste?
Silencio. Isabel tomó por sopresa a su amiga y le puso un pañuelo en la boca. Sophia escupió el pañuelo asqueada.
-¡Casi me ahogas!
-¿Qué? -Miró a su amiga extrañada, esta chasqueó la lengua.
-No, no me mires así, tu solita te lo has ganado.
Sacudió la cabeza mirándola.
-Pft, ¿en serio? Mira que eres tonta...
-Bla, bla, bla déjame ser.
Sophia rodó los ojos. Era incorregible.
-Bien, ¿vas a decirmelo o no?
-¿Decir el qué? -Preguntó confundida.
-O sea te besas con ese tío bueno de la hostia, montas en su moto y al día siguiente se te olvida...
La chica se puso toda colorada, ¿cómo era posible que se hubiera enterado?
-Iba a decírtelo pero no sé como te has enterado tan pronto...
Isabel abrió mucho los ojos y la miró.
-Tú y yo tenemos una larga charla por delante. -Soltó una risita llevándose a su amiga hacia la cafetería.
Después de dejar a su hermano en la oficina, el chófer y yo nos dirigimos para recoger a Arthur.
-Es aquí gracias.
El chófer me dejó enfrente de la casa del inglés pues yo había pasado una bonita tarde con mi hermano y por bonita me refiero a que me mostrara lugares de Londres. Yo lo había anotado todo minuciosamente, debía de estar todo perfecto, incluso me había comprado ropa nueva.
Unos minutos antes:
-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudar a los señores?
El dependiente se quedó mirando a los dos hermanos en busca de una respuesta. Habló el mayor de ellos.
-Buenas tardes; quería ese conjunto que tienes en el escaparate, es para él. -señaló a su hermano Antonio.
-Creo que es el último, espero que sea de su talla. -Abrió el escaparte por detrás y se inclinó hasta cogerlo -. Aquí está, los vestidores están en esa puerta amarilla.
Los dos hermanos fueron al vestidor. Empezaron a reír pues le quedaba algo ancha la chaqueta y parecía Frankenstein según João.
-Humm...¿qué tal así?
Se quitó la prenda que le venía grande y se miró en el espejo. Ahora si se veía mejor. Se lo mostró al hombre el cual hizo un gesto de aprobación.
-¿Se lo va a quedar?
Los dos hermanos se miraron sonrientes y asintiendo a la vez.
-Muy bien, serán doscientos pounds. -Le quitó las etiquetas.- Supongo que se lo llevará puesto.
-Lo necesito para esta noche. -João se rió por lo bajo.
Pagaron y salieron de la tienda para volver al coche. Tener chófer era un lujo al igual que tu hermano cuando es novio del jefe de una empresa muy importante.
-Bien, yo me tengo que bajar aquí, ya te llamaré luego.
-Gracias hermanito. -Le dío una palmada amistosa en el hombro.
-Vete ya que llegarás tarde. -Suspiró.
Ahora me encontraba delante de la casa del inglés, esa que tantas veces había visto y aún así todavía me sonaba lejana. Alguién salió de la puerta. Esperé para ver de quien se trataba pero al ver su forma de caminar no tuve dudas. Le sonreí. Me quedé todo el rato mirándolo. Se paró delante del portal con una gran sonrisa que hizo que mis manos sudaran más de lo que ya estaban. ¿Cómo podía causar ese efecto en mí? Era Arthur, no sé ni para que me lo preguntaba, simplemente es perfecto. Me miró y entonces avanzó hacía mí. Yo me tensé.
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Intocables
Lãng mạnNo siempre el primer amor será el único y el último. Siempre existirá un segundo el cual te ame y te acepte tal cual como eres a pesar de tus errores, como el primero no supo hacer. Arthur Kirkland vuelve a Londres después de pasar una larga tempor...